El frío amenaza a la lluvia con transformarla en nieve. En un pasaje silencioso del barrio de Chamberí, Amaya Muruzábal llega corriendo a la entrevista tras un almuerzo de trabajo que se demoró más de la cuenta. Saluda con cariño a los vecinos y abre a toda prisa la puerta de su casa y templo creativo. Adentro la espera Troya, la perrita mexicana que rescató de un refugio y que llora (y se hace pis) de emoción cuando la ve. Amaya va con ella al trabajo todos los días y se ha ocupado de recuperar la poca autoestima que tenía el animal. Hay un jarrón con flores naturales, alfombras de colores, paredes pintadas de más colores y calor en el ambiente. Nada indica que afuera es invierno. Amaya es una formadora de equipos y también de hogares profesionales donde el cuidado se impone como máxima y la voz propia como bandera. Experta creadora de ficciones, la showrunner más influyente de España presentó la adaptación del bestseller Reina Roja (Prime Video), que, según datos del autor, Juan Gómez-Jurado, se ha convertido a una semana de su estreno en la serie número uno de la plataforma a nivel nacional, la segunda producción más exitosa de la plataforma en EE.UU. y una de las más populares del mundo.

“Siempre he sido, soy y voy a morirme siendo script doctor: leo guiones, veo qué salud tienen y doy consejos para que mejoren. Es un trabajo muy mal pago, pero que amo, y por eso decidí dar el siguiente paso a guionista y productora. Creo que coincide mucho con mi carácter. Cuando veo las cosas, veo su potencial. En esta oficina hay muchas cosas que he rescatado de mis años en México, en Uruguay. Veo el brillo de las personas y de los objetos. Siempre me pregunto por qué un guion es bueno o malo y cómo lo puedo mejorar”, asegura la creadora de sus propios productos, como la exitosa Hernán (Prime Video), doctora de guiones y doctora en Comunicación, Cine y TV. La showrunner ha trabajado también detrás de otros showrunners: Curro Royo, Julián de Tavira, Fernanda Eguiarte y Genaro Quiroga.

Amaya nació en 1979 y se crio en una familia navarra (“almodovariana”, precisa) oriunda de un pueblo llamado San Martín de Unx, “tierra de vinos y de gente brava con el coraje de la Vascongada”. Es la menor de tres hermanas, un hogar donde además de sus padres vivía su abuela. “De pequeña había que ganarse el terreno, incluso para hablar. He sido muy querida y muy cuidada por mujeres fuertes y un padre bondadoso. Me interesaba mucho lo que hacían las mayores, adoraba a mis hermanas y quería vivir sus vidas. No había manera de que las delatara ante mis padres. Delatarlas era el fin de escuchar sus historias. Siempre he tenido mucho punto de vista desde un ángulo bajito”, culmina con una metáfora cinematográfica y emerge en su recuerdo la voz, la narración, la interpretación y la perspectiva.

A los 4 años aprendió a escribir y pronto supo que se dedicaría toda su vida a esta actividad. Su primer relato fue un cuento de Papá Noel donde el foco estaba puesto en un gnomo (“me enloquecen las palabras; me parecía la bomba que gnomo se escribiera con la letra ge y que no se pronunciara”). Además de Barrio Sésamo no se perdía un solo episodio de La bruja Avería, ese producto infantil creado por artistas de La Movida, una serie punk y de terror apto para todo público, protagonizado por la mismísima Alaska, en la piel de una oscura superheroína. “Siempre he tenido un sentido social amplio. Para mí es necesario tratar a la televisión como cultura popular y que la familia se ponga delante de la TV”, afirma. Entre sus lecturas preferidas se encontraban La Tía Tula, de Miguel de Unamuno, sobre una mujer de una gran nobleza que se dedica a cuidar a de los demás, Gustavo Adolfo Bécquer, Alejandro Dumas, Jordi Sierra y Fabra, y a los 12 o 13 años leyó la obra “com-ple-ta” de Franz Kafka.

Precoz, Amaya siempre ha sido una lectora precoz, privilegiada, adámica. Formada como periodista en la Universidad de Navarra, realizó una pasantía en Sogecine, la productora liderada por Fernando Bovaira, donde se desempeñó como analista de guion. Tenía 20 años y era el momento dorado del Nuevo Cine Español: “El primer guion que me dieron para leer fue Lucía y el sexo, y también leí El espinazo del diablo, La caja 507. Me dejaban participar con mis análisis, aportar mis notas”, dice sin arrogancia con la personalidad de un hermano menor muy mimado.

