Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 3 millones de personas mueren anualmente a consecuencia del consumo nocivo de alcohol, lo que representa 1 de cada 20 muertes. Más de las tres cuartas partes de esas muertes corresponden a hombres. En general, el consumo nocivo de alcohol causa más del 5% de la carga mundial de morbilidad.

En España, según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, el 18,6% de las personas entre 14 y 64 años bebe alcohol en cantidades superiores a las consideradas de bajo riesgo.

De hecho, un metaanálisis que analizó a 600.000 participantes revela que, en términos de consumo de alcohol, ninguna cantidad puede considerarse segura. Además, desmiente la creencia popular de que beber en pequeñas cantidades ofrece beneficios cardioprotectores. 

Aunque estos hallazgos no son completamente nuevos, cada vez que refinamos las técnicas para evaluar los impactos del alcohol, los efectos negativos se hacen más evidentes. Y, por esa razón, también se están evaluando nuevas técnicas para combatir la adicción al mismo.

Una reciente investigación publicada en la prestigiosa revista Nature Medicine podría ser un rayo de esperanza en ese sentido. La terapia génica, utilizada anteriormente en tratamientos para el cáncer, hemofilia, enfermedades raras y el párkinson, ahora se presenta como una posible aliada contra la adicción al alcohol.

El estudio proviene de expertos de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón (Estados Unidos). Basados en el conocimiento de que la dopamina, un neurotransmisor ligado a la motivación y el placer, juega un papel esencial tanto en el párkinson como en la adicción al alcohol, los científicos desarrollaron una intervención que apunta a restaurar el equilibrio de la dopamina en el cerebro.

¿Cómo funciona el tratamiento?

En el párkinson, las neuronas que producen dopamina comienzan a morir, lo que conduce a problemas de control motor. Para contrarrestar esto, una estrategia implica la inserción del factor de crecimiento GDNF (una proteína que promueve la supervivencia y el crecimiento de ciertas neuronas en el sistema nervioso) para promover el desarrollo de estas neuronas dopaminérgicas. De manera similar, en el alcoholismo, el consumo crónico de alcohol disminuye la producción de dopamina en el cerebro, lo que reduce la sensación placentera de beber y aumenta el deseo de consumir más alcohol.

En este experimento, los investigadores administraron a ocho macacos dosis elevadas de etanol diluido en agua para inducir un estado de alcoholismo. Posteriormente, la mitad de estos monos recibió el tratamiento con terapia génica, mientras que la otra mitad recibió un placebo. Los resultados fueron sorprendentes: aquellos tratados con la terapia génica redujeron su consumo de alcohol en un asombroso 90% en comparación con el grupo de control

Desafíos a considerar

A pesar de los resultados prometedores, hay desafíos significativos para llevar esta terapia al público en general. En primer lugar, es una intervención costosa, y la necesidad de cirugía limita su aplicación. Además, existe la preocupación de que un exceso de dopamina pueda conducir a problemas, como se ha observado en casos de adicción a estimulantes.

Más allá del alcohol, los científicos están explorando el uso de la terapia génica para abordar otras adicciones. Por ejemplo, investigadores de la Clínica Mayo han experimentado con esta terapia en la adicción a la cocaína. Mediante la modificación de la producción de proteínas que descomponen la cocaína, han logrado reducir su efecto en ratones, protegiéndolos de recaídas severas.

En resumen, la terapia génica se presenta como una innovadora herramienta en la lucha contra el alcoholismo y otras adicciones. Aunque aún queda mucho por descubrir, estos hallazgos iniciales ofrecen una esperanza renovada para aquellos afectados por estas devastadoras enfermedades.

Facebook Comments