Mirame y no me toques. Los futboleros ya lo saben: la Copa del Mundo es el cetro del Rey de Inglaterra y la lámpara de Aladino, todo en uno. La leyenda de intocable la colocó en un arcón de mitología donde los amantes de la pelota saben que ninguna mano la abraza, excepto los afortunados participantes de algunas de las selecciones ganadoras del torneo.

La tentación de estar cara a cara con la misma copa que se usa desde el Mundial de Alemania de 1974 es abrumadora. Es posible sacarse una selfie con la que levantaron Franz Beckenbauer, Daniel Passarella, Dino Zoff, Diego Maradona, Lothar Matthäus, Dunga, Didier Deschamps, Cafú, Fabio Cannavaro, Iker Casillas, Phillip Lahm, Hugo Lloris y el mismísimo Leo Messi. Pero, para llegar a la caja de seguridad que la cobija y comprobar que es más pequeña de lo imaginado, hay que viajar hasta Zurich. Allí, en 2016, abrió el Museo Oficial de la FIFA, donde se expone un amplio patrimonio futbolístico internacional y se presenta la historia de la Copa Mundial y el deporte de un modo didáctico, emotivo y curatorialmente impecable.

El ingreso sumerge en un abanico de camisetas de las 211 ligas del mundo asociadas a la FIFA. Un pantone interminable reúne las casacas perfectamente dobladas de todos los países, ordenadas por color. Sólo ese primer paso ya es impactante: banderas, escudos, tradiciones, decenas de prendas desconocidas, una al lado de la otra. Frente a este óvalo que recrea un campo de juego, una línea de tiempo resume la historia del fútbol desde sus comienzos, con registros incunables de todas las épocas. Es perfecto el recorrido que se presenta al pie con la evolución de las normas del juego. Entre otras cosas, explica que la tercera versión del offside se comenzó a aplicar en 1925, que la tarjeta roja se estrenó en el Mundial de México ´70 y que los dorsales con los números en las camisetas se empezaron a usar en el Mundial de Brasil ´50.

A través de los objetos, el museo explora las emociones que despierta el fútbol en todo el mundo. Sus más de 3.000 m2 de exposición —aproximadamente, lo que ocupa una cancha de fútbol— se dividen en tres niveles que se pueden visitar a modo de viaje por el tiempo.

Un panel especial homenajea a todos los campeones del mundo, donde, además, se exhibe el autógrafo y registro de la visita de cada uno de ellos. Sólo dos de los argentinos que obtuvieron ese cetro se han hecho presentes: Mario Alberto Kempes y Ricardo Bertoni. Desde que el museo se abrió, ninguno de los integrantes de las últimas dos selecciones campeonas ha pasado por allí.

Maradona, Pelé, Messi y Mbappé

El museo ocupa las tres plantas inferiores del renovado Haus zur Enge, un edificio de uso mixto de diez pisos ubicado en el barrio de Enge, ícono arquitectónico de los años 70, construido por Werner Stücheli frente a la estación de tren de Zurich, y el Hotel Ascot, también propiedad de la FIFA. Contiene un bar deportivo, un restaurante, una cafetería, una biblioteca, una tienda y salas de conferencias; los pisos superiores tienen oficinas y 34 departamentos de lujo.

Con una exhibición de más de mil objetos, presenta varias instalaciones interactivas y multimedia, como la máquina de pinball más grande del planeta, y una instalación de medios audiovisuales llamada Visions of Football con pantallas LED de 8 metros.

Memorabilias exclusivas y unos 500 videos diferentes documentan toda la amplitud del fútbol internacional y su carácter integrador. Se ofrece especial protagonismo al modo en que el deporte más popular inspira, influye y emociona a diario a personas de todo el planeta.

Un recorrido paso a paso por cada una de los torneos del mundo enfrenta a paneles exclusivos que rescatan objetos, anécdotas y recuerdos únicos de los Mundiales, todo en formato original. Aparecen botines de Pelé del Mundial ´58, la estrategia del DT argentino Lionel Scaloni en la final con Francia de Qatar, la camiseta de Guillermo Stábile del Uruguay 1930, la carta de identidad del húngaro Ferenc Puskás, la banda de capitán del “káiser” Franz Bekenbauer y una de las camisetas de Diego Maradona y otra de Leo Messi de ambas finales en las que se consagraron campeones. Kylian Mbappé también cedió una de sus camisetas de la final frente a Argentina. De Qatar también hay un par de medias del capitán marroquí Romain Saiss, cuyo equipo fue el primero de África en llegar a la semifinal en la historia, y la remera de la árbitra Stéphanie Frappart, la primera mujer en dirigir un encuentro en un Mundial: el partido entre Costa Rica y Alemania.

Un recorrido similar recoge la vertiginosa historia del fútbol femenino, dando cuenta de los antecedentes que se inician con el Dick, Kerr’s Ladies, uno de los primeros equipos célebres de la liga inglesa.

Una mini tribuna semicircular recupera butacas y bancos de una veintena de estadios del mundo, incluyendo asientos originales de los ingleses Wembley y Liverpool o los franceses Saint Étienne y Lyon, y un trozo de pasto del Maracaná, de cuando era el estadio con mayor capacidad del mundo.

El museo también dio el salto al ámbito digital con la presentación de su primera experiencia virtual. La propuesta traslada a los visitantes a la histórica edición inaugural de la Copa Mundial de 1930, un viaje que comienza con una travesía virtual a bordo del legendario MS Con Verde, el navío que trasladó a Jules Rimet, el por entonces presidente de la FIFA, y a los equipos europeos hasta Brasil y Uruguay para disputar el torneo. También se incluyen curiosidades de los torneos digitales, con una serie espacios para competir en vivo.

 

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