Las primeras décadas del siglo XX alumbraron una variada gama de diseñadores que le aportaron a la incipiente industria automotriz el vuelo, el talento y la dosis estética necesaria para que el sector experimentara un boom sin precedentes. El automóvil, a partir de entonces, no sólo fue sometido por los clientes a la evaluación técnica de rigor sino que por primera vez empezó también a entrar por los ojos.

Lápiz, goma de borrar, tablero y láminas. Elementos básicos para que estas almas sensibles desarrollaran su arte. Buena parte de los profesionales lograron hacer converger su pasión artística, su obsesión por las líneas y las formas, con el entramado técnico industrial que fabricaría para el mercado un producto que ya no sólo era rendidor en términos mecánicos sino también lindo, deseable, admirable.

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Europa fue la cuna de casi todos ellos, aunque los Estados Unidos, convertida pronto en una potencia del segmento automotor, también aportó a la industria diseñadores de valía. La dinámica creativa, apenas interrumpida por la Segunda Guerra Mundial, mostraba señales de superación constante. Cada modelo, en cada marca, era distinto y mejor a su antecesor. La creatividad no tenía descanso.

Los escombros de dos conflictos bélicos a escala mundial no fueron impedimento para que Italia exhibiera un tesón emprendedor que se desplegó en buena forma en la industria automotriz. Detrás de todo esto están grabados en bronce los nombres de Battista Farina, Nuccio Bertone y Franco Scaglione; y, más acá en el tiempo, Sergio Farina, Giorgetto Giugiaro, Marcello Gandini y Walter de’Silva, toda una auténtica escudería italiana.

Emprendedor tenaz, Battista Pinin Farina (1893-1966) hizo sus primeros palotes en 1906 en un pequeño taller de carrocerías de su hermano mayor, Giovanni. Terminada la Gran Guerra hizo las valijas y se marchó hacia los Estados Unidos para enriquecerse en materia de conocimientos. Allí conoció a Henry Ford, quien lo invitó a sumarse a las filas del óvalo. Farina rechazó el convite. Tenía otros planes en su patria.

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En la década del ‘30 logró reunir el capital necesario para abrir la Società Anonima Carrozzeria Pinin Farina, que tuvo como principal cliente a la marca de su amigo Vincenzo Lancia, para quien diseñó los modelos Augusta, Astura y Aprilla. Luego del paréntesis de la Segunda Guerra Mundial y ya en los ‘50, Enzo Ferrari también firmó un acuerdo con Farina que daría como resultado la presentación de las Ferrari 212 Inter y 250 Europa GT en 1954, y que sería al punto de partida de la colaboración más fructífera de la historia de la industria automotriz.

En 1955 se presentó el Alfa Romeo Giulietta Spider, y se cerró un acuerdo con Peugeot que duraría varias décadas y entregaría modelos 403, 404 y 504. Uno de los autos preferidos de Battista fue el Lancia Florida II, un concept car desarrollado en 1957 sobre la base del Lancia Aurelia. Tan es así que lo utilizó como auto personal hasta su muerte. Su última creación fue el Alfa Romeo Duetto, que se exhibió por primera vez en el Salón del Automóvil de Ginebra en 1966.

Para ese entonces Battista ya era una figura mundial y el gobierno italiano le había autorizado cambiarse el apellido por Pininfarina. Sin embargo, hacía tiempo ya que en lo operativo le había dejado las riendas a su hijo Sergio Farina (1926-2012), graduado como ingeniero mecánico. Fue él quien, al frente de la empresa, diseñó la Ferrari Testarossa, un deportivo biplaza de dos puertas que lideró el mercado convirtiéndose en el símbolo de la casa de Maranello entre 1984 y 1996, cuando dejó de fabricarse.

Hay que volver en el tiempo para encontrarse con otra figura, la de Giuseppe Nuccio Bertone (1914-1997), pionero de la industria automotriz italiana. Su padre había fundado un taller en Turín en 1912 y él se sumó a la empresa familiar aportando diseños singulares. Como a tantos otros, la Segunda Guerra Mundial lo obligó a arriar las velas y esperar tiempos mejores.

En la década del ‘50 comenzó a construir sus propios vehículos. Sorprendió con el diseño del Alfa Romeo Giulietta Sprint y con los BAT 5, 7 y 9. Los ‘60 también fueron productivos: tuvo repercusión con el trazado del Fiat 850 Spider, pero fue el segmento deportivo el que le trajo mayor éxito a partir del Lamborghini Countach, Ferrari Dino 308 GT4 y el Lancia Stratos. También le puso su rúbrica a vehículos más comerciales como los Citroën BX y XM.

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La historia de Bertone está ligada de manera inevitable a la de otro gran diseñador italiano, Franco Scaglione (1916-1993), considerado el padre del Alfa Romeo 33 Stradale (1967). Nació en Florencia y como no podía ser de otra manera, dada su cuna, era ante todo un amante del arte, sentimiento que trasladó a los fierros.

