Los videojuegos son uno de los regalos estrella de las navidades. Bien sea en PC, en consola, o en teléfono móvil, esta forma moderna de entretenimiento ha evolucionado en los últimos años y ha mantenido a niños, adultos e incluso ancianos pegados a las pantallas de los dispositivos. Los videojuegos se basan en la resolución de problemas y, por tanto, requieren de concentración y estimulan nuestro cerebro para tratar de mantener nuestra atención en todo momento.

Estudios recientes han demostrado que estos estímulos y la forma de relacionarnos con los videojuegos pueden llegar a modificar las estructuras del cerebro de forma medible. Es decir, tienen un efecto sobre nuestro cuerpo. Por ello, neurocientíficos y psicólogos están trabajando para encontrar el significado clínico de estos cambios. En la actualidad, existe un consenso sobre que los videojuegos pueden ser mayoritariamente beneficiosos para el cerebro, aunque vale la pena matizar esta frase debido a las muchas variables que hay que estudiar por separado.

Los cambios cerebrales que producen los videojuegos

Para que un estudio en videojuegos sea válido hay que tener muy claro la población a la que está dirigido y el tipo de videojuego en sí. Tras esto, se pueden utilizar pruebas de habilidad o cuestionarios para tratar de extraer las conclusiones. Sin embargo, si el experimento dura el tiempo suficiente, los resultados se pueden extraer a partir de los cambios que ocurren en las propias estructuras cerebrales de los voluntarios.

Estos cambios los pudieron observar en un estudio llevado a cabo por la Universidad de Szeged, en Hungría, donde demostraron que la parte derecha delhipocampo aumentaba de volumen tras jugar dos meses a videojuegos de plataformas 3D. El hipocampo es la región cerebral encargada del aprendizaje y la memoria, por lo que un crecimiento podría tener consecuencias positivas en la vida diaria. Durante el estudio también se observó crecimiento en las áreas prefrontales, que están relacionadas con la planificación de comportamientos complejos, en la personalidad y en la toma de decisiones.

En otro tipo de videojuegos, como los de acción, es algo más complejo. Según se ha observado, los efectos en el cerebro son distintos según la estrategia que emplea el usuario para navegar por el mapa. Por ello, tras meses jugando a videojuegos, los investigadores encontraron resultados mixtos. En algunos casos identificaron un aumento en el hipocampo similar a los juegos de plataformas, pero en otras, una disminución. Ahora bien, no todos los efectos se reflejan en cambios de las estructuras cerebrales. Otro estudio de la Universidad de Montreal, Canadá, con el mismo tipo de videojuegos se centró en observar otras capacidades cognitivas. Tras analizar los resultados encontraron que los videojuegos de acción tenían un impacto positivo en la atención, el aprendizaje, la percepción espacial y la velocidad de procesamiento de sus jugadores.

Por ello es complejo llegar a la conclusión sobre si los videojuegos son buenos o malos, pero sí que se puede tratar de encontrar los más beneficiosos. Y qué mejor forma de encontrar estas relaciones que comparando entre los distintos estudios científicos. Al tratar de relacionar estudios hay que tener en cuenta que los videojuegos han evolucionado mucho desde su creación. Por tanto, no se puede comparar el efecto de los videojuegos de décadas anteriores con los más actuales. Tanto la forma de relacionarnos con el entorno virtual, como el propio entorno que propicia el uso de videojuegos han variado significativamente desde entonces.

Cuando el juego se va de las manos

Para comparar estudios también es necesario distinguir entre estudios sobre el uso abusivo de videojuegos y sobre su uso habitual. El abuso de los videojuegos está considerado como un trastorno por la Organización Mundial de la Salud desde 2019. Para que se diagnostique, el usuario ha de mostrar durante al menos 12 meses un deterioro en las relaciones personales, familiares, laborales y/o educativas. Es decir, los videojuegos han de afectar su vida tanto como cualquier otra adicción. En este último caso, lo aconsejable es acudir a un especialista en adicciones que sea capaz de encontrar la causa que provoca la pérdida de control con los videojuegos, y tratar de corregirla de raíz.

Existen numerosos estudios sobre este tipo de adicción, pero claro, no sería riguroso extraer conclusiones para la población general a partir de personas que sufren un trastorno. La idea es tratar de comprender los cambios neurológicos que pueden aparecer en la población sana y en respuesta a una cantidad moderada de juego.

Pensando en los videojuegos

La razón de los estudios sobre videojuegos es que siempre han tenido un interés desde el punto de vista clínico. Concretamente, se ha tratado emplear videojuegos como sustitutos de los programas de entrenamientos clásico. Es decir, para tratar de reforzar ciertas características deseables como la concentración, la velocidad de pensamiento o la memoria. Los videojuegos podrían ser una herramienta útil para entrenar estas capacidades de forma entretenida, por lo que algunos videojuegos mentalmente exigentes podrían ayudar prevenir el deterioro cognitivo y la demencia. De ahí la importancia de tener claras las consecuencias cerebrales que produce jugarlos.

Lamentablemente, al tratar de realizar análisis comparativos para extraer conclusiones generales en distintos tipos de videojuegos, grupos de individuos o áreas cerebrales; los resultados que se han obtenido no son concluyentes. Por lo general, los estudios son tan variopintos y contienen tantas limitaciones que es imposible sintetizar el efecto de todos los videojuegos en una única conclusión.

En busca de una metodología homogénea

Los expertos consideran que los siguientes pasos que debería realizar la ciencia enfocada al estudio de los videojuegos deberían dirigirse en homogeneizar el diseño de los experimentos. De esta manera, facilitarían la interpretación de los resultados y las conclusiones serían más robustas. Además, para identificar y entender qué elementos de los videojuegos causan unos cambios concretos, consideran que se deberían comparar dichos elementos por separado. Es decir, los videojuegos en 2D en contraposición a los 3D o incluso los de realidad aumentada; los de primera y tercera persona, y los que presentan o no recompensa inmediata con cada acción.

Así con todo, algunos videojuegos parecen tener efectos positivos en el cerebro, lo que se refleja en cambios estructurales. Sin embargo, los expertos piden cautela, ya que aún no se comprenden los mecanismos con exactitud. Finalmente, no hay que dejarse llevar por esta frase, ya que nuestras capacidades cognitivas solo son una pequeña parte de nuestro todo. La salud es el completo estado de bienestar físico, mental y social; y si un videojuego actúa en detrimento de alguna de estas partes, no se puede considerar beneficioso.

Facebook Comments