Pocas mujeres existieron con una curiosidad tan grande por la bioquímica como Marie Maynard Daly. Aunque, probablemente, esta no fue una característica innata de la personalidad de Mary sino que, en parte, fue inculcada por su madre, una lectora empedernida que, desde muy pequeña, le contagió un gran amor por los libros y los aprendizajes que es posible extraer de ellos. Ahora bien, la influencia de su padre, un apasionado de la química frustrado por no disponer de los recursos suficientes para instruirse en la materia, seguro que también tuvo un papel muy importante en la vocación de Marie Maynard.

Y de hecho, esa pasión por la ciencia la convirtió en una auténtica pionera dentro del feminismo, del empoderamiento de la mujer y la lucha en contra de la discriminación y el racismo: se convirtió en la primera mujer afroamericana en conseguir un doctorado en química en los Estados Unidos, además de realizar grandes aportaciones a la rama de las ciencias sanitarias, especialmente en los sectores de las enfermedades cardiovasculares, del tabaquismo o la hipertensión.

DE AYUDANTE A CIENTÍFICA RESPETADA

Nacida el 16 de abirl de 1921, Daly destacó siempre como alumna aventajada. Estudió en el instituto para mujeres Hunter Collage High School, en donde sus habilidosas dotes para la ciencia la hicieron ponerse en el punto de mira de las profesoras, quienes la animaron efusivamente a estudiar la carrera de química. Siguiendo estos consejos, Marie Daly se matriculó en la Universidad de Queens, en la que se graduó con honores en el año 1942. De hecho, tras terminar estos estudios, se le ofreció entrar a trabajar como becaria en la propia universidad, una opción de la que solo disfrutaban el 2 % de los alumnos.

Sin embargo, poco tiempo después pudo optar a la Universidad de Nueva York, donde se le brindó la oportunidad de estudiar un máster. Sin embargo, se trató de un hecho bastante excepcional, pues no era muy común que se les abriese la puerta a estudios superiores a mujeres y, aun menos, afroamericanas. No obstante, la Segunda Guerra Mundial había estallado y la falta de científicos en investigación era una problemática demasiado grande como para que el machismo o el racismo se interpusieran.

De esta forma, aprovechando la necesidad que la Guerra había infundado, Marie obtuvo su título de Máster y, posteriormente, con la misma jugada, accedió a un programa de doctorado dentro de la Universidad de Columbia. En esta institución, se formó sobretodo en cuestiones de nutrición y de moléculas bioquímicas, destinando su tesis final al estudio de la forma en la que la amilasa pancreática, una proteína, actúa sobre el almidón de maíz durante la digestión.

Una vez doctorada, Daly recibió una beca de la Sociedad de Cáncer Americana para estudiar el núcleo de la célula y sus constituyentes y, aunque los esfuerzos por entender su composición y el papel que tomaba el ADN en ella fueron arduos, no fue hasta un par de años más tarde, en 1951, cuando su estructura fue al fin comprendida por la científica Rosalind Franklin. Posteriormente, comenzó a trabajar como profesora en la Facultad de Físicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia y, posteriormente, en la Universidad de Yeshiva. Fue en estas dos instituciones en las que desarrolló la mayor parte del trabajo de investigación que le aportaría su gran reputación.

En el año 1999, fue reconocida como una de las 50 mujeres más influyentes en Ciencia, Ingeniería y Tecnología. Y es que, paralelamente a sus méritos como científica, Marie Daly representó una gran figura de empoderamiento dentro del mundo de la investigación. De hecho, en 1988, tras haberse retirado, creó una beca en el colegio de estudios superiores Queens College destinada a química y físicas afroamericanas que quisieran desempeñar una carrera científica, ayudándolas a superar los obstáculos que se interponían en su camino y, finalmente, situándose como un ejemplo a seguir para todas ellas.

UNA VIDA DE CONTRIBUCIONES

Las contribuciones de Marie Daly a la química forman una larga lista, cada una más importante que la anterior. Sin embargo, su especialidad y mayor interés fueron siempre las proteínas nucleares. Así, a lo largo de su vida consiguió desarrollar diferentes métodos de fraccionamiento que le permitían, con facilidad, determinar la composición de cada una. Además, estudió las histonas con determinación, las proteínas situadas en el núcleo de las células, siendo capaz de descubrir su composición y estructura. Estos trabajos son considerados, aun a día de hoy, fundamentales en medicina, pues son justamente las histonas las encargadas de designar la forma en la que se expresan los genes.

Por otro lado, Daly fue también una de las primeras científicas en estudiar la relación entre la dieta y la nutrición con los problemas de tipo cardiovasculares. En concreto, consiguió demostrar que una ingesta alta de colesterol puede llegar a producir una obstrucción de las arterias y que, además, la hipertensión es capaz de acelerar ese proceso. Por si fuera poco, investigó también la relación existente entre el consumo de azúcar y la tensión, además de los efectos del humo de los cigarrillos en la salud de los pulmones. En resumen, una auténtica pionera de la medicina nutricional.

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