Cada 17 primaveras, millones de cigarras periódicas salen a la superficie en los campos del centro-este de Estados Unidos, desde Carolina del Norte hasta Texas. En este corto período de tiempo salen al aire libre, mudan la piel, vuelan, se aparean y mueren. Aunque parezca raro, la siguiente generación no aparecerá hasta dentro de otros 13 o 17 años, dependiendo de la especie. Cuando emergen, provocan un ruido ensordecedor que estremece a los habitantes de las poblaciones aledañas. No hay nada que temer, pues no se trata de langostas -miembros de otra familia, llamada acrídidos- con lo que no causarán estragos en los cultivos. Pero sí que causan estragos en los árboles frutales. Pero hace décadas de que los científicos se hacen la misma pregunta ¿qué daño pueden causar, teniendo en cuenta que, en principio, se entiende que estos insectos no se alimentan en su edad adulta? Eso mismo es lo que trata de investigar un equipo del Servicio de científicos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (ARS) en un estudio reciente. 

Estas cigarras están 17 años bajo tierra

Las cigarras periódicas, nativas del este de América del Norte, no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. Existen siete especies, tres de las cuales tienen ciclos de vida de 17 años y cuatro de las cuales tienen ciclos de vida de 13 años. Resulta que estos insectos suponen una amenaza para la agricultura de Estados Unidos debido a su capacidad para dañar los árboles frutales cuando ponen los huevos, motivo por el cual muchos agricultores de la zona se abstienen de plantar árboles nuevos en años en los que emergen estos insectos.  “La oviposición provoca que las ramas resultaron muy dañadas y mueran o que puedan romperse debido a su capacidad de carga al madurar los frutos, con los que provocan daños que pueden matar a los árboles jóvenes y mermar la capacidad de reproducción de los ejemplares maduros”, abunda la doctora Tracy C. Leskey a National Geographic a través del correo electrónico. 

Los investigadores del ARS estudiaron cuál era la mejor manera de resolver este reto agrícola: revisando la historia vital, la biología reproductiva y las relaciones evolutivas de las cigarras en los últimos 150 años. Pero a menudo discrepaban sobre si los ejemplares adultos llegan o no a alimentarse. “Aunque las cigarras periódicas tienen piezas bucales completamente desarrolladas, están sobre el suelo durante muy poco tiempo y solo emergen cada 17 años, por lo que los periodos de estudio son muy breves e irregulares. En décadas más recientes existía un consenso generalizado de que los adultos no se alimentan, basándose únicamente en una publicación del Departamento de Agricultura de Estados Unidos en la que no se aportaban datos adicionales», explica la experta. 

Tras diseccionar varios ejemplares, los científicos descubrieron que estos insectos parecían tener unos exoesqueletos muy permeables que les hace perder una cantidad considerable de agua, algo que contrarrestaban con los aminoácidos esenciales de su tracto digestivo, que indican que también se alimentan de especies vegetales.

Según C. Leskey, es probable que las cigarras periódicas también necesitan refrigerar su cuerpo por evaporación, igual que sucede con ls especies que viven en los desiertos. Por otra parte, afirma la experta, la savia de las plantas le proporciona hidratos de carbono, algo que le puede resultar especialmente útil a la hora de prolongar su supervivencia durante este breve período, al tiempo que les provee energía para el período de cortejo. La pregunta clave es: ¿hasta qué punto estas cigarras periódicas pueden llegar a ser una amenaza para los árboles frutales? De momento, el estudio del Departamento de Agricultura de Estados Unidos aporta dos datos clave: los adultos se alimentan tanto de manzanos como de otras plantas frondosas cercanas, señala la experta. Además, documenta claramente que las ninfas se nutren de las raíces de los manzanos. En otras palabras, no solo es necesario vigilar las cigarras cuando emergen, sino también durante los 17 años en los que permanecen bajo tierra. 

 

 

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