El pasado viernes 5 de enero, los ocupantes de un Boeing 737 Max 9 de Alaska Airlines experimentaron momentos de angustia debido a la detonación de un panel de la ventana del avión solo siete minutos después del despegue. Este incidente causó una rápida descompresión en la cabina, lo que resultó en la caída de las máscaras de oxígeno desde el techo

Afortunadamente, ninguno de los 174 pasajeros ni los seis miembros de la tripulación sufrió heridas. Los pilotos lograron llevar a cabo un aterrizaje de emergencia exitosamente.

Las imágenes capturadas por los pasajeros revelan la existencia de un orificio en la zona donde se sitúa una salida de emergencia del avión. Alaska Airlines tomó la decisión de sellar estas puertas en sus aeronaves 737 Max 9, ya que la cantidad de asientos de estos modelos no justifica la necesidad de una salida de emergencia adicional.

El avión implicado en el incidente era de reciente adquisición: inició operaciones transportando pasajeros en noviembre de 2023 y hasta la fecha había completado solamente 145 vuelos.

BOEING 737 MAX

El incidente del Boeing 737 Max 9 de Alaska Airlines, que perdió parte de su fuselaje en pleno vuelo, no es un caso aislado en la turbulenta historia de este modelo de avión. Esta serie de aviones, descrita como «el avión de transporte más examinado de la historia», ha afrontado una serie de problemas de seguridad que han sacudido la confianza del público y de la industria aeronáutica.

Según la información proporcionada por Cirium, una firma especializada en análisis aeronáutico, existen 215 aviones Max 9 en operación a nivel global. Dentro de Estados Unidos, casi un tercio de estos aviones son propiedad de United Airlines y Alaska Airlines. Específicamente, United Airlines cuenta con 79 aviones Max 9 en su flota, representando el mayor número en posesión de una sola aerolínea.

UNA HISTORIA DE ACCIDENTES

El vuelo de Alaska Airlines, que aterrizó de emergencia en Portland con 177 pasajeros a bordo, es solo el último de una serie de problemas que han afectado al Boeing 737 Max. Este incidente ha llevado a la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) a ordenar inspecciones inmediatas de algunos aviones Boeing 737 Max 9, afectando a 171 aviones y provocando la cancelación de miles de vuelos a nivel mundial.

 

Este modelo de avión ya fue inmovilizado durante un año y medio en 2019, tras dos accidentes mortales en Indonesia y Etiopía que cobraron la vida de 346 personas. Estos eventos llevaron a una revisión global del modelo y a la identificación de un fallo en el software como la causa principal. La reacción no se limitó solo a la inmovilización de los aviones, sino que también desencadenó una revisión crítica por parte del Congreso de Estados Unidos, revelando defectos en el diseño y una cultura de encubrimiento tanto en Boeing como en la FAA.

Sin embargo, la reciente crisis del Boeing 737 Max 9 subraya una vez más las preocupaciones sobre la seguridad de este modelo. La inspección de los aviones Max 9 por parte de Copa Airlines y Aeroméxico, así como la vigilancia de la EASA y otras autoridades aeronáuticas, refleja una creciente cautela en la industria.

VOLAR SIGUE SIENDO SEGURO

Este incidente, junto con el historial previo del modelo, plantea preguntas fundamentales sobre la seguridad aérea y los procesos de certificación de aeronaves. La confianza del público en la seguridad de los vuelos es crucial, y estos eventos subrayan la importancia de una vigilancia rigurosa y de un enfoque proactivo en la identificación y solución de problemas de seguridad.

Con todo, volar sigue siendo muy seguro, incluso en estas aeronaves. Al menos, es más seguro que usando otros medios de transporte. En cualquier año reciente, tan solo el 0,000025% de los vuelos comerciales a nivel mundial han registrado accidentes fatales. A lo largo de los últimos 70 años, la seguridad en la aviación ha mejorado drásticamente, incrementándose en un factor de 2.100 veces. 

De acuerdo con la información proporcionada por Aviation Safety Network (ASN), el año 2017 ha marcado un hito en términos de seguridad en la aviación civil, siendo el año más seguro desde que en 1946 se comenzaron a compilar estadísticas de accidentes aéreos. A pesar del incremento en el número de vuelos, alcanzando los 36,8 millones, solo se ha registrado un accidente por cada 7,36 millones de vuelos. Durante este año, se contabilizaron 144 fallecimientos en 10 accidentes; sin embargo, es importante destacar que ninguno de estos sucesos involucró a un vuelo comercial de propulsión o a reacción. 

En el ámbito de la seguridad aérea, se utiliza el término «Q» para referirse a la probabilidad de fallecer en un vuelo seleccionado al azar. Para cualquiera de nosotros, este valor de Q es de 1 entre 60 millones. Esto implica que podríamos tomar un vuelo diariamente durante aproximadamente 241 años antes de enfrentarnos, en promedio, a un accidente aéreo

Analizando los vuelos en Estados Unidos desde 1983 hasta el año 2000, se observa que el 90% de ellos tuvieron supervivientes. De un total de 53.487 pasajeros, 51.207 sobrevivieron. Esto significa que la probabilidad de ser impactado por un meteorito es diez veces mayor que la de morir en un accidente aéreo.

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