La Franja de Gaza, situada en la costa oriental del mar Mediterráneo, alberga a una población densamente asentada, con 2,3 millones de habitantes viviendo en un área de tan solo 365 km². 

De esta población, 1,5 millones son refugiados palestinos, herencia del conflicto árabe-israelí que ha perdurado por más de siete décadas. 

EPICENTRO DE LAS TENSIONES

La región ha sido históricamente el epicentro de tensiones geopolíticas y conflictos armados, una situación que ha llevado a una dependencia masiva de la población de la ayuda humanitaria internacional.

Aproximadamente el 80% de la población de Gaza depende de la ayuda internacional, según datos de la ONU, y cerca de un millón de personas requieren asistencia alimentaria diaria. El bloqueo impuesto por Israel desde 2007 ha afectado gravemente la movilidad de entrada y salida de la Franja, así como la capacidad para comerciar.

 

A pesar de que la mayoría de los hogares en la Franja de Gaza están conectados a una red de suministro de agua, la disponibilidad del recurso es muy limitada. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), en 2017 las familias en Gaza recibieron agua corriente solo durante un período de seis a ocho horas cada cuatro días, una circunstancia atribuida principalmente a la escasez de energía. Esta ya de por sí limitada disponibilidad se vio aún más mermada con los sucesivos ataques en la región.

UN PASADO MILENARIO

El pasado de la Franja de Gaza se remonta a la época de los filisteos, hace aproximadamente 3.000 años, manteniendo la ciudad de Gaza su nombre a lo largo de milenios. Durante el siglo XX, la Franja fue una provincia del Mandato Británico de Palestina entre 1917 y 1948.

La situación actual en la Franja de Gaza es el resultado de tensiones políticas y militares prolongadas entre Israel y las facciones palestinas, principalmente Hamás. En junio de 2007, tras la victoria de Hamás en las elecciones, Israel impuso un bloqueo sobre Gaza que ha tenido un efecto devastador en la economía local y en las condiciones de vida, con una tasa de desempleo que supera el 50%​.

 

En los recientes sucesos, el 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó la «Operación Tormenta de Al Aqsa» (Inundación de Al Aqsa en algunas traducciones), desatando un conflicto renovado con Israel. Esta escalada ha resultado en innumerables bombardeos y más de 1.500 víctimas mortales entre ambos bandos, además de causar la huida de civiles en busca de refugio y el secuestro de rehenes​.

Las ofensivas militares previas también han dejado una huella duradera en la región. Por ejemplo, la operación «Margen Protector» de Israel en 2014 resultó en más de 2.000 muertes, de las cuales aproximadamente el 70% eran civiles. Las infraestructuras básicas y las viviendas en la Franja de Gaza han sufrido daños significativos en estos conflictos, con cerca de 18.000 casas gravemente dañadas o totalmente destruidas y más de 123.000 viviendas con daños leves.

La comunidad internacional, a través de organismos como la Agencia de la ONU para Refugiados Palestinos (UNRWA), sigue brindando asistencia a los habitantes de la Franja de Gaza, aunque la resolución del conflicto subyacente sigue siendo esquiva. La reciente violencia reitera la necesidad de una solución duradera que atienda las raíces del conflicto y ofrezca un camino hacia la paz y la estabilidad en la región.

¿QUÉ PASARÁ EN EL FUTURO?

El comandante militante de Hamás, Mohammed Deif, ha instado a los palestinos y otros árabes a unirse a la operación militante para «barrer la ocupación [israelí]».

Israel sin duda ve el potencial para una guerra que podría abrirse en múltiples frentes. Un escenario peor sería que pudiera involucrar al poderoso grupo militante libanés, Hizbulá. El domingo por la mañana, Hizbulá lanzó una serie de misiles y proyectiles hacia el norte de Israel, sin causar bajas.

El ejército israelí ha ordenado una masiva reforzamiento de tropas. Además de sus intensos ataques aéreos en Gaza, ha indicado que está planeando una operación terrestre allí.

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