La vida de Amaya tiene varios giros de guion y mudanzas transoceánicas. Amaya se considera “uruguaya de corazón”. Tras culminar con la pasantía y obtener su título universitario le ofrecieron realizar su doctorado. Un requisito para obtener el título era cosechar formación en el exterior y el destino elegido fue Montevideo, donde vivió dos años y medio. Además de impartir clases trabajó en su tesis una comparación del tópico del regreso a casa –el hogar, siempre el hogar como bandera– en La Ilíada y La Odisea y el cine bélico norteamericano. Mary Beard, la historiadora británica autora de Mujeres y poder: Un manifiesto, comienza su texto señalando cómo en los primeros versos de la segunda epopeya Penélope es acallada por Telémaco. Amaya le aportó su mirada femenina a este universo y cuando volvió a España Benito Zambrano la convocó como analista de una película que se convertiría en un clásico del cine reciente: La voz dormida, basada en la novela histórica de Dulce Chacón.

“Hablaba inglés y siempre tuve querencia por los viajes. Pasé a la televisión de la mano del entonces director de Telecinco, Alberto Carullo y de Mariana Cortés, actual directora de Desarrollo de Dynamo, quienes me introdujeron en el mercado internacional. Estuve mucho tiempo comprando formato internacional y aprendí mucho de esa experiencia que te acerca a la televisión popular, popular. Estudiaba los formatos, veía cuáles encajaban en la parrilla, los compraba y los adaptaba. Eso requiere una reflexión sobre los gustos de la gente, las tendencias, la cultura popular. En entretenimiento hay una idea más de tribu que en ficción, hay menos egos”, asegura Amaya y advierte que Troya, a su lado, se ha dormido. Entre estos formatos se encuentran Wife Swap, conocido en España como Me cambio de familia, o el exitazo de Minute to Win It, o Uno para ganar [en la Argentina hubo una versión conducida por Marley llamada Minuto para ganar], que Amaya compró cuando estaba en paper format.

“La cabra tira al monte y estaba en el área internacional, un momento que me divirtió muchísimo, pero ya se me quedaba un poco limitado y me cansé de darle mi corazón y mi vida, así que me fui a México a crear ficción”. Contratada por la productora Dopamine creó allí un nuevo hogar donde fue productora ejecutiva de Búnker (Max), nominada el Emmy Internacional (2022), la sitcom Supetitlán [actualmente en Prime Video], Amarres (Max) y creadora de 40 Means Nothing (Max) y Tu parte del trato (El 13, TNT y Flow), una serie con elenco argentino, protagonizada por Eleonora Wexler. Fue también en este capítulo donde desarrolló la mega producción Hernán, la biopic de Hernán Cortés. “En ese momento había seis grandes proyectos sobre la Conquista, pero no una historia centrada en un personaje. Decidimos hacer un perfil para contar la vida de Cortés en México y luego en España, donde tuvo un reconocimiento muy poco grato hacia este hombre Renacentista de acción, aventurero, pero también lleno de recovecos oscuros. Creamos un biopic in medias res y decidimos hacer de la controversia el carácter principal de la serie y mostrar el poliedro personal que fue este hombre”, explica la creadora, quien admite se fue llorando de México, un país donde sueña con regresar algún día para vivir.

España es visto desde el exterior como una meca para el mundo audiovisual y Amaya no niega este momento óptimo, pero brinda su mirada a este escenario y lo hace, nuevamente con su mirada cinematográfica: “Tenemos aquí una naturaleza hacia el conflicto y nos falta focalización en lo positivo. Tenemos un sesgo negativo sobre nosotros que es muy pesado. España está dotada naturalmente de una narrativa de ciertas características aprendidas de los estadounidenses en la década del noventa, que hunde sus raíces en el sistema de desarrollo y producción gestado por la canónica productora Globomedia. Las mesas de escritura han sido habituales desde hace mucho tiempo. Trabajamos desde una universalidad. Tienen que llegar programadores extranjeros para decírnoslo”. Los vínculos transatlánticos son fundamentales para Amaya. “Para mí ser latinoamericano es un superpoder. Me quiero focalizar en proyectos audiovisuales para hacer cine y series, un puente entre las dos orillas”, adelanta un proyecto empresarial con socios latinoamericanos.

