La noche es un periodo de tranquilidad y relajación en la que, aparentemente, el cuerpo se sumerge en un estado de inmovilidad e inactividad. Sin embargo, bajo la careta de un descanso aparente, el organismo se involucra en diversos procesos que lo mantienen realmente operante y que, a su vez, son esenciales para garantizar el bienestar del individuo.

Y es que, los periodos de sueño son mecanismos fundamentales para la vida, cuya influencia va, en contra de lo que se suele pensar, mucho más allá de la recuperación energética o la minimización de la fatiga. Regulación hormonal, reparación celular o consolidación de la memoria son solo algunos de los procesos que tienen lugar dentro de tu cuerpo mientras duermes en la noche. Te contamos cuales son todos ellos.

RELAJACIÓN MUSCULAR E INMOVILIDAD

Uno de los aspectos más notables y fácilmente distinguibles durante el sueño es la relajación de los músculos. Pero esa relajación muscular tiene otro objetivo además del de colaborar a la sensación de tranquilidad para el sujeto: es esencial para evitar los movimientos bruscos y, por lo tanto, las lesiones a sí mismo o a sus compañeros de cama durante la noche. Así, en las etapas iniciales del sueño, conocidas como REM, los músculos del organismo se van relajando poco a poco de forma que, al llegar a las etapas de sueño profundo, todos aquellos músculos que controlamos de forma voluntaria se han “apagado”, volviéndose inactivos durante el sueño.

Cabe resaltar que esa parálisis es completamente normal y temporal. Se invierte de forma automática cuando el individuo despierta o cuando transita hacia otras etapas del sueño diferentes a la de REM. El cambio entre estas etapas, y el tránsito entre unas y otras es algo que ocurre de forma continuada durante la noche, atravesando diferentes ciclos que orbitan entre fases REM y fases no REM.

EL CEREBRO EN ACCIÓN

Ahora bien, tal y como los músculos se encuentran en una especie de parálisis temporal, al mismo tiempo, el cerebro experimenta una gran actividad. De hecho, durante el sueño, el cerebro es uno de los epicentros de actividad de todo el cuerpo pues, además de generar los sueños vívidos, se ocupa de la consolidación de la memoria o de la depuración de toxinas.

Así, en la fase de sueño REM, además de producirse los sueños, se restaura y regenera una zona del cerebro llamada hipocampo, que es donde se almacena la memoria. De esta forma, mientras duermes, el cerebro organiza la información adquirida durante el día, transformando los conocimientos almacenados en la memoria en corto plazo, a conocimientos almacenados a largo plazo, lo cual ayuda a la retención de la información y, en consecuencia, al aprendizaje.

Por si fuera poco, el cerebro también se “limpia”. Este órgano aprovecha las horas de sueño para poner en marcha el sistema glinfático, una especie de mecanismo de limpieza del cerebro, el cual se activa y elimina ciertas toxinas y productos de deshecho acumulados durante el día. Se trata de un proceso crucial para mantener la salud cerebral a largo plazo.

LA REGULACIÓN HORMONAL

La regulación hormonal es otro de los procesos sobre los que el sueño desempeña un papel fundamental. Durante la noche, el sistema endocrino sigue activo, produciendo una serie de hormonas que colaboran al buen funcionamiento del cuerpo y regulan el descanso. La melatonina es la más importante de ellas. Se trata de una hormona producida por la glándula pineal en el cerebro y que es responsable de regular el reloj biológico del organismo y los ciclos de vigilia-sueño: cuando los niveles de esta sustancia se elevan, aparece la sensación de “tener sueño”.

Además, especialmente durante la fase de sueño no REM, cuando el individuo se encuentra profundamente dormido, se estimula la glándula pituitaria, responsable de segregar la hormona del crecimiento. En los niños, esta es la sustancia encargada de favorecer a un correcto desarrollo, pero, en los adultos, tiene funciones igualmente importantes, como la de mantener la masa muscular, la densidad ósea, la salud de la piel y el cabello, favorecer la función cerebral y ayudar al funcionamiento de todo el organismo, en general.

Otra hormona producida durante esta fase es la vasopresina, la cual afecta directamente a las ganas de orinar. Cuando sus niveles suben durante la noche, eleva la contracción de los vasos sanguíneos, ayudando a que los riñones controlen la cantidad de agua y sal en el cuerpo y, en consecuencia, disminuyendo las ganas de ir al baño durante la noche, permitiendo así un descanso ininterrumpido.

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