El aumento de las temperaturas globales y las olas de calor, las sequías cada vez más recurrentes y severas, junto a la acumulación de materia orgánica y maleza en los bosques, son los ingredientes perfectos para la formación de los incendios forestales.

Pero cuando por su velocidad, intensidad e imprevisibilidad estos incendios exceden la capacidad de control de los servicios de extinción, no nos enfrentamos a un incendio como lo conocemos, si no que hemos de hablar de los llamados megaincendios o incendios de sexta generación, un fenómeno que no es nuevo, pero cuya frecuencia podría aumentar por el abandono rural, la mala, escasa o a veces nula gestión de la biomasa sobrante de los bosques o el cambio climático.

De hecho, algunos expertos han calificado así al reciente incendio que el pasado 15 de agosto se desató en la isla de Tenerife, el cual ha obligado a evacuar o confinar a miles de personas.

Para entender este creciente problema al que nos enfrentaremos en el futuro con cada vez más asiduidad, en este artículo os trasladamos la información recopilada por la agencia de comunicación Science Media Centre España, -SMC-, desde donde para tratar de arrojar luz sobre esta nueva amenaza, han recopilado toda la información útil que tenemos sobre los llamados megaincendios.

¿Qué es un incendio de sexta generación o megaincendio? 

Aunque hasta el momento no existe una definición estándar, los conocidos como megaincendios se caracterizan por ser extremos en términos de tamaño, comportamiento o impacto.

Así, según una investigación publicada en Global Ecolology and Biogeography en la que los autores analizaron un centenar de estudios en los cuales se abordaba este fenómeno, en términos de tamaño puede entenderse que un megaincendio es aquel que supera las 10.000 hectáreas de terreno afectado

“La calificación de «incendio de sexta generación» hace referencia a aquellos incendios de tal intensidad que alteran la dinámica de las capas altas de la atmosfera y generan vientos que pueden ser muy difíciles de modelar, por lo que no nos es posible predecir el comportamiento del fuego», explica en declaraciones al SMC España Inazio Martínez de Arano, director de la Oficina Regional del Mediterráneo del Instituto Forestal Europeo. «Además, a este factor deben añadirse otros aspectos característicos de los incendios de generaciones anteriores», añade. 

¿Cuántas categorías de incendios existen y cuales son sus características?

Las características de un incendio vienen definidas por un escenario donde existe un factor que limita la capacidad de extinción, posibilitando que el incendio pueda convertirse en un gran incendio forestal, tal y como indica la guía La Prevención de los Grandes Incendios Forestales adaptada al Incendio Tipoeditada por la Generalitat de Cataluña. Estas generaciones están marcadas por la evolución del paisaje según los cambios socioeconómicos y son las siguientes: 

Incendios de primera generación: su propagación está condicionada por una disponibilidad continua de combustible en superficie, principalmente herbazales y arbustos, fruto de un abandono de los campos de cultivo. El periodo de acumulación de combustible del que se nutren es de 2 a 15 años. Se trata de incendios de mediana intensidad, donde se queman entre 1.000 y 5.000 hectáreas de media, y donde las medidas de extinción se basan en efectivos locales y bomberos estacionales. Incendios de segunda generación: la acumulación de combustible debido al abandono de cultivos y de la actividad agropecuaria y forestal tradicional provoca incendios más rápidos e intensos que se propagan puntualmente con focos secundarios. El periodo de acumulación de combustible es de 10 a 30 años. Su superficie oscila entre las 5.000 y 10.000 hectáreas, y hacen falta medios aéreos para su extinción. Incendios de tercera generación: son aquellos que ya se propagan por las copas de los árboles. Alcanzan una alta intensidad debido a la homogeneidad de los bosques, generalmente fruto de la falta de gestión forestal, y suelen ser producto de la evolución de los incendios de media y baja intensidad. En este caso el periodo de acumulación de combustible es de entre 30 y 50 años. Son incendios de entre 10.000 a 20.000 hectáreas, donde el fuego se extiende a través de las copas de los árboles, y donde se producen columnas convectivas y focos secundarios masivos a largas distancias. Las oportunidades de extinción son escasas y los rápidos cambios de comportamiento del incendio son susceptibles de superar la capacidad de los recursos de extinción. Pueden aparecer con las olas de calor. Incendios de cuarta generación: se trata de grandes incendios que se propagan por la masa forestal, pero también sin dificultad por jardines y casas debido a la densidad de vegetación y a la continuidad de combustible entre la zona forestal y la urbanizada. Puede haber simultaneidad de incendios en una misma zona y darse con las olas de calor. En estos casos se prioriza la defensa de las personas y los bienes al ataque del incendio. Incendios de quinta generación: en estos convergen grandes incendios forestales simultáneos en diferentes zonas de riesgo, y con comportamientos extremos, rápidos y virulentos, cruzando zonas urbanizadas. Aparecen fuegos de copas simultáneos, con interfases urbanas y forestales. Supera a los medios de de extinción convencionales, requiriendo un estrecha coordinación entre los diferentes cuerpos y agentes de extinción. 

