Típicamente se ha presentado a los dinosaurios como animales torpes o directamente inútiles en el agua, pero un nuevo hallazgo apunta a que algunos de ellos podían nadar al menos mínimamente bien. Se trata de unas huellas fósiles descubiertas en lo que fue el cauce de un río durante el Cretácico Inferior, hace entre 145 y 100 millones de años.

El conjunto de 27 huellas fósiles (denominadas ignitas) se ha encontrado en Laguna de Cameros (La Rioja) y ha sido descrito por el paleontólogo Pablo Navarro-Lorbes en su tesis doctoral, publicada en la revista Cretaceous Research. Las ignitas son hallazgos muy raros: apenas se conocen unas decenas de yacimientos en todo el mundo donde se han encontrado este tipo de rastros fósiles; precisamente, uno de estos se encuentra también en La Rioja.

¿Cómo se sabe que los dinosaurios nadaban?

¿Y cómo se sabe que estas huellas corresponden a dinosaurios nadando y no caminando? Según Navarro-Lorbes, porque “no son huellas compatibles con un desplazamiento terrestre normal de las especies que habitaban en esta zona”. Sus dimensiones y apariencia son variables, entre 29 y 8,5 centímetros; algo que el investigador atribuye a los movimientos de las patas de los dinosaurios al tocar el fondo del río cuando intentaban cruzarlo.

Además, el investigador menciona que “las icnitas muestran marcas de arrastre que son muy elongadas. Este tipo de huellas no serían posibles si en el momento en el que se produjeron no hubiera existido una fuerza de resistencia a la gravedad”. Es decir, las huellas demuestran que el animal no estaba caminando sino que se daba impulso con las patas, algo que sucede cuando se está moviendo dentro del agua ya que esta ofrece resistencia al avance del cuerpo.

El hallazgo demuestra que algunas especies podían moverse por el agua de diversos modos: algunas son más alargadas y corresponden a un movimiento de nado durante el cual el dinosaurio tocaba el fondo con los dedos, mientras que otras muestran toda la planta del pie y se formaron cuando el animal se apoyaba en el fondo, caminando dentro del agua.

¿A qué dinosaurios corresponden?

“Los terópodos más habituales de la cuenca de Cameros, o al menos, de los que más evidencias tenemos, son los espinosáuridos, un grupo de dinosaurios carnívoros que están bastante relacionados con el agua”, señala Navarro-Lorbes como presuntos autores de las huellas. Es una conclusión lógica, ya que se sabe que los espinosáuridos se movían y cazaban por entornos semiacuáticos.

Esta familia de superdepredadores podía alcanzar los 15 metros de longitud, por lo que serían lo bastante grandes y fuertes como para cruzar un río impulsándose con las patas al tocar el fondo. Sin embargo, el investigador matiza que “no podemos asegurar qué especies de dinosaurios fueron las que dejaron esas huellas de natación ya que las icnitas no ofrecen datos suficientes como para identificar una concreta”.

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