El más grande, el de cachalote

Los cachalotes (Physeter macrocephalus) son mamíferos marinos que han fascinado a la humanidad desde la antigüedad. Los siglos XVIII, XIX y buena parte del XX fueron una época trágica para los cachalotes, ya que se cazaban por el espermaceti, el aceite y la carne.

Estos recursos se empleaban como lubricante, para cosmética o para alimentación, y gozaron de una gran popularidad, por lo que se llegaban a cazar miles de cachalotes por año.

Durante siglo XX su población menguó hasta un 40% de la original debido a estas prácticas hasta que se hizo efectiva la prohibición de su caza en 1985. Desde entonces, se estima que la población mundial de cachalotes ha aumentado hasta los 770.000 ejemplares.

Los machos de cachalote pueden llegar a medir 24 metros de longitud y alcanzar 50 toneladas de peso. Las hembras, en cambio, alcanzan una media de entre 11 y 14 metros y un peso de 25 toneladas.

La cabeza de este animal comprende aproximadamente el 36% de su tamaño, por lo que en comparación es similar o superior a un automóvil grande. Estas características permiten que los cachalotes cuenten con el cerebro más grande del reino animal, cuyo peso estimado ronda entre los 7 y los 9 kilogramos de peso.

Segundo puesto, la ballena azul o el rorcual

No es de extrañar que el animal más grande del que tenemos constancia esté en los primeros puestos. La ballena azul, (Balaenoptera musculus) puede alcanzar los 30 metros de longitud y cerca de 200 toneladas de peso.

Su cerebro, sin embargo, pesa alrededor de 7 kilogramos, algo más ligero que el de los cachalotes. Ahora bien, esta clasificación es algo arbitraria, ya que el rorcual común (Balaenoptera physalus) a pesar de ser más pequeño tiene un cerebro de tamaño y peso similar.

En la actualidad, se han documentado casos de hibridación de ambas especies. Un estudio genómico llevado a cabo en 2024 determinó que hasta el 3,5% del genoma de la ballena azul proviene del rorcual. Además, se han encontrado ballenas azules embarazadas por rorcuales.

Se especula que estos casos son producto del limitado número de ballenas y rorcuales que existen en los océanos debido a la sobrepesca que sufrieron ambas especies durante los siglos pasados. Al menos la descendencia de las hibridaciones entre ambas especies es fértil, por lo que es un factor que tener en cuenta para las tareas de conservación.

Primer puesto en tierra, el elefante asiático

A pesar de que el elefante africano (Loxodonta africana) es más grande, el elefante asiático (Elephas maximus) se lleva el primer puesto en cuanto al peso del cerebro. El cerebro del elefante asiático puede llegar a superar los 5 kilogramos, aunque suele rondar los 4800 gramos. En cambio, el elegante africano tiene un cerebro algo más pequeño, de “solo” 4200 gramos.

Existe literatura científica de finales del siglo XIX en el que el peso de los cerebros de los elefantes alcanza los 9kg. Sin embargo las mediciones realizadas con la tecnología actual apuntan a que estos números eran demasiado grandes para poder ser reales.

Por tanto, el cerebro de un elefante tiene un peso aproximado más de 3 veces superior al del cerebro humano y, según distintos estudios, cuenta con 250 mil millones de neuronas, también más de 3 veces más que nuestra especie. De hecho, las estimaciones apuntan que el cerebro de los elefantes es el mayor de todos los animales terrestres que ha habido en nuestro planeta.

Ninguno de los otros animales terrestres, actuales o extintos, que se han descubierto hasta la fecha superan el tamaño ni el peso del cerebro del elefante asiático.

Sin embargo, el tamaño del cerebro no está necesariamente ligado a la inteligencia de la especie. La cantidad de neuronas de la corteza cerebral del elefante es, aproximadamente, un tercio de las neuronas de la corteza cerebral humana (5600 millones para el elefante frente a las 16300 millones para el humano).

Por último, en la relación entre el peso del cuerpo y del cerebro, nos llevamos el primer puesto entre los vertebrados. Es decir, que los humanos tenemos el cerebro más grande y pesado en relación con nuestro cuerpo.

El humano con el cerebro más grande

Esta pregunta es mucho más compleja de lo que pueda parecer. En la actualidad, el récord del mundo lo tiene un paciente de nombre desconocido del manicomio de Meeremberg, en Países Bajos. Según comunicó el patólogo holandés Gerard Christiaan van Walsem en 1899, durante la autopsia de un joven de 21 años, extrajo un cerebro de 2850 gramos.

De acuerdo con lo que indica Van Walsem en el artículo, el joven tenía discapacidad intelectual y una cabeza excepcionalmente grande. Sin embargo, en aquel momento no existía una estandarización en cuanto a los métodos de disección y preservación de cerebros humanos, por lo que el peso real podría ser menor al indicado.

El cerebro más grande del que conocemos todas las conexiones

Durante los últimos años, hemos podido vivir el montaje del primer conectoma de un insecto, donde se detallaban las conexiones de las 3016 neuronas de la larva de mosca de la fruta (Drosophila melanogaster).

Esta hazaña, presentada el año pasado, fue el producto de 12 años de intenso trabajo de un grupo internacional, por lo que se espera que el récord permanezca durante un tiempo. En total, se hallaron más de 500000 conexiones entre las distintas neuronas, lo que demuestra la enorme complejidad de este órgano, incluso en animales que se pueden considerar “sencillos”.

Por poner estos números en perspectiva, en 2019 se completó el conectoma de Caenorhabditis elegans, un pequeño gusano cuyo cerebro tiene 302 neuronas y un total de 5000 conexiones. En el caso de la mosca, la pequeña larva tiene 10 veces más neuronas que el gusano, pero las conexiones neuronales se multiplican por 100. De seguir esta tendencia, las 86 mil millones de neuronas que se estiman en un cerebro humano tendrían aproximadamente unas 100 trillones de conexiones.

Sin embargo, lejos de rendirse, en la actualidad miles de científicos de todo el mundo están tratando de descifrar los intrincados mecanismos tras el órgano más importante del cuerpo.

Estas décadas se han realizado grandes avances en enfermedades neurodegenerativas, como en el Alzheimer o el Párkinson, y cada vez tenemos un atlas más completo de las conexiones neuronales cerebrales. Aunque, debido a la increíble complejidad de este órgano, todavía queda mucho camino por delante y muchos puzles que resolver.

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