En la medida en que el universo es, a niveles prácticos, infinito, también lo es el conocimiento que el ser humano va adquiriendo sobre él. Y esta condición hace que no deje de sorprendernos, como lo demuestra el último descubrimiento sobre nuestro satélite: un nuevo estudio ha recalculado la edad de la Luna -hasta ahora, situada en aproximadamente unos 4.425 millones de años-, y ha concluido que es alrededor de 40 millones de años más antigua de lo que se pensaba. 

Los resultados han sido publicados en la revista Geochemical Perspectives Letters, aunque no son definitivos en tanto que los investigadores creen que, debido a las misiones lunares previstas para los próximos meses y años, es posible que se hallen en la Luna pistas que pongan en duda, otra vez, la edad actualizada en 2023. 

Reordenar la cronología, sin embargo, es fundamental no solo para conocer el proceso de creación de nuestro satélite, sino para obtener más detalles sobre las circunstancias en las que se formó: ¿qué nos dice sobre la Tierra este fenómeno? ¿Cómo era nuestro planeta entonces? Las respuestas a estas preguntas parecen estar cada vez más cerca de saberse.

El polvo lunar, clave para conocer la edad del satélite

Del mismo modo que los anillos de crecimiento de un árbol (esos círculos concéntricos que se pueden observar en el tronco al talarlo) permiten conocer de forma aproximada su edad, el polvo lunar contiene materiales que, tras su análisis, pueden contarnos cómo se originó el satélite.

Fueron los astronautas del Apolo 17, en el año 1972, quienes recolectaron muestras de roca lunar y las trajeron a la Tierra para que los expertos pudiesen examinar su composición. Con esto, se logró saber que uno de los primeros minerales en cristalizar durante la etapa de formación de la Luna fue el circón (ZrSiO4), el cual tiene la propiedad de absorber isótopos de uranio del entorno. 

Aplicando el sistema de datación uranio-plomo, que se utiliza habitualmente en la geoquímica para datar rocas que se cristalizaron hace millones de años, a lo largo de este medio siglo han sido numerosas las investigaciones que han extraído conclusiones acerca de la edad de la Luna.

Sin embargo, el nuevo estudio, que toma como punto de partida las hipótesis anteriores y pone en práctica la técnica innovadora de la tomografía de sonda atómica, ha dado con el fragmento de circón más antiguo del satélite hallado hasta ahora, que se habría cristalizado hace 4.460 millones de años. Lo cual indica que la Luna debe tener, al menos, esa edad.

Así pues, el cambio de cifra no es fruto de un error en el cómputo o en la metodología, sino que en las muestras analizadas anteriormente no se habían encontrado partículas tan antiguas. 

¿Podría ser todavía más antigua?

La misión Artemis III de la NASA, que pretende ser tripulada y alunizar en el polo sur en diciembre de 2025, es solo una de las tantas que se llevarán a cabo en el corto plazo: este año, de hecho, ya hemos sido testigos de varios intentos por llegar a los lugares más recónditos de la Luna. 

Esto indica que, tarde o temprano, las naves volverán con muestras de polvo lunar que podrían revelar más secretos sobre nuestro satélite. Y que, por lo tanto, la cifra determinada en el nuevo estudio quede obsoleta, permitiendo que nuestra certitud vaya acercándose con mayor precisión a los orígenes milenarios del universo. 

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