En los últimos días, tres gobernadores: Rolando Figueroa, de Neuquén; Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, y Maximiliano Pullaro, de Santa Fe, se refirieron casi en simultáneo a un tema educativo. Este panorama muestra que es un aspecto, el del ausentismo docente, que ha estado escondido pero castiga en todo el territorio nacional.

Figueroa, que dio aumento por decreto luego del rechazo sindical a su oferta de recomposición salarial, argumentó: “El Estado paga 100 millones de dólares por año en suplencias docentes, nos alcanza para hacer 64 escuelas primarias por año que podríamos hacer los neuquinos… además, 20 millones de dólares responden al pago de suplentes de suplentes, ya que algunos docentes se toman licencia cuando ya están cubriendo un cargo vacante de otro educador”.

Por su lado, Frigerio argumentó: “No había fondos para imprimir libros de texto y encontramos que se gastan $ 11.000 millones por año en adscripciones, es decir, en sueldos de docentes que no están en las escuelas, sino en otras áreas de gobierno… Y más de $3000 millones por mes se destinan a sueldos de docentes con distintos tipos de licencias. Hoy las suplencias en las escuelas públicas de la provincia son un 25% del total de docentes, mientras que en las escuelas de gestión privada son del 5%”.

Pullaro, en un video que se viralizó, comentaba en el acto de inicio de clases: “Se toman 18.000 días en cuidado de suegras. ¡No me mires así Toto, 18.000 días de cuidado de suegra! –le comentaba a alguien que miraba azorado–. Tomen nota porque es real: cuidado de sobrino y cuidado de tío. Veo que muchos se sonríen. Los mismos periodistas. Fijate los números de que estamos hablando: estamos hablando de mil aulas, de cincuenta escuelas, de reparación en 3500 edificios, del aumento de 109% de lo que es la copa de leche y la ración de comida. Bueno, se nos fue en un año en reemplazos. El año pasado sobre 400.000 millones que se pagaron de salario a los docentes, 100.000 fueron de reemplazos, el 32%, impacta en el 25% de la masa del total. 86.000 días de reemplazo en octubre, 235 años. ¿Está? Y hay docentes que aman, muchos, que aman lo que hacen, su profesión. Bueno, a esos los vamos a priorizar y esos con nosotros van a mejorar, hasta su salario, sus ingresos”.

Los diagnósticos son similares. Lo que sucede es que estos gobernadores nuevos se pusieron a hacer las cuentas y se encontraron, en un marco de restricción presupuestaria planteado por la presidencia de Javier Milei, con estas situaciones que se arrastran desde hace años. En el trabajo “Argentina. El estado de políticas públicas docentes” (OEI, 2018) en la página 20 se lee: “Un estudio que combina bases de datos administrativas y bases estadísticas del gobierno de la ciudad de Buenos Aires (Montoya, 2014) muestra que, para el año 2013, cada docente de la educación primaria común se ausentó un promedio de 20 días siendo que apenas un 6% de tales inasistencias serían injustificadas, mientras que las restantes serían por motivos contemplados en el Estatuto del Docente. Lamentablemente no se dispone de información sobre usos abusivos de permisos de ausencia lo que permite concluir que la mayor parte del ausentismo de los docentes no radica en transgredir normas, sino, justamente, en cumplirlas”.

El alto ausentismo docente, al que hay que agregarle los días perdidos por paros, afecta los aprendizajes y se debe a la aplicación de la ley, no a su quiebre. Y quien lo advierte es acusado de estar “contra los docentes”. Pues no, es advertir de los malos docentes, que son sistemáticamente encubiertos por los sindicalistas a lo Baradel. Si además ese ausentismo y esos paros los financia el Estado, estamos en una tormenta perfecta. Los sindicatos docentes victimizan a sus afiliados sin distinguir, pero es como dice Pullaro: los docentes que aman su profesión no faltan. Esos 20 días de promedio en el estudio de Montoya se forman con los entre 40 y 50 días que no van, dentro del reglamento, los faltadores, a los que protege el sindicato, y la contribución para bajar el porcentaje de los muchos cumplidores. Los mismos docentes lo advierten cuando no hay un delegado gremial cerca, para evitar el escrache. Es importante recordar que en las escuelas estatales argentinas, en todas las provincias es más o menos igual: el ausentismo docente ronda el 20%. Mientras que en las privadas es del 5%. En muchos casos los docentes son los mismos que dan en las dos gestiones. En las del Estado priman los estatutos, con sus muchas “ampliaciones de derechos”, y en las privadas distintos convenios, como la “ley de contrato de trabajo”. Vale aclarar que entre 5 y 7% es el ausentismo medio de cualquier actividad laboral.

Varias preguntas: ¿quién defiende el interés de los chicos por tener clases?, ¿por qué los sindicatos defienden a los malos docentes faltadores seriales y no a los cumplidores?, ¿por qué se escudan los malos en los buenos y en los que verdaderamente tienen un problema real, que no es cuidar a la suegra, como en Santa Fe?, ¿por qué este tema está invisibilizado si la cantidad de días efectivos de clases siempre está en la picota?

En 2015, comenzando la primera gobernación de Alfredo Cornejo, nos encontramos en Mendoza con la misma situación que hoy padecen las provincias argentinas. Con coraje, el gobernador planteó en paritaria el “Ítem aula”, un mecanismo que evita todas estas malformaciones. Por supuesto, el sindicato lo rechazó y comenzó una campaña de mentiras y desinformación que llega hasta hoy, con muchas complicidades de los políticos que quisieron sacar provecho electoral. En 2016 se mandó por ley de la Legislatura y fue aprobado por un voto. Fue a la Corte con pedido de inconstitucionalidad por parte del sindicato, y tras tres largos años de dilación judicial salió la constitucionalidad 7 a 0. El efecto inmediato fue que en un mes el ausentismo docente en escuelas estatales bajó al 5% que se registra en las privadas. Con su aplicación y el descuento que corresponde por ley de los días de paro no trabajados, se terminaron los paros como único modo de protesta. Sigue estando el derecho de huelga pero hay que aguzar el ingenio, como hicieron las docentes que hace unos días fueron a trabajar con guardapolvos negros para protestar. Conclusión: los chicos ganaron en días de clases.

La solución está ahí, a la mano. Solo hace falta que los gobernadores que quieren solucionar el tema se comuniquen, tomen las recetas exitosas, las adapten a sus provincias y asuman con valentía y paciencia la pelea que seguramente se desatará con los sindicatos. Una vez pasada esa tormenta, los alumnos irán mejorando porque tendrán más días en las aulas. No hay otra solución, está probado.

Exdirector General de Escuelas de Mendoza y miembro de la Coalición por la Educación

 

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