 ¿Cuáles son los rasgos principales de los megaincendios? 

Un megaincendio o incendio de sexta generación se caracteriza por una alta intensidad, así como una alta velocidad de propagación. En ellos se produce también una proyección de pavesas (pequeñas partículas inflamadas e incendiarias) susceptibles de recorrer distancias medias suficientes como para eludir los cortafuegos. Suelen tener varios focos, y un comportamiento que supera los modelos de predicción de expansión del fuego actuales. 

¿Puede sofocarse un megaincendio? 

Aunque se cuente con muchos recursos asignados para su extinción, es muy fácil que estos incendios puedan propagarse sin control y superar la capacidad de los medios de extinción. Así lo recoge el informe Fire and forest fires in the Mediterranean; a relationship story between forest and society del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC).“No son apagables”, recalca Martínez de Arano. “No se pueden sofocar hasta que cambien las condiciones meteorológicas”. 

La reducción y el abandono de actividades agrícolas como el pastoreo en el sotobosque o la extracción de madera y leña, o la pérdida de paisajes en forma de mosaico con tierras de cultivo y zonas arboladas permiten el crecimiento excesivo de los bosques y el aumento de la biomasa forestal. Esta biomasa acumulada en los recurrentes ciclos de sequía y calor de los meses de verano actúa como combustible y desencadena incendios extremadamente intensos, que incluso pueden saltar grandes distancias sin cubierta vegetal.

¿Cómo afecta el cambio climático a los megaincendios?  

“El cambio climático está provocando que haya más días de muy alto riesgo de incendio así como extendiendo el área amenazada”, afirma Martínez de Arano, quien añade que, «además del cambio climático, otro factor que está incrementando la frecuencia de incendios extremos es la expansión del bosque por el abandono rural».

Según el informe del CTFC, en muchas zonas mediterráneas este abandono rural de las últimas décadas ha provocado que el riesgo de sufrir incendios intensos sea mayor; una situación que se ve agravada por el cambio climático y la prolongación de los periodos cálidos con condiciones de sequía, y que aumenta el riesgo de incendios incluso en regiones y ecosistemas no acostumbradas a fuegos tan intensos. 

Por su parte, el sexto informe de síntesis del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) habla de los incendios, en general, y concluye que es muy probable que el factor humano haya aumentado el riesgo de eventos extremos compuestos desde la década de 1950. Entre esos eventos están los incendios en algunas regiones.

Además, según el propio IPCC, con un mayor calentamiento global se prevén cambios regionales como un aumento de la aridez y de los incendios, de las olas de calor y de las sequías, incluso simultáneamente en varios lugares. Entre los principales riesgos asociados previstos a corto plazo (con un calentamiento global de 1,5 °C), el informe destaca los daños provocados por los incendios forestales. 

¿Qué incendios de sexta generación ha habido en España? 

Adrián Regos, investigador del Centro Tecnológico y Forestal de Cataluña (CTFC), explicaba al SMC España que el incendio de Tenerife originado el pasado 15 de agosto podría clasificarse como un megaincendio». 