Una musa inspiradora

Durante su estancia en México, en 2018, se publicó Reina Roja, la novela de un autor muy famoso del mundo digital, Juan Gómez-Jurado. El policial no era el boom en el que se convertiría luego, con tres millones de libros vendidos. Y Amaya, lectora siempre precoz, movió cielo y tierra para conseguir el texto: “Lo compramos ipso facto y desde entonces ha sido un viaje brutal”. La serie se estrenó hace algunas semanas y ha superado la prueba más difícil, la que impone el crítico más feroz: los fanáticos de la trilogía no han sido defraudados y durante varios días la historia protagonizada por la heroína Antonia Scott fue Trending Topic.

“¿Sabes lo de Julieta, de Romeo y Julieta? «Te encontré demasiado pronto y te conozco demasiado tarde». Es la historia de mi vida. El mercado español no estaba maduro para Reina Roja. En junio de 2017 volaba a Los Ángeles para tener entrevistas con los responsables de las plataformas y me decían que era la primera española con la que se reunían. Todavía la televisión lineal estaba fuerte. Un gran mérito de Amazon fue no soltar este proyecto mientras este equipo se formaba”, explica Amaya por qué Reina Roja demoró tantos años en realizarse. Así como Julieta enamoró a Romeo, Amaya encantó a Gómez-Jurado, quien creó a un personaje llamado Aura Reyes (parte de la también exitosa trilogía Todo arde) inspirado en ella. “Empecé a sospechar que era Aura Reyes porque conducía como yo: mal. Y decía algunas cosas que yo digo como «plural mayestático». Hay algunas cosas en ella que también veo en mí. Soy aguda y paso rápido a la acción, me gusta que el ajedrez de la vida sea así. Soy muy estratégica”.

Reina Roja está protagonizada por Victoria Luego, la actriz de la que sea posiblemente la mejor serie española de los últimos tiempos, Antidisturbios (Movistar), y secundada un personaje entrañable, Jon, en la piel de Hovik Keuchkerian, el intérprete de Un amor, la película de Isabel Coixet. La serie Reina Roja se diferencia de la novela porque, a través de herramientas audiovisuales diseñadas por la showrunner junto a Salvador Perpiñá, el otro guionista de la serie, el espectador puede ingresar en la cabeza de esta detective, la mujer más inteligente del mundo: “Sabemos, a partir de la novela, que hay monos en la cabeza de Antonia, pero no mucho más. Estas personas con altas capacidades nos pueden enseñar muchas cosas, tienen un altavoz emocional y una cabeza divergente que no les deja tener paz. Su mente no para y su conciencia social los termina aplastando, tienen hambre y sed de justicia, se sienten incomprendidos porque llegan antes a todos sitios y se enfrentan así a un gran solipsismo”. En los 110 días (o noches, porque la serie tiene muchas escenas nocturnas) que duró el rodaje, Amaya solo se ausentó en cuatro ocasiones: tres jornadas las dedicó para asistir a compromisos con Amazon y un día el guionista se descompuso y debió llevarlo a su casa y acompañarlo a que se mejorara. Otra vez, la doctora de guiones, al cuidado de los suyos.

Amaya opina que debería haber más mujeres en el medio. “Estamos avanzando a pasos agigantados; en producción somos cada vez más porque somos muy cuidadosas y queremos tener voz. Creo que hay un problema de empatía con respecto a lo que ha sido la narrativa más oficial de la mujer en el mundo profesional. Estamos tratando de hacernos comprender. Me gusta mucho trabajar con caballeros y disfruto mucho con ellos, pero esta es una industria gobernada por hombres y hay un sesgo de mirada que es muy aburrido y cansino. A mí lo que me gusta es trabajar. Lo que no me gusta es el colegueo”.

Ella se ha convertido en una referente no solo del mundo audiovisual en nuestro idioma, sino una voz femenina que se plasma a través de sus productos: “Soy una persona que tiende a pensar que nada me pertenece porque sí. Soy una gran abogada de causas ajenas, causas que no implican la mía. Encuentro una tara de carácter en mí. No he sentido los obstáculos del medio por ser mujer porque, como Aura Reyes, no tengo tiempo de pensar las cosas, me dedico a solucionarlas; y si no he vivido esos obstáculos es porque estaba peleando contra ellos, como parte de la lucha para ir llegando a algún sitio. No digo que no existan obstáculos, solo que no he tenido la distancia focal de verlos”, remata con otra metáfora cinematográfica.

 

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