Cuando pensamos en Marte, generalmente imaginamos un paisaje desértico y árido, teñido de un característico tono rojizo. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en Nature revela una dimensión completamente diferente del planeta: sus entrañas.

Utilizando datos de la misión InSight de la NASA, un equipo internacional de científicos ha descubierto una capa de silicato fundido que recubre el núcleo metálico de Marte. Este hallazgo no solo reconfigura nuestra comprensión del planeta rojo sino que también plantea preguntas fascinantes sobre su formación y evolución, así como las diferencias cruciales que lo separan de la Tierra en términos de habitabilidad.

Los investigadores utilizaron datos sísmicos para localizar esta capa de silicatos fundidos entre el manto y el núcleo del planeta. Esto supone un cambio en las estimaciones anteriores sobre la densidad y el tamaño del núcleo marciano. Vedran Lekic, coautor del estudio y profesor de geología en la Universidad de Maryland, compara esta capa fundida con una «manta calefactora», una analogía que nos ayuda a entender cómo esta capa podría funcionar como un aislante térmico, manteniendo el calor del núcleo.

 

Sin embargo, la existencia de esta «manta calefactora» tiene implicaciones más profundas. No solo ayuda a mantener el calor del núcleo, sino que también concentra elementos radiactivos. La desintegración de estos elementos genera calor adicional y, curiosamente, esta combinación de factores podría ser la clave para entender por qué Marte no tiene un campo magnético activo en la actualidad. Sin un campo magnético, el planeta está expuesto a los vientos solares y no puede retener agua en su superficie, lo que lo hace inhóspito para la vida tal y como la conocemos.

De océanos de magma a desiertos de polvo: la evolución térmica de Marte

La importancia de la capa de silicato fundido en el núcleo de Marte no se limita a su actual estado inhóspito. Este hallazgo ofrece pistas significativas sobre cómo Marte podría haber pasado de ser un planeta con características geofísicas similares a las de la Tierra a convertirse en el árido desierto que observamos hoy.

Henri Samuel, científico del Centro Nacional Francés de Investigación Científica y autor principal del estudio, sugiere que Marte podría haber sido un océano de magma fundido durante los primeros 500 a 800 millones de años de su historia. Este océano luego habría cristalizado, creando la capa de silicato fundido enriquecido en hierro y elementos radiactivos.

Este cambio en el estado físico del planeta tiene enormes implicaciones para su evolución térmica. Los elementos radiactivos en la base del manto marciano generan calor adicional, lo que a su vez habría alterado la historia del enfriamiento del planeta. Es posible que estas diferencias en la evolución térmica sean precisamente lo que llevó a Marte y la Tierra por caminos divergentes. Mientras la Tierra pudo generar y mantener un campo magnético que protege la vida en su superficie, la falta de un campo magnético en Marte lo hizo susceptible a los efectos devastadores de los vientos solares, llevándolo a perder cualquier reserva de agua superficial y, por ende, la posibilidad de albergar vida.

Además de la evolución térmica, este nuevo descubrimiento añade una capa de complejidad a las teorías existentes sobre la historia geofísica de Marte.

De Marte a la Tierra y más allá

Este avance no solo recalibra nuestra comprensión de Marte, sino que también tiene el potencial de alterar cómo abordamos la exploración espacial y el estudio de otros cuerpos celestes.

La misión InSight de la NASA, aunque oficialmente concluida en diciembre de 2022, sigue siendo una fuente extraordinaria de datos que los científicos están utilizando para entender mejor la estructura y la historia de Marte. Pero lo más interesante es que este tipo de información recopilada sobre la evolución planetaria a partir de datos sísmicos podría allanar el camino para investigaciones similares en cuerpos como la Luna y Venus.

La técnica también podría adaptarse para estudiar exoplanetas, ofreciendo así una herramienta más en nuestra búsqueda de mundos habitables más allá de nuestro sistema solar.

En resumen, el descubrimiento de una capa de silicato fundido en Marte es mucho más que una anécdota fascinante sobre el planeta rojo. Actúa como una lente a través de la cual podemos observar las complejidades de la formación y evolución planetarias, y posiblemente, ofrecer claves relevantes sobre el potencial habitable de otros planetas.

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