Los lugares con mucha humedad constituyen el escenario perfecto para la aparición de microorganismos como el moho: esa capa verdosa o incluso negra que, en ocasiones, se asoma por los rincones de la ducha o por las esquinas de la mampara. Y justamente por el hecho de que esta circunstancia puede ocurrir en cualquier hogar, se suele creer que no se trata de una amenaza para nuestra salud, pero nada más lejos de la realidad.

Tal y como indican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), las consecuencias de la exposición al moho en el bienestar de los miembros de la casa infectada pueden variar en función de la sensibilidad de cada persona: por ejemplo, aquellas que sufren de patologías respiratorias, como el asma, podrían reaccionar de forma grave, mientras que aquellas con resistencia a las alergias podrían no presentar ninguna respuesta.

Así y todo, los expertos insisten en que la convivencia con este micro-huésped, que se extiende rápidamente si las condiciones -la temperatura y la humedad- se lo permiten, debe alargarse en lo mínimo posible, ya que el moho afecta negativamente a la calidad del aire del espacio en el que, sin permiso pero con remedio, se cuela.

¿Es el moho peligroso para la salud?

De por sí la exposición prolongada a ambientes interiores húmedos puede tener diferentes efectos negativos sobre la salud de las personas. Sin embargo, la presencia de moho en el hogar puede agravar estas patologías. Así lo han demostrado diversos estudios citados por los CDC, en los que se hallaban suficientes evidencias para relacionar la contaminación micótica -la producida por hongos– con diversas afecciones como:

Tos y sibilancias en personas sanasReacciones alérgicas como conjuntivitis o rinitisEmpeoramiento de los síntomas existentes en personas asmáticasNeumonitis en personas con predisposición a esta afección inmunitariaAparición de asma en edades tempranas

Además, resulta necesario destacar que no todos los hongos son iguales, sino que hay algunos más perjudiciales que otros. Por ejemplo, los Aspergillus versicolor, Penicillium o Stachybotrys pueden ocasionar problemas de salud más graves como la micosis, mientras que los Cladosporium no suelen causar infecciones en humanos. No obstante, los expertos recomiendan no dedicar demasiado tiempo a determinar qué tipo de moho es el que ha invadido el hogar: la mejor opción siempre será eliminarlos cuanto antes.

¿Cómo eliminar el moho de la ducha y la mampara?

El moho llega a nuestros hogares en forma de esporas que se trasladan desde el exterior a través de los zapatos, los tejidos o el pelo de las mascotas. No es hasta que encuentran las condiciones adecuadas de humedad, temperatura, luz y nutrientes básicos esenciales, que germinan y adquieren la apariencia con la que lo conocemos, producida por las hifas y los micelios: esos filamentos encargados de crear la característica masa algodonosa y de color verde.

Llegado a este punto, el microorganismo que crece sin freno en los rincones del hogar puede emitir al aire millones de esporas por minuto, según la Guía para la calidad del aire interior de la OMS. Lo que significa que, si bien eliminar la parte visible con productos de limpieza es relativamente sencillo, son esas pequeñas partículas las que generan un problema mayor: y es que tienen la capacidad de sobrevivir en condiciones extremas (frío y sequedad) y permanecer durante años.

Con esto, las recomendaciones de los CDC para complicar la existencia de estos microorganismos van desde la ventilación hasta los hábitos de higiene:

Controlar los niveles de humedad: en línea con las pautas de la OMS, se aconseja mantenerlos entre el 30 y el 50 % durante todo el día. Para ello, un buen aliado puede ser un aparato de aire acondicionado o deshumidificador, sobre todo durante los meses húmedos, que variarán en función del área geográfica.Garantizar la ventilación en los espacios: al menos una vez al día, mantener las ventanas abiertas para airear el hogar.Prestar atención a los tejidos húmedos: se recomienda no tender la ropa recién lavada en el interior del hogar, incluso si es en una estancia poco frecuentada. Además, el almacenaje de toallas o alfombras de baño en zonas húmedas puede ocasionar la aparición de moho.Si los hongos ya han aparecido en la casa, retirar y lavar adecuadamente los elementos contaminados: antes de comenzar la sesión de limpieza, se aconseja abrir las ventanas y puertas. No hará falta un producto específico para la eliminación del moho; con agua y jabón, una esponja y, de forma opcional, lejía, será suficiente. Y por último, el paso más importante será secar bien las superficies desinfectadas para no proporcionar nuevas oportunidades de desarrollo a estos huéspedes indeseados.

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