La esclerosis múltiple (EM) es una de las enfermedades inflamatorias crónicas del sistema nervioso central más prevalentes, afectando a más de dos millones de personas en todo el mundo y aproximadamente 47 000 personas solo en España.

La etiología de la enfermedad aún no está clara, pero se entiende que su surgimiento es el resultado de la interacción entre predisposiciones genéticas y elementos ambientales e infecciosos, tales como virus y parásitos. Los aspectos ambientales abarcan la falta de vitamina D, agentes tóxicos en el entorno, la alimentación y comportamientos perjudiciales como el consumo de tabaco.

Este trastorno autoinmune, donde el sistema inmune ataca al propio organismo, ha sido objeto de numerosas investigaciones y tratamientos. Aunque hay varias terapias convencionales, un estudio reciente propone un enfoque radicalmente diferente: el autotrasplante de células madre hematopoyéticas.

¿Qué son las células madre hematopoyéticas?

Para entender la importancia de este tratamiento, primero hay que entender qué son las células madre hematopoyéticas. Estas células se encuentran principalmente en la médula ósea y son responsables de dar origen a diferentes tipos de células sanguíneas, como glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Originalmente, este tipo de trasplante se utiliza para tratar cánceres de sangre como la leucemia.

El tratamiento implica extraer células madre de la médula ósea del paciente y luego cultivarlas en condiciones controladas. Posteriormente, el paciente recibe quimioterapia para suprimir su sistema inmune disfuncional. Las células madre cultivadas se reintroducen entonces en el torrente sanguíneo del paciente con el objetivo de «resetear» el sistema inmune, deteniendo su ataque al propio cuerpo.

La investigación, publicada en el Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry, incluyó a 231 pacientes con EM remitente-recurrente y evaluó los resultados mediante datos del registro sueco de EM y registros médicos electrónicos. Casi tres cuartas partes (73%) de los pacientes no mostraron evidencia de EM después de 5 años y casi dos tercios (65%) después de 10 años. Además, la tasa de recaídas anuales se redujo dramáticamente de 1,7 en el año anterior al tratamiento a 0.035 durante el período de seguimiento.

Aunque 61 pacientes desarrollaron una infección bacteriana y 5 requirieron cuidados intensivos dentro de los 100 días posteriores al tratamiento, los efectos secundarios más comunes fueron manejables, siendo la neutropenia febril (recuento bajo de glóbulos blancos acompañado de fiebre alta) el más prevalente.

Se trata de un estudio observacional, sin grupo comparativo, lo que impide extraer conclusiones definitivas, reconocen los investigadores. No obstante, el estudio concluye que el autotrasplante de células madre hematopoyéticas debería considerarse un «estándar de atención para la EM muy activa». 

Sin embargo, todavía no ha sido adoptado en la mayoría de las directrices clínicas nacionales para el tratamiento de la EM. Este debate pone de relieve la necesidad de más investigación y discusión en el ámbito médico para adoptar técnicas que demuestren ser seguras y eficaces en el tratamiento de enfermedades crónicas como la EM.

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