Nuestra relación con el plástico es abusiva, y a pesar de los esfuerzos por abordar una problemática de la que ninguna costa ni océano se salva, los datos son todo menos esperanzadores. De hecho, la última previsión de la ONU, que eligió dedicar el pasado Día Mundial de los Océanos a este tipo de contaminación, define que para 2050 podría haber más plástico que peces en el agua. 

Ahora, un estudio publicado en la revista Nature Geoscience parecía arrojar algo de luz a la cuestión al revelar que menos plástico del que se había contabilizado anteriormente llega al océano cada año. A través de un modelo computacional 3D, los científicos de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) estiman que el vertido anual de residuos ronda los 500 millones de kilogramos: entre un 39% y un 42% provendrían de las costas; entre un 45% y un 48%, de la actividad pesquera, y entre un 12% y 13%, de los ríos. Mientras que previamente se creía que, solamente de los ríos, llegaban unos 800 millones de kilogramos de plástico al año.

Sin embargo, la aparente buena noticia esconde una particularidad sobre la naturaleza de los residuos que producimos y desechamos: en estudios anteriores se estimaba que la cantidad total de plástico que flota en el mar (hasta 2020) era de 250 millones de kilogramos, y en cambio, los resultados de la investigación demuestran que la cifra está en los 3.200 millones de kilogramos. Lo que indica que estos desechos son de «larga vida» y, por lo tanto, podrían persistir en la superficie por mucho más tiempo, poniendo en riesgo la salud de los ecosistemas acuáticos. 

Es necesaria una acción inmediata

El modelo 3D desarrollado por los investigadores también contribuyó a definir las características de los plásticos que flotan en el océano, algo crucial para diseñar estrategias más precisas que ayuden a frenar este tipo de contaminación. 

Con esto, se determinó que el 95% de la presencia de este material en la superficie corresponde con pedazos de más de 25 milímetros (una pulgada), y que los microplásticos (de menos de 2 milímetros) constituyen un porcentaje relativamente bajo. En este sentido, los expertos indican que la información podría ser positiva si se tiene en cuenta que las piezas «grandes y flotantes» son mucho más fáciles de limpiar que las micropartículas. 

Aun así, la relación entre la cantidad de plástico vertido al mar y la que hay actualmente en la superficie indica que los efectos de las medidas para combatir los residuos tardarán mucho tiempo en notarse. Es decir, que la humanidad tendría que reducir la producción de este material de forma drástica, y mejorar las técnicas de su reciclaje, para que se aprecien los impactos positivos del cambio.

El plástico, una amenaza para la vida

Los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas son devastadores: cada año, alrededor de 100.000 animales mueren a causa de la interacción con el plástico. Una bolsa de este material tiene un promedio de uso de 30 minutos, pero podría permanecer en la superficie del mar por 400 años y poner en riesgo la vida de tortugas, peces y aves. 

Si bien en los últimos años ha incrementado la conciencia social sobre la contaminación, y concretamente sobre el desecho de plásticos, si se suma la producción de este material durante toda la historia, en el año 2017 el mundo ya había producido 8.300 millones de toneladas, lo que equivale al peso de un millón de torres Eiffel.

Así pues, la situación actual no es solo fruto de cómo interactuamos ahora con el plástico, sino de cómo hemos estado gestionando los residuos hasta ahora. Y todo ello indica que, si las prácticas no cambian, el plástico seguirá acumulándose en los océanos y comprometiendo la vida de miles de especies. Incluso la nuestra.

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