Los números de enfermos de dengue suben semana a semana en el país y marcan récords. En medio de este contexto, los especialistas se preguntan si acaso ya se ha llegado al punto máximo de la epidemia o si las cifras seguirán creciendo. “Todavía no se sabe”, destaca el doctor Eduardo López, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica. El especialista, que es infectólogo del Hospital General de Niños Ricardo Gutiérrez, asegura que en las últimas semanas en este reconocido centro médico se está trabajando “a pleno”, en los ocho consultorios que montaron por la epidemia de dengue para atender casos sospechosos y confirmados. “La semana pasada tuvimos el récord de diagnósticos de dengue. Actualmente tenemos nueve niños internados, uno en terapia intensiva”, afirma el especialista.

Como él, el resto de los infectólogos y pediatras consultados por LA NACION destacan la importancia de conocer los síntomas que suelen presentar los chicos con dengue, que difieren en cierta medida de los de los adultos, así como también los signos de alerta, las recomendaciones en torno de la vacunación e incluso qué repelentes deben utilizar los menores.

¿Los niños tienen menos dengue?

Los datos de los últimos boletines epidemiológicos del Ministerio de Salud de la Nación y de la Ciudad de Buenos Aires muestran la misma tendencia que los expertos observan en sus consultorios: el dengue está teniendo mayor incidencia entre la población adulta que entre niños y adolescentes. “Los chicos que están por debajo de cuatro años se enferman menos que los de 10, 12 años, y muchísimo menos que los adolescentes y que los adultos. Pero los adolescentes de entre 14 y 18 años se contagian prácticamente igual que los adultos”, afirma López.

En lo que va del año epidemiológico (desde mediados de 2023 hasta la actualidad), en la Ciudad se han registrado, en niños de entre 0 a 5 años, 21, 1 casos de dengue cada 100.000 habitantes de esa edad. La tasa de incidencia asciende a 125,9 para el rango etario de 5 a 9, y a 292,8 cuando se trata de chicos de entre 10 a 14 años. El siguiente grupo de edad -de 15 a 24- comparte casi la misma tasa de incidencia que las personas de entre 45 a 46 -312,7-, y es la cifra más alta de todos los grupos poblacionales de la ciudad.

Una tendencia similar se ve plasmada en los gráficos nacionales. En números netos, a nivel país, desde mediados de 2023 hasta ahora ha habido 34.088 enfermos de dengue en menores. La primera muerte pediátrica del año por esta infección ocurrió hace pocos días, en Santa Fe. El chico tenía seis años.

Los especialistas consultados destacan que los niños también pueden llegar a desarrollar un cuadro grave de dengue, aunque en menor medida que los adultos. “Los cuadros graves dependen del número de infecciones que el paciente tuvo a lo largo de su vida, por distintas cepas. Entonces si sos chico y tenés dengue, lo más probable es que esta sea la prima-infección, y es por eso que tenés menos chances de tener una forma grave”, afirma la doctora Pola Soto, jefa de Emergencias Pediátricas del Hospital Austral.

Esta explicación confluye con otra: “Los niños tienen menores factores de riesgo: menores tasas de obesidad mórbida, de diabetes, de cardiopatías, e hipertensión arterial”, dice López, y suma: “Los chicos que desarrollan un cuadro más grave generalmente tienen factores de riesgo. Tenemos la impresión que el niño en general soporta bastante bien la fase aguda del dengue, mientras que los adolescentes tienen síntomas ya más importantes y comparables con los de los adultos”.

Llegar al diagnóstico: una tarea compleja

La pediatra María Juliana Cabrera, del área de Emergencias del Servicio de Pediatría del Hospital Alemán, afirma que el inicio de la primera fase de esta enfermedad en chicos es muy similar a la de los adultos. “Comienzan con fiebre alta, de difícil manejo con antitérmicos, con malestar general”, detalla.

