La noche del 6 de enero, según la tradición cristiana, se conmemora la llegada de los Reyes Magos al pesebre donde se encontraba Jesús recién nacido, con el objetivo de entregarle una serie de tres regalos. Y, aunque actualmente el acto se mantiene algo modificado – los regalos se alejan bastante de los tres objetos originales – la historia cuenta que las tres personalidades provenientes de Oriente homenajearon al niño ofreciéndole oro, incienso y mirra.

Bien es conocido por todos el significado de los dos primeros obsequios, pues cualquiera puede generar una imagen mental del oro o del incienso y añadir alguna característica de ellos. No obstante, el tercero de los presentes queda algo más desconocido para el público general, por lo que es muy normal que surjan preguntas en torno a su origen o utilidades: ¿qué es la mirra? ¿para que se utilizaba? ¿sigue usándose en la actualidad?

¿QUÉ ES LA MIRRA?

Pues bien, la mirra es una sustancia resinosa y muy aromática caracterizada por sus amplias propiedades medicinales. Normalmente, se obtiene haciendo una pequeña incisión en la corteza de un árbol conocido como Commiphora myrrha, de la cual comienza a brotar una resina densa, de color amarillo que, al secarse, suele adoptar tonalidades parto-rojizas. Se trata de una planta que crece normalmente al noroeste de África, en Arabia o Egipto, así como en la región de Anatolia, en Turquía.

En la Antigüedad representaba una sustancia muy valorada, ya no solo debido a los beneficios medicinales que podía prestar, sino también por su propiedad multidisciplinar, que la hacía útil en diversos campos. De hecho, parece ser que, de los tres objetos obsequiados, en su momento la mirra era el que tenía más valor, incluso por encima del propio oro.

¿PARA QUÉ SE UTILIZA?

En la Antigüedad, los usos de esta resina representaban una larga lista. Por ejemplo, su poder aromatizante la hacía un ingrediente ideal para muchos perfumes o ambientadores tradicionales. Además, parece ser que era perfecta para las actividades de embalsamiento de los muertos, ya que presentaba amplios poderes antibacterianos que ayudaban a ralentizar la descomposición del difunto. Esto, lejos de ser una leyenda antigua o un mito, es completamente cierto: actualmente está demostrado que quemar mirra en forma de incienso puede llegar a matar más del 50% de los microorganismos presentes.

Por otro lado, las propiedades medicinales estaban presentes en gran cantidad de sectores. Por ejemplo, se trataba de un compuesto ideal en la detención de hemorragias, aceleraba la cicatrización de heridas y llagas y su olor podía llegar a descongestionar el sistema respiratorio. Por si fuera poco, la mirra como compuesto tiene propiedades antiinflamatorias, antisépticas y antioxidantes, es decir, se trataba de un elemento indispensable entre los “fármacos” de cualquier médico o curandero de la época.

Y, aunque la creas más que desaparecida, la mirra sigue presente en los productos más actuales, solo que algo más oculta. La puedes encontrar como ingrediente en gran cantidad de perfumes, lociones, cremas o productos capilares. Además, en muchos casos, las propiedades antisépticas la harán indispensable en los enjuagues bucales o en ciertos tipos de desodorantes, así como en tónicos cutáneos, pomadas antiinflamatorias o ungüentos para manos y pies agrietados. De hecho, si sus beneficios te llaman la atención, es posible adquirirla en cualquier herboristería o tienda especializada en productos naturales.

¿POR QUÉ FORMA PARTE DE LOS REGALOS DE LOS TRES REYES MAGOS?

Ahora bien, ¿ qué significado tiene dentro del contexto propuesto por la tradición cristiana? Muy sencillo: la Biblia afirma que el niño recién nacido, Jesucristo, representa la salvación para todo el mundo. Por esa razón, le ofrecieron el oro por su representación de El Rey, incienso por su papel como Dios y, finalmente, mirra como definición del hombre que sufriría para salvar a la humanidad.

Así, la mirra, usada como embalsamiento de los muertos, le representaba como un Dios en el cuerpo de un hombre que estaría ligado a los sufrimientos de cualquier otro humano (la muerte entre ellos). De esa forma, los Reyes Magos reconocían finalmente la vulnerabilidad de Jesús, como un ser que moriría, según la tradición, para salvar al ser humano.

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