Deslumbrado por los aviones desde que era joven, se graduó en aerodinámica en la Universidad de Florencia. Sus conocimientos acerca de la aerodinamia fueron la base de los diseños firmados por Scaglione. Los vehículos exhibían la menor resistencia al aire posible y una mínima turbulencia. Se mudó a Turín en la década del ‘50, donde se vivía el boom de la fabricación de autos con las marcas Fiat, Alfa y Lancia. Su primer diseño fue el del Aurelia B53 Coupé, que aún pervive.

Trabajó 9 años en Carrozería Bertone, con Nuccio Bertone, quien le dio absoluta libertad para que jugara con su imaginación y sus diseños. Pero Bertone siempre supo que la clave del negocio era tener éxito en la producción masiva de vehículos e intentó que el joven Scaglione pudiera inclinarse hacia una ecuación adonde convergieran el arte y los proyectos industriales a gran escala.

Entre sus proyectos más destacados están el Fiat Abarth 1500 Coupe, Alfa Romeo 2000 Sportiva, Alfa Romeo Sprint Coupe, Berlinetta Aerodinamica Tecnica 5, 7 y 9; Fiat Abarth 750; Arnolt-Aston Martin DB2/4; Alfa Romeo Sprint Speciale; NSU Prinz Sport; Porsche-Abarth Carrara GTL y Maserati 3500 GT Coupe.

En 1959 decidió separarse de Bertone, en una relación que se quebró, dicen, motivado por los celos. Abrió su propio estudio de diseño y continuó deleitando con sus líneas y formas.

Un año fructífero

El año 1938 fue especialmente fructífero para la historia del diseño automotriz: nacieron Giorgetto Giugiaro y Marcello Gandini. Del primero suele afirmarse que es el más famoso y el mejor diseñador italiano de toda la historia. Su trayectoria incluye proyectos en compañías como Alfa Romeo, Aston Martin, BMW, Fiat, Bugatti y Ferrari.

Gracias a su extenso trabajo se lo reconoció como Diseñador del Siglo en 1999 e ingresó al Salón de la Fama del Automóvil en 2002. Es famoso por iniciar la tendencia del “papel plegado” en los autos, que incluía largas líneas rectas en la carrocería. Quizá su diseño más famoso fue el Volkswagen Golf y el DMC DeLorean.

Trabajó en la compañía de Bertone entre los años 1960 y 1965, para luego estar dos años (entre 1966 y 1968) en Ghia. En 1969 fundó su propia compañía, Italdesign Giugiaro, a la que condujo durante décadas. Llevan su rúbrica también el BMW M1, De Tomaso Mangusta, De Lorean DMC-12, Iso Grifo, Lotus Esprit y Maserati Bora, además de los Audi 80 (1978), Fiat Panda (1980), Seat Ibiza (1984), SEAT León (1999) y Volkswagen Golf (1974).

El de Marcello Gandini (quien falleció la última semana a los 85 años) es otro caso de alta producción en términos de calidad. Como tantos otros diseñadores italianos, también nació en Turín. Cuenta la leyenda que su sueño era trabajar en Bertone, pero el jefe de Diseño, el mismo Giorgetto Giugiaro, lo rechazó. Recién pudo ingresar cuando Giugiaro se marchó y entonces estuvo 14 años en la compañía desarrollando proyectos.

Es considerado creador del ‘Estilo Bertone’ que tuvo una de sus máximas expresiones en el Lamborghini Miura. En esa época Gandini creó el Alfa Romeo Carabo, Lancia Stratos y Fiat X1/9. Con Lamborghini la relación es más especial, pues también dibujó los Marzal, Espada, Jarama, Bravo, Countach o Diablo. Entre los conocidos de otras marcas están el Bugatti EB110, Cizeta Moroder V16T, BMW Serie 5 (E12) o Renault 5 Turbo.

Entre los diseñadores italianos que aún están en carrera, Walter de’Silva (1951) es tal vez el más destacado. Sus primeros proyectos tuvieron lugar en la empresa Fiat, pero luego firmó para Alfa Romeo, compañía en la cual diseñó el Alfa Romeo 145, 147 y el 156, entre otros.

En el inicio del nuevo milenio fue contratado por la empresa española Seat, perteneciente al Grupo Volkswagen, donde creó la tercera generación del Ibiza, el Altea o la segunda generación del León, además de prototipos como el los Seat Salsa y Tango.

En 2002 se incorporó a Audi como jefe de Diseño. De sus bocetos salieron los Audi A6 (2005), Q7 (2005), R8 (2006) y Audi A5 (2007). Cuatro años después de’Silva fue contratado por Volkswagen, donde hizo los Polo IV y V, Golf VI, Passat (2010) y Up! (2011). También desarrolló proyectos para Lamborghini, tales los casos del Miura Concept y el Egoista. Recibió 12 galardones en su carrera, siendo el más destacado el del 2004, cuando el Seat Altea fue considerado el Auto más bello del mundo.

Otros talentos

Las islas británicas también le dieron a la industria automotriz plumas de talento. Uno de ellos es Ian Callum (1955), nacido en Dumfries, Escocia. Egresado del Royal College of Art de Inglaterra, y antes de la Glasgow School of Art, es uno de los diseñadores de autos más reconocidos en el mundo.

Se cuenta que a los 13 años envió a Jaguar sus primeros diseños de autos esperando encontrar un trabajo. Por décadas persiguió su sueño y en el camino fue creando modelos en Ford (RS200 o el Escort RS Cosworth). Recién en 1999 pudo alcanzar su sueño e ingresar a Jaguar. Quizás sus más grandes creaciones fueron la plataforma del Jaguar F-Type, el Aston Martin DB7 y el Vanquish.

Es el padre de los Jaguar XK, XF y XJ, además del deportivo F-Type y de los SUV, F-Pace y E-Pace. Uno de sus diseños de autor es el Jaguar C-X75, el prototipo que apareció en la película de James Bond, Spectre.

Pero la línea clásica del Jaguar tuvo un antecesor en otro diseñador británico, Malcom Sayer. Llegó a la compañía en 1951 y dejó su sello inigualable. La aerodinámica cumplía un rol clave para este ingeniero y de allí salió el formato de los Jaguar C-Type (sucesor del XK120), el Jaguar D-Type (triunfador en Le Mans en la década del 50) o Jaguar E-Type. También creó el Jaguar XJ13 y Jaguar XJS.

Los especialistas afirman que los habitáculos diseñados por Sayer se parecen en mucho a aviones de caza sin alas del tipo Spitfires o Hawker Hunters. Se dice también que en su oficina tenía un folio de papel pegado a lo largo de toda la pared, en el cual trazaba líneas y ponía colores cada vez que la imaginación se lo demandaba.

El legado de Porsche

Mucho más atrás en el tiempo, el otrora Imperio Austrohúngaro vio nacer la figura de Ferdinand Porsche (1875-1951). En sus primeros años diseñando creó un híbrido llamado Lohner-Porsche. En su paso por Austro-Daimler hizo el Sascha (Austro Daimler ADS R Sascha de 1922). Poco después llegaría uno los más importantes, el Mercedes-Benz SSK, un deportivo que dominó en competición durante la década de los 20. En 1931 fundó su propia compañía y desarrolló proyectos como los flechas de plata de Auto-Union.

Otro de sus trabajos que trascendieron en el tiempo es el Volkswagen Escarabajo, realizado a pedido del gobierno de la Alemania nazi, que buscaba crear el ‘auto del pueblo’. La Segunda Guerra Mundial lo obligó a suspender proyectos, que retomó más tarde, viendo la luz el Porsche 356.

En Francia, el diseñador Robert Opron (1932-2021) fue clave para la industria de su país. Entre1962 y1973 trabajó como diseñador en el Centro de Diseño de Citroën, donde dio vida a autos ya clásicos como el Citroën AMI8, el Citroën GS, Citroën SM y Citroën CX.

Entre sus grandes hallazgos se encuentra la concepción de la aerodinamia al diseñar los faros empotrados en la carrocería. También implementó los faros giratorios, o direccionales, para que el conductor pueda “ver a la vuelta de la esquina”. Su gran obra, en 1970, fue el Citroën SM, un automóvil deportivo de lujo que llevaba un motor Maserati.

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En 1974 se fue a Renault. En la marca del Rombo, Opron le dio forma al rediseño del Alpine 310 con motor V6, a la Renault Fuego y a los Renault 9, 11, 19 y 21, estos dos últimos en colaboración con Giugiaro, de Italdesign. En 1985 pasó de Renault al grupo Fiat, donde presentó el proyecto ganador ES30, que terminaría convertido en el Alfa Romeo SZ.

Diseñadores de Estados Unidos

Tres nombres están grabados en la historia del automovilismo de los Estados Unidos en materia de diseño: David Ash, Chris Bangle y Harley Earl. El primero tiene la autoría del Ford Mustang, un auto emblemático para la industria norteamericana.

Ash fue jefe de Diseño de Ford, donde creó el Ford Thunderbird (fue utilizado en la película Thelma & Louise); el Lincoln Continental Mark III, los Ford Fairlane Crown Victoria Skyliner o Mercury Monterey Sun Valley. Además, en su currículum cuenta haber diseñado el vehículo presidencial en el que fue asesinado John F. Kennedy.

Chris Bangle, en cambio, desarrolló buena parte de su carrera en Alemania, donde trabajó para Opel, Fiat y BMW. Es creador de las series 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7 de BMW, pero sus mejores obras fueron el BMW Z4 y el Z8. En Fiat había trazado las líneas de la segunda generación del Fiat Panda y el Fiat Coupé.

Por último, Harley Earl fue jefe de diseño de General Motors, puesto que luego cambió para convertirse en vicepresidente del grupo. De su tablero surgieron modelos para Buick, Cadillac y el emblemático Chevrolet Corvette, siendo este último su modelo más representativo.

 

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