Aunque después pueden presentar signos y síntomas que son particulares de la edad. “Cuando se va la fiebre, los niños mayores de cuatro años pueden referir dolores de cabeza y detrás de los ojos. Muchas veces se señalan la frente o se toman la cabeza con las dos manos. También se asocian síntomas gastrointestinales, que pueden ser dolor abdominal, vómitos. Son mucho más frecuentes los síntomas gastrointestinales de dengue en los niños que en los adultos”, advierte.

Actualmente, el diagnóstico de dengue en chicos es complejo debido a la situación viral propia del comienzo del otoño, dice: “En pediatría en este momento del año tenemos varios diagnósticos diferenciales, entonces cuando inician con fiebre tenemos que hacer un buen examen físico e interrogatorio para determinar si hay sospecha de dengue o si el cuadro puede deberse a cualquier otra virosis estacional”.

La instancia en que puede llegar a desarrollarse un cuadro grave, afirma Soto, tiene lugar cuando, después de los primeros días, la fiebre baja y comienza lo que se denomina la “etapa crítica” de la enfermedad. “Este es el momento cuando hay riesgo de hemorragias, de fiebre hemorrágica, vómitos y otras complicaciones relacionadas con dolor abdominal. Todo esto, si se manifiesta, ocurre en esta etapa, que es cuando comienza el riesgo de que bajen en forma más pronunciada las plaquetas. Hay un criterio de internación, que es cuando las plaquetas descienden abruptamente y aumenta bruscamente el hematocrito”, afirma Soto, quien destaca, a su vez, la importancia de que los padres estén atentos a las señales de alerta, que son las mismas en los chicos que en los adultos: vómitos, diarrea, dolor abdominal intenso, sangrados, somnolencia e irritabilidad.

Vacunación en menores, según los expertos

La vacuna disponible en nuestro país, que requiere de dos dosis aplicadas con tres meses de diferencia, está aprobada para mayores de 4 años y su uso está autorizado por el Anmat. Una de sus contraindicaciones es en personas inmunocomprometidas por tratarse de una vacuna a virus vivo atenuado. “Su aplicación es independiente de haber padecido dengue o no. La eficacia global publicada es del 90 % para evitar internaciones y cuadros graves”, afirma la pediatra, infectóloga y epidemióloga Silvina Ruvinsky, prosecretaria del Comité Nacional de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Al no haber recomendaciones oficiales del Ministerio de Salud, los especialistas recomiendan consultar al pediatra o médico de cabecera del niño para que ayude a decidir si es conveniente la vacunación en cada caso.

“La vacunación no asegura que no contraigamos el dengue. No hay ninguna vacuna que prevenga al 100% la posibilidad de prima-infección contra el dengue. Entonces todos nos deberíamos seguir protegiéndonos con repelentes. No debemos olvidar las medidas de cuidado más difundidas: descacharrar y el repelente con la renovación adecuada de acuerdo al que usemos”, afirma Cabrera.

En cuanto al uso de los repelentes en niños, los médicos destacan que estos no deben ser utilizados hasta los dos o tres meses de edad y que, previo a eso, se debe proteger a los bebés de los mosquitos con tul.

Sobre el uso de citronela en la piel de los bebés y chicos, una práctica que se ha difundido en los últimos meses para evitar los repelentes, Cabrera destaca: “La citronela no es un repelente adecuado para prevenir la picadura del aedes aegypti. Tenemos que usar los repelentes que tienen DEET. El porcentaje que nuestro repelente tenga de DEET indica la cantidad de horas que dura y cada cuánto tenemos que repetir la aplicación”.

“Es importante revisar la etiqueta del producto para ver cantidad de DEET, concentración y seguir las instrucciones de la etiqueta. El uso de repelente con DEET en zonas expuestas y sobre la ropa puede indicarse en niños a partir de los 2 meses de edad y en concentraciones no mayores al 30%, según las recomendaciones de la academia americana de Pediatría, del Ministerio de Salud y de la Sociedad de Pediatría”, suma Ruvinsky.

 

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