Aunque siempre se ha dicho que el león es el rey de la sabana, la realidad parece ser muy diferente. Un experimento realizado en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica ha demostrado que alrededor de un 90% de las especies que habitan la sabana del África meridional huyen más rápido al oír sonidos que relacionan con el ser humano que los rugidos de los leones.

El estudio se realizó colocando cámaras con equipos de sonido en lugares frecuentados por múltiples especies, en particular abrevaderos, uno de los pocos puntos en los que se puede observar una tregua temporal entre carnívoros y herbívoros. Las cámaras estaban equipadas con un sensor de movimiento que se activaba si un animal pasaba a menos de 10 metros; entonces, daban la señal para que se activase el sonido.

El experimento consistía en medir el tiempo que tardaban los animales de distintas especies en huir cuando oían cuatro tipos de sonidos grabados: rugidos de leones, voces de personas hablando en varias lenguas, disparos y ladridos de perro, siendo estos dos últimos sonidos que los animales relacionan directamente con el ser humano. Como sonido de control se utilizaron grabaciones de pájaros autóctonos. El vídeo siguiente muestra algunas de estas reacciones:

El animal que infunde más terror en la fauna africana

El resultado fue abrumador: entre un 85 y un 89% de los animales tardaban menos en huir cuando escuchaban sonidos relacionados con el ser humano que cuando oían rugidos de leones. Conviene aclarar que todos estos eran mamíferos, pertenecientes a 19 especies diferentes. La gran mayoría eran herbívoros pero también había algunos carnívoros como leopardos, hienas, licaones y los propios leones; así como algunos omnívoros de tamaño mediano.

Los animales mostraban el doble de probabilidades de huir o abandonar los abrevaderos al oír humanos que al oír leones, y el tiempo de huida se reducía a casi la mitad al escuchar sonidos humanos. También se veía un patrón distinto en las reacciones: alrededor del 95% de los animales se asustaban mucho y huían rápidamente al oír a los humanos, mientras que las grabaciones de leones provocaban mucha menos alarma.

El estudio muestra que este miedo era especialmente intenso en las especies de herbívoros de tamaño mediano, como los impalas y los facóqueros, y decrecía proporcionalmente a medida que su talla aumentaba; con la sola excepción de las jirafas, que a pesar de su tamaño mostraban la misma tendencia a huir que especies más pequeñas, seguramente porque no cuentan con un potencial ofensivo como los búfalos o los hipopótamos. Un caso particular es el de los elefantes, ya que las cámaras muestran que algunos de ellos reaccionaban confrontando a la fuente del sonido.

¿Y cuáles eran los animales que tenían más miedo de los leones que del ser humano? Se trata de los búfalos, elefantes, hipopótamos, duikers (una subfamilia de antílopes), licaones y los propios leones; pero atención: solo si era de noche cuando escuchaban los sonidos, lo cual sugiere que estos animales son capaces de entender que los humanos representan una amenaza mayor cuando es de día, ya que es cuando salen a cazar, mientras que de noche los leones son más peligrosos. En el caso de estos félidos, además, entienden que el encuentro con otros miembros de su especie en plena noche no puede suponer otra cosa que problemas.

El ser humano, una amenaza global para la fauna

El miedo de la fauna salvaje a las personas es bien fundado. Otros estudios, que los autores referencian en el suyo propio, indican que el ser humano mata significativamente más animales que los depredadores, y no solo en la sabana: criaturas de todos los continentes, sean herbívoros o carnívoros, temen y evitan al hombre más que a cualquier superdepredador de su entorno.

Liana Zanette, la investigadora principal del estudio, señala que este miedo va más allá de las intenciones individuales de las personas: los animales salvajes ya han aprendido a temer al ser humano por instinto y reaccionan de forma parecida, aunque no tan intensa, incluso cuando se les acercan personas sin intención de hacerles daño. Es lo que la investigadora llama el “ecosistema del terror”.

“Si el miedo a los humanos es tan generalizado y les ocurre a todos los animales de nuestro planeta, entonces realmente añade una nueva dimensión a los impactos ambientales mundiales que los humanos podrían estar teniendo”, afirma Zanette. “Este ‘paisaje de miedo sonoro’ inducido por el ser humano tendrá efectos en cascada a lo largo de la cadena alimentaria, hasta los roedores y las plantas, a medida que cambie la forma en que los animales se mueven por los territorios”.

Dicho de forma simple, en cualquier lugar donde los animales soporten la presencia cercana de las personas, el solo hecho de oírlos cambia el modo en que estos se comportan y mueven por su entorno. Esto hace que los animales abandonen ciertos espacios en los que se sienten más vulnerables, haciendo que cambie todo el ecosistema y el paisaje vegetal al desaparecer las especies que controlan su crecimiento.

Este factor se debe tener en cuenta en el asentamiento de nuevas comunidades, y especialmente en actividades que tengan un impacto sonoro considerable como el turismo, la explotación forestal y la ganadería. Según Zanette, “estos resultados presentan un nuevo desafío significativo para la gestión de áreas protegidas y la conservación de la vida silvestre, porque ahora está claro que incluso humanos benignos, como los turistas que quieren observar la vida silvestre, pueden causar estos impactos hasta ahora no reconocidos”.

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