¿Sabías que no pesas lo mismo en todos los puntos del planeta? Y es que, dependiendo de la zona en la que te encuentres, la báscula puede llegar a variar en casi 0,7 kg. Es decir, si en un lugar pesas 100 kg, puede que en otro diferente, la báscula marque nada más y nada menos que 99,3 kg. Y no, no es cuestión de que tú hayas adelgazado o de que la báscula esté estropeada. La explicación se encuentra en la fuerza de gravedad. 

Nuestro planeta es mucho más complejo de lo que parece y, si todo fuese una situación ideal en la que no existiese una rotación, todas las capas fueran iguales o la densidad de los materiales fuese la misma, toda la superficie terrestre sería uniforme y tu báscula marcaría lo mismo en cualquier sitio. Pero, para variar, no es tan sencillo.

De hecho, la fuerza de gravedad ni siquiera se comporta de forma uniforme cuando nos movemos hacia el centro del planeta y adquiere valores inesperadamente altos cuanto más nos acercamos al núcleo metálico. ¿Qué es lo que quiere decir esto exactamente? Pues que, aunque lo lógico sería que descendiese, a 3.000 km de profundidad el valor de la gravedad es considerablemente mayor en la superficie. ¿Significa esto que no hay un centro de gravedad? ¿Cuál es entonces su valor en el núcleo de la Tierra

LA IDEALIDAD

En una situación ideal en la que la capas internas de la Tierra fueran perfectamente uniformes, al ir descendiendo a través de un túnel de cara al centro del planeta, la gravedad iría descendiendo. Así, en la propia superficie, alcanzaría su mayor valor, pues la fuerza te atraería hacia la gran masa que es el planeta, situado debajo de ti.

A medida que fueras descendiendo, comenzaría a haber masa por encima de tu cabeza, la cual, también generaría una cierta fuerza de gravedad hacia ella, y por tanto hacia arriba. De hecho, cuanto más profundizaras, mayor sería esa contribución, pues la cantidad de tierra sobre tu cabeza sería cada vez mayor. Pero al llegar al centro, como estarías rodeado de la misma cantidad de masa en todos los sentidos, todas las fuerzas a tu alrededor se anularían entre ellas, situándote en un punto donde la sensación de gravedad sería nula.

LA ESTRUCTURA INTERNA

Pero como podrás imaginarte, la realidad es una situación muy diferente. Y es que no todo el interior del planeta es igual, por lo que, para entender esta cuestión es necesario conocer cuál es la estructura del planeta Tierra, empezando por lo más sencillo: la parte visible. Toda la superficie rocosa está cubierta por una capa, llamada atmósfera, cuyo grosor alcanza los 1.100 km, compuesta de gases esenciales para el desarrollo de la vida. Cubriendo la superficie, se encuentra la hidrosfera, extendida hasta los casi 4 km de profundidad y formada por todo el agua del planeta. 

La corteza terrestre es la zona donde se desarrolla la vida. Alcanza hasta los 100 km de profundidad  y se compone en su mayor parte de rocas y diversos elementos químicos acumulados, como oxígeno, silicio, hierro, calcio o sodio. Justo por debajo de ella, se extiende el manto hasta los 2.900 km, una zona sólida compuesta sobre todo de óxidos de magnesio y silicio.

Finalmente, el interior del planeta es el núcleo. Se divide en una parte exterior de 2.200 km la cual se piensa que es rígida, pero presenta depresiones y picos en su superficie. Por su parte, el núcleo interior es completamente metálico y destaca por tener temperaturas que pueden llegar hasta los 6.650 ºC y una densidad media de 13. Esto se traduce en que la presión en su interior, medida en GigaPascales, es de millones de veces la que existe en la superficie.

UNA REALIDAD MUY DIFERENTE

Por lo que, lejos de la idealidad planteada, la realidad presenta un escenario muy diferente: la Tierra no es uniforme y el núcleo metálico es mucho más denso que el manto y la corteza. Por lo tanto, en el momento en que empiezas a profundizar de cara al interior de la Tierra, todo cambia: el material más denso generará mucha más fuerza de gravedad que el de menor densidad. 

Así, si empiezas a cavar, a medida que te separes de la superficie y te acerques al núcleo metálico del planeta, la fuerza de gravedad va a aumentar cada vez más, pues el material que hay por encima de tu cabeza no será lo suficientemente denso como para contrarrestar la atracción que genera esa zona central. Tanto es este “tirón”, que a unos 3.000 km, justo a la entrada del núcleo, la fuerza de gravedad alcanza su mayor valor: 10, 7 m/s2. Hay que tener en cuenta que en la superficie su valor es de 9,8 m/s2.

A partir de ahí, las fuerzas dentro del propio núcleo sí se irán compensando de forma equivalente, permitiéndote encontrar el punto de gravedad cero hacia el centro del núcleo. Aunque es cierto que ese núcleo no es del todo uniforme y se estima que el punto de gravedad cero no tendría por qué encontrarse justo en el centro, sí existiría en algún punto muy cercano esa anulación de fuerzas que te dejaría experimentar la sensación de ingravidez.

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