Mimas, una de las lunas de Saturno, es popularmente conocida como la «Estrella de la Muerte» por su cráter gigantesco, una clara alusión a la icónica estación espacial de Star Wars

Ahora, un equipo liderado por el astrónomo Valéry Lainey, del Observatoire de Paris en Francia, ha revelado en un reciente estudio que este pequeño mundo de hielo, de apenas 400 kilómetros de diámetro, alberga un vasto océano subterráneo, desafiando las expectativas previas de la comunidad científica.

 

Contrario a lo que su superficie inhóspita y marcada por el impacto sugiere, Mimas esconde bajo su corteza helada de unos 24 kilómetros, un océano de aproximadamente 72 kilómetros de profundidad, lo que representa más de la mitad de su volumen total

Este descubrimiento se apoya en el análisis meticuloso de miles de imágenes captadas por la misión Cassini de la NASA, revelando peculiaridades en la órbita de Mimas que solo podrían explicarse por la presencia de este océano interno, permitiendo que su capa exterior se deslice independientemente de su núcleo.

Posible vida en las profundidades

La existencia de este océano no solo añade a Mimas a la lista de cuerpos celestes con aguas subterráneas, junto a Titán y Encélado de Saturno, y Europa y Ganímedes de Júpiter, sino que también aviva el debate sobre la posibilidad de vida extraterrestre. 

Aunque la idea de un océano en Mimas fue inicialmente recibida con escepticismo, debido a la falta de evidencia superficial visible como en Encélado, los recientes hallazgos sugieren un entorno potencialmente habitable, donde el agua en contacto con rocas cálidas podría ofrecer las condiciones necesarias para la vida.

Este océano, formado posiblemente en los últimos 25 millones de años debido a las intensas fuerzas de marea de Saturno, representa un entorno joven en términos astronómicos.

La pregunta sobre si ha sido suficiente tiempo para el desarrollo de formas de vida persiste, con opiniones divididas en la comunidad científica. Mientras algunos, como Lainey, mantienen una visión esperanzadora, otros, como David Rothery, profesor de ciencias planetarias en la Open University, advierten sobre las dificultades para detectar vida dada la gruesa capa de hielo que sella este océano del exterior.

Este descubrimiento no solo expande nuestros horizontes sobre dónde buscar signos de vida más allá de la Tierra, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre la evolución de los océanos alienígenas y la resiliencia de la vida en condiciones extremas. 

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