Estos días, a través de diversas plataformas y redes sociales, se han lanzado diversos rumores acerca de la llamada “enfermedad X”. Sin embargo, este término, acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), no se refiere a una patología existente, sino a una entidad hipotética

Es un concepto abstracto, un nombre en clave para un patógeno aún desconocido que podría, teóricamente, provocar una grave crisis sanitaria internacional. No obstante, este término ha sido malinterpretado y distorsionado, dando lugar a una ola de desinformación y teorías de conspiración.

No es una amenaza inminente 

A pesar de los esfuerzos de la OMS por clarificar su significado, la «enfermedad X» ha sido erróneamente presentada en redes sociales y foros digitales como una amenaza inminente, una enfermedad emergente con una mortalidad superior a la COVID-19. Estas afirmaciones infundadas han encontrado un terreno fértil en el miedo y la incertidumbre generados por la pandemia reciente, llevando a interpretaciones erróneas y alarmistas.

La realidad es que la OMS introdujo este término en 2017 en su lista de enfermedades prioritarias para la investigación. Su objetivo era señalar la posibilidad de que un agente patógeno desconocido pudiera desencadenar una pandemia y subrayar la necesidad de prepararse para lo desconocido. 

En marzo de 2020, The Lancet Infectious Diseases publicó un estudio titulado «Enfermedad X: acelerando el desarrollo de contramedidas médicas para la próxima pandemia», que amplió el término para incluir al Patógeno X (el patógeno que conduce a la Enfermedad X) e identificó áreas de desarrollo de productos y coordinación internacional que ayudaría a combatir cualquier futura Enfermedad X.

Este enfoque proactivo busca fomentar la investigación y el desarrollo de vacunas y medicamentos que puedan adaptarse rápidamente a patógenos emergentes, como se vio en la respuesta rápida al desarrollo de vacunas para la COVID-19.

Impacto en la salud pública

El malentendido en torno a la «enfermedad X» ha sido amplificado por teorías conspirativas que lo vinculan a oscuros planes de «élites globales». Tales narrativas se han propagado particularmente en torno a eventos como la conferencia del Foro Económico Mundial en Davos, donde se discutió este concepto

«Por supuesto, hay personas que dicen que esto podría crear pánico. Es mejor anticiparse a algo que podría ocurrir porque ya ha sucedido muchas veces en nuestra historia, y prepararse para ello», dijo esta semana en Davos el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Las teorías de conspiración distorsionan la realidad, presentando la preparación frente a amenazas desconocidas como parte de un supuesto plan para desencadenar una pandemia.

La propagación de estas falsedades no es trivial; tiene serias implicaciones para la salud pública. Genera desconfianza en las instituciones sanitarias y científicas, debilitando los esfuerzos de prevención y control de enfermedades. Además, desvía la atención de las verdaderas amenazas sanitarias y puede retrasar la respuesta a emergencias reales.

En conclusión, la «enfermedad X» es un recordatorio de la constante evolución del mundo de los patógenos y la necesidad de estar preparados para lo inesperado. Su malinterpretación y uso en teorías conspirativas no solo es un desafío para la comunicación científica, sino también un riesgo para la salud pública global. Es fundamental que la información se transmita con claridad y precisión, y que el público esté informado y preparado para discernir entre hechos y ficciones en el ámbito de la salud.

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