«El incendio de Tenerife entró el sábado a la tarde en la categoría de incendio de sexta generación. Las condiciones de fuerte viento y baja humedad están dificultando enormemente las labores de extinción, sobrepasando la capacidad actual de extinción. Estos incendios extremos son capaces de generar sus propias dinámicas y turbulencias que favorecen un comportamiento errático y poco predecible, lo que aumenta su peligrosidad», señalaba.

«A nivel de extinción hay poco más que se pueda hacer, aparte de la enorme tarea que ya están llevando a cabo los sistemas de extinción. Es fácil que este incendio pueda sobrepasar las 10.000 hectáreas, entrando así en la categoría de megaincendio, aunque por su comportamiento es ya un incendio extremo», afirmaba el experto.

La meteoróloga Marta Almarcha, coincidía en su análisis con Regos en un artículo publicado en eltiempo.es: «Las características del incendio de Tenerife, lo llevan a clasificarlo como un incendio de sexta generación. Estos incendios se caracterizan por tener una gran intensidad, ser altamente destructivos y liberar una gran cantidad de energía, dando lugar a que se forme una meteorología propia dentro del incendio y a los pirocúmulos que se han observado en las últimas horas», apunta. 

En España, lamentablemente también tenemos el antecedente del incendio de Sierra Bermeja (Málaga), originado en septiembre de 2021, en cuyas labores de extinción falleció un bombero forestal, y el cual se catalogó como un incendio de sexta generación. 

Sin embargo, no ha sido el único. Hace 25 años en la península Ibérica tuvieron lugar incendios de este tipo en la comarca del Solsonès y en parte del Bages y la Segarra, en Cataluña. 

Fuera de nuestras fronteras, en las últimas décadas se han desarrollado megaincendios en Estados Unidos, Australia, Brasil, la República Democrática del Congo o en la Federación Rusa. 

¿Se pueden prevenirse los incendios de sexta generación?  

Como indican desde el CTFC, la extensión y gravedad de los incendios forestales son reflejo de la relación actual que, como sociedad, mantenemos con los bosques.

“Se puede reducir el riesgo abordando las causas de ignición y reduciéndolas al mínimo en días de muy alto riesgo”, señala Martínez de Arano, quien añade que también se puede minimizar el riesgo de daños graves, aunque para eso es necesario manejar el combustible a escala de paisaje y en la interfaz urbano-forestal. “Es importante crear espacios donde el fuego sea apagable”, recalca.

Sin embargo, Eduardo Rojas Briales, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes y presidente de PEFC-International, expresaba por su parte en un artículo publicado en el SMC España que, «a la larga será imposible abordar los incendios.»

«¿El motivo? Que su continuidad y densidad de combustible impedirán la actuación de los medios de extinción al superar en mucho sus límites técnicos y de seguridad del personal”, afirmaba Rojas, quien trae a colación la llamada paradoja de la extinción: cuanto más eficientes sean los servicios de extinción, estos llegarán a apagar casi todos los fuegos fáciles, pero cuando se combinen las peores circunstancias, incluida la simultaneidad, unos pocos devendrán catastróficos, lo que provocará que se cuestione la inversión realizada en extinción. 

Apostar por la extinción es una respuesta reactiva e insuficiente que solo pospone y agrava el problema”, reitera el experto, quien plantea que es fundamental y necesario actuar, al menos, en tres frentes: una financiación pública suficiente, abordar el minifundio y apostar por la gestión activa de los ecosistemas.

¿Podrán producirse el futuro incendios más intensos que los de sexta generación? 

En primer lugar, para evitar ambigüedades, lo que algunos autores plantean es una definición homogénea de megaincendio, como aquel de más de 10.000 hectáreas provocado por una o varias igniciones relacionadas.

En cuanto a nuevas categorías respecto a estos fenómenos, los expertos proponen dos términos adicionales: gigaincendio, para los mayores de 100.000 hectáreas, y teraincendio, para los superiores al millón de hectáreas.

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