Esta pareja de ranas ha escogido un lugar bastante particular para sus juegos: el hocico de un cocodrilo (Crocodylus porosus) que descansaba en un pequeño río, en un bosque cercano a la ciudad de Balangan, Indonesia.

Es una situación peligrosa, pero las ranas parecen ajenas a ella. Ridho Arifuddin, el fotógrafo, relata que una vez se colocaron encima del cocodrilo, tanto él como las ranas (Rhacophorus nigropalmatus) guardaron silencio; pero que después de un rato, el cocodrilo comenzó a moverse y ellas saltaron. «Sucedió tan rápido que no logré capturarlo; pero lo que que fotografié, parecía ser una amistad entre las ranas y el cocodrilo», explica Arifuddin.

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