La historia de Europa es compleja, y la de sus habitantes, todavía más. Durante la Edad del Bronce, hace casi 5.000 año,s un hombre de unos 45 años se encontraba en las montañas de los Alpes, cerca de la frontera entre la actual Italia y Suiza. El motivo por el que se encontraba allí es desconocido, pero lo que sí que hemos podido reconstruir es su muerte, tan brutal como fascinante.

La momia de hielo, denominada Ötzi, fue descubierta en 1991 por un par de alpinistas y, debido a su extraordinario estado de conservación, es una fantástica mirada al pasado y a las costumbres en la vida de la Europa prehistórica. Ahora bien, además de la información que nos aportan sus objetos y su cuerpo, del ADN de Ötzi también se pueden obtener datos muy valiosos sobre su pasado y sobre el pasado de la población europea.

La vida de Ötzi

Ötzi supuso una revolución en la paleoantropología. Los análisis del cuerpo revelaron que medía casi 160 centímetros y que debía pesar alrededor de 50kg. Respecto a su origen, la dentina muestra que este hombre probablemente nació en la provincia de Bolzano y posteriormente migró a las montañas, donde falleció. Al someter el pelo a un análisis exhaustivo, los investigadores encontraron trazas de cobre y arsénico. La presencia de estos átomos incrustados en la queratina del pelo indica que Ötzi estuvo expuesto a los vapores que se producen durante el proceso de fundición del cobre, por lo que probablemente era conocedor de las técnicas utilizadas para trabajarlo. En sus inmediaciones se halló un hacha de cobre con claros signos de haber sido utilizada para cortar, lo que aporta robustez a esta teoría.

Poco a poco se ha ido reconstruyendo la historia de este hombre del hielo, y la cantidad de detalles que conocemos en la actualidad es asombrosa. Un estudio minucioso de su piel reveló la presencia de 61 tatuajes con formas de puntos y rayas. Estos tatuajes se encuentran en zonas muy concretas, por lo que se ha teorizado que podrían haberse utilizado para tratar las dolencias óseas, aunque existe cierta controversia al respecto. Pero sin duda, uno de los hallazgos más fascinantes es el contenido de su estómago, que nos indica que comió carne de íbice (una especie de cabra salvaje), bayas y grano unas 2 horas antes de morir. Su comida anterior había sido 8 horas antes, y también consistía en carne ahumada y grano de trigo salvaje.

Finalmente, sus ropajes y utensilios también indican que estaba bien preparado para la supervivencia. Llevaba una capa gruesa, pantalones y unos zapatos de piel de distintos animales que le protegerían del frío de la montaña. Entre los utensilios, además del hacha ya mencionada, se encontraron dos cestas, varias especies de plantas, un hongo con propiedades medicinales, un trozo de hongo de yesca y pirita. Estos dos últimos objetos con casi toda seguridad eran utilizados para crear fuego.

Para la caza y, probablemente la defensa personal, Ötzi contaba con un cuchillo y un carcaj con una docena de flechas y puntas inacabadas. En estos instrumentos se han hallado restos de sangre de al menos otras 4 personas, una en el cuchillo, dos en la misma punta de flecha y una en la capa. Todos estos instrumentos le sirvieron durante sus últimos días, pero no le pudieron defender de un enemigo al que puede que nunca llegase a ver.

La muerte de Ötzi

En 2001, diez años después de que se hallase el cuerpo, se realizaron una serie de radiografías y tomografías computarizadas. En las imágenes resultantes, se encontró una punta de flecha alojada cerca de uno de sus pulmones. Esta punta de flecha coincide con un agujero que se puede observar en la capa, por lo que lo más probable es que fuese el arma homicida que alguien disparó contra Ötzi. Por la posición de la punta, el arquero disparó desde atrás, alcanzó al hombre de hielo y le provocó una herida por la que se desangró hasta morir.

Una vez abatido Ötzi, la posición en la que se congeló indica que alguien intentó recuperar la flecha que había disparado, pero la cabeza de piedra se desprendió. Es bastante probable que nunca conozcamos la identidad de este arquero, y mucho menos sus motivos, ya que dejó a la intemperie muchos de los objetos que llevaba Ötzi. Pero con este acto brutal ha llegado hasta nuestros días la historia de su víctima, y su ADN todavía tiene muchos secretos que revelar sobre su pasado.

Los secretos del ADN de Ötzi

La genética muestra que la mayoría de los europeos actuales provienen de la mezcla de tres grupos ancestrales: los cazadores-recolectores occidentales, los primeros agricultores que emigraron de Anatolia y los pastores esteparios de Europa del Este. Estos grupos eran ligeramente distintos entre sí, y pasaron el suficiente tiempo separados como para que creasen ciertas mