El Departamento de Justicia de los Estados Unidos anunció hoy que demandará, junto a 16 estados de ese país, a Apple, por considerar que opera un monopolio ilegal en el mercado de teléfonos inteligentes. En concreto, la acusan de aumentar los precios para los consumidores, al tiempo que logra que los usuarios del teléfono queden cada vez más inmersos en su universo (en su jardín vallado, como se lo suele llamar). Según la Justicia estadounidense, impone restricciones a los desarrolladores de software que participan en su ecosistema, y permite que algunos accedan a ciertas funciones y otros no, privilegiando a algunos actores por sobre el resto.

La acusación contra una de las compañías más valiosas del mundo (junto con Microsoft, Google y ahora Nvidia, su valor de mercado está cerca de los 3 billones de dólares, es decir, millones de millones) llega en un momento clave para la firma que nació hace casi 50 años: por un lado, este conflicto legal se suma a otro frente de batalla que tiene con Europa, donde la Comisión de la Competencia le exige que para adecuarse a la nueva ley de mercados digitales, que controla la actividad digital en el continente cambie el funcionamiento de su ecosistema para permitir la entrada de otros jugadores en pie de igualdad; en Europa, por ejemplo, fue multada a principios de este mes por casi 2000 millones de dólares por impedir a otros servicios de música como Spotify promocionar formas de pago por fuera de la tienda de Apple. Y tiene como precedente tanto de Microsoft (objeto de una investigación eterna por parte de la Justicia en los 90s) como de Google (que acumula más de 8000 millones de dólares en multas en Europa, y tiene abierta una investigación en EEUU por su posición dominante en las búsquedas) o de Meta (bajo investigación del Congreso de EE.UU. por el efecto que sus redes sociales tienen en los jóvenes).

Por otro, llega en un momento en el que a Apple le está yendo, al menos en el segmento de smartphones (objeto de la demanda) como nunca: por primera vez en su historia terminó 2023 como el mayor fabricante de smartphones del mundo, superando a Samsung, con un 20% del mercado. ¿No es poco para decir que abusa de su posición dominante? Puede ser, pero no en Estados Unidos: en ese país, según la consultora IDC, terminó 2023 con el 51,9 por ciento de las ventas. Un dominio inapelable, sobre todo porque a diferencia de sus competidores (que comparten un mismo sistema operativo, Android) Apple se mueve en su propio universo.

Desde que nació el iPhone, la compañía hizo gala de un férreo control sobre todo lo que entraba y salía del teléfono. Una tienda de aplicaciones centralizada, inédita hasta entonces, y con un manejo sobre qué aplicación se permite y cuál no que muchas veces ha sido descrito como discrecional; el bloqueo del acceso a ciertas funciones del teléfono, como el chip NFC (que se usa para, entre otras cosas, emular una tarjeta de crédito o de transporte), o el acceso privilegiado a otras funciones por el Apple Watch, no disponible para otros relojes inteligentes; la obligación de que todas las transacciones dentro del teléfono (como la contratación de un servicio de streaming, o la compra de un objeto en un juego) pase por su tienda, y deje una comisión de entre el 15 y el 30%, lo que le valió una demanda de Epic Games (el desarrollador de Fortnite) en 2020, y que terminó, decisión judicial mediante, en cambios en cómo funciona la tienda en Europa, donde está ahora obligada a permitir otras formas de pago dentro del ecosistema Apple, e incluso tiendas de aplicaciones de terceros (como permite Android desde su inicio).

Los cinco puntos que reclama Estados Unidos

En el comunicado oficial, la Justicia de Estados Unidos puntualiza en ciertos aspectos donde considera que Apple abusó de su posición dominante para imponer un monopolio y hacer más altas las barreras que impiden a una persona cambiar de ecosistema (pasar del de Apple al de Google, por ejemplo, en el que participan varias compañías, o a alguna otra plataforma que surja luego):

“Apple ha interrumpido el crecimiento de aplicaciones con amplia funcionalidad que facilitaría a los consumidores cambiar entre plataformas de teléfonos inteligentes de la competencia.”“Apple ha bloqueado el desarrollo de aplicaciones y servicios de streaming en la nube que permitirían a los consumidores disfrutar de videojuegos de alta calidad y otras aplicaciones basadas en la nube sin tener que pagar por el costoso hardware de los teléfonos inteligentes.” (esto, en referencia a servicios como Xbox Cloud Gaming, Amazon Luna o el fallido Google Stadia, que permiten jugar juegos de consola o PC sin instalar nada en el teléfono)“Apple ha empeorado la calidad de la mensajería multiplataforma, haciéndola menos innovadora y menos segura para los usuarios, de modo que sus clientes tienen que seguir comprando iPhones.” Aquí se refiere a la popularidad de iMessage, y una larga disputa que tiene con Google, que dice que sus usuarios son discriminados, ya que sus mensajes se marcan de otro color y tienen menos funciones (en EEUU se usa poco WhatsApp, que no hace diferencia visible entre el origen de un mensaje).“Apple ha limitado la funcionalidad de los relojes inteligentes de terceros para que los usuarios que compren el Apple Watch enfrenten costos de bolsillo sustanciales si no siguen comprando iPhones” (un Apple Watch tiene acceso funciones internas del iPhone que no pueden usarse con un reloj con WearOS u otro sistema operativo).“Apple ha impedido que las aplicaciones de terceros ofrezcan la funcionalidad de tocar para pagar, inhibiendo la creación de billeteras digitales multiplataforma de terceros” (aquí se refiere al acceso al chip NFC, que tienen todos los teléfonos modernos de alta gama, y que permite, por ejemplo, usar el smartphone con Android para cargar la SUBE, algo imposible en un iPhone porque ese chip solo está disponible para apps de la compañía; esto cambiará en Europa, donde la ley le exige el acceso a esa función).

La demanda afirma que la actitud de Apple de construir un jardín vallado de muros cada vez más altos (es decir, un ecosistema de dispositivos, aplicaciones y servicios que privilegia la circulación endógena para hacer más difícil que un usuario cambie de plataforma) también “afecta a los navegadores [sólo permite los basados en Safari], comunicaciones por video, suscripciones de noticias, entretenimiento, servicios de automóviles, avisos, servicios de ubicación y más. Apple tiene todos los incentivos para extender y expandir su curso de conducta para adquirir y mantener su poder dispositivos de vanguardia y tecnologías”.

La mayoría de los puntos que marca la Justicia de EE.UU. son los que Europa le exige a Apple que cambie en el iPhone; está claro que Apple los rebatirá en los tribunales; al menos en el caso europeo, en la mayoría de las instancias ha tenido que modificar el funcionamiento de sus equipos para cumplir con la ley. Incluyendo, por ejemplo, cambiar el conector del iPhone de un puerto propietario, el Lightning, a uno que usa toda la industria, el puerto USB-C, y que la compañía adoptó en el iPhone 15 contra su voluntad. Y que fue una exigencia europea.

La demanda es el primer paso: ahora la compañía tendrá que lidiar en tribunales y demostrar que sus acciones no van en contra de los consumidores, y enfrentar un eventual castigo, y modificar el funcionamiento de su ecosistema, que en muchos puntos ya tiene en Europa en globo de ensayo. En cualquier caso, es una buena noticia que algunas prácticas poco felices (de las que no están exentos otros gigantes de la industria) sean puestas bajo la lupa.

 

Facebook Comments