La imagen de la Guardia Civil entrando en las dependencias de la Federación Española de fútbol hace tanto o más daño a nuestro fútbol que el triste espectáculo que Luis Rubiales ofreció durante la entrega de la copa del Mundo en Australia.

Ni la afición ni los futbolistas se merecen este castigo que lleva camino de convertirse en un eterno culebrón. La FIFA empieza a hartarse, algunos dirigentes de la vieja guardia son detenidos, Rubiales reaparecen en la República Dominicana y la convocatoria de elecciones ha tenido que aplazarse por los registros judiciales. Pues eso, que no falta ningún ingrediente para realizar una película de policías y ladrones. Un desastre absoluto que vincula la etapa de Rubiales a la corrupción, blanqueo de dinero, administración desleal y otro tipo de escándalos financieros.

Quien se libró ayer del espectáculo fue Gerard Piqué. El exfutbolista del Barça no entra en las investigaciones porque su empresa solo ejerció de intermediaria. O sea, que Kosmos obró por lograr el contrato entre Arabia y la Federación, cobró su comisión y ahí termino su tarea.

El problema es la gestión que se realizó desde la Federación con todo el dinero ingresado desde este país árabe. A todo eso, como ya está todo en duda, la juez también pidió información sobre el acuerdo con La Cartuja y otro tipo de contratos.

Por el bien de fútbol español sería bueno y necesario que la justicia actuara con celeridad, que depurara responsabilidades lo antes posible, se celebrarán elecciones de inmediato y empezará una nueva y trasparente etapa.

De lo contrario, si este espectáculo no se corta de raíz, el futbol español corre el riesgo de ser expulsado de la FIFA y perder el derecho a coorganizar el Mundial del 2030. En definitiva, que todos los éxitos que los futbolistas han logrado a base de mucho esfuerzo sobre el terreno de juego, ciertos dirigentes se encargan de empañarlos con sus inadmisibles comportamientos y pésima gestión. Una pena.

 

 

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