Para aquellos culés que piensan que el fútbol va mucho más allá de que la pelota entre o no, esta ha sido una buena semana. No solo por la euforia desatada por la clasificación del equipo masculino para los cuartos de final de la Champions tras eliminar al Nápoles, sino por la constatación de que la marca Barça como sello de calidad futbolísitca es un líder mundial indiscutible. Cuatro entrenadores de los ocho equipos clasificados para los cuartos de la Champions son made in Barça (y tres en la Masia): Xavi, Guardiola, Arteta y Luis Enrique. Y Cubarsí, el nuevo niño prodigio, ha sido convocado por la selección española, reafirmando que el Barça (y la Masia) no solo protagonizó el mejor momento de la historia del fútbol español en la serie Eurocopa-Mundial-Eurocopa, sino que el relevo generacional se cuece en La Masia. 

Guardiola, Xavi y Arteta forman la línea sucesoria que entronca con un pionero, Luis Milla, una posición en el campo, el 4, y el concepto cruyffista del fútbol. Arteta, como jugador, fue el eslabón que tuvo que buscarse la vida fuera del Barça porque hubo un tiempo en que el mejor jugador que producía la Masía era el pivote por delante de la defensa. Como entrenador, después de formarse en el Manchester City con Guardiola, está construyendo una obra magna en el Arsenal. Con su sello propio, el estilo del Arsenal es identificable con la tradición azulgrana, como lo es el del City, el del PSG y el del Barça. Es una forma de entender el juego, de tomar la iniciativa, de ir a por el partido. Si ficha por el Real Madrid, Mbappé se hartará a marcar goles al contragolpe, a tumba abierta. El Mbappé del PSG juega a otra cosa. Esa es la marca del entrenador, en este caso Luis Enrique. 

De Ansu a Lamine

La irrupción de Cubarsí es una historia ya demasiado vista para ser casualidad. Ansu Fati, Pedri (cantera de Las Palmas, pero apuesta imberbe del Barça de Koeman), Gavi, Balde, Lamine Yamal y ahora Cubarsí se baten los récords de precocidad entre ellos. Un central, un lateral, dos medios y dos delanteros. La Masia hoy produce mucho más que pivotes por delante de la defensa. De hecho, la búsqueda del primer equipo de un 4 que recoja el entorchado de Busquets sin que haya candidato claro surgido de las categorías inferiores llama la atención por anómala. 

La potencia de la marca Barça en los dos extremos de la carrera del fútbol, los entrenadores y los chavales que rompen la puerta del vestuario a edades cada vez más precoces, debería ser motivo de orgullo azulgrana. Si a ello se le añade haber formado al mejor jugador de la historia y la marca indeleble que la gran obra de Guardiola dejó en el imaginario futbolístico mundial, el resultado es que el Barça es una de las marcas futbolísticas más potentes del mundo. En ocasiones, a los propios culés se les olvida. 

Y no es justo. Es verdad que la realidad del equipo no es la ideal, y que el club no vive su mejor momento ni a nivel económico ni institucional. También es cierto que celebrar como una heroicidad el pase a cuartos de final de la Champions no es propio de esta grandeza, que hubo tiempos más gloriosos en términos futbolísticos y que la palabra decadencia está presente en la conversación desde hace años, tantos como desde que empezó el viacrucis de goleadas por Europa.  

El pesimismo

También es verdad que el pesimismo, el derrotismo y la división forman parte del ADN del club, que las derrotas se saborean y se alargan en el tiempo como el buen vino y que en cambio las victorias se consumen como chupitos breves y desechables. Que demasiado a menudo se mira y se valora más lo ajeno que lo propio, y que lo de Caín y Abel fue una broma comparado con los ismos azulgranas. 

Y aun así, y a pesar de que todo ello muchas veces oculta la realidad, también es verdad que el Barça es una entidad puntera en el fútbol mundial, que su academia vive en la excelencia, que su forma de entender el fútbol, practicarlo, enseñarlo y entrenarlo es una corriente mundial con sello azulgrana. No es la única, no es la que más trofeos alza, pero sí es original, propia, reconocible y triunfadora en en un mundo, el del deporte, en que muchos compiten y solo uno se alza con el trofeo. Made in Barça, en fútbol, es excelencia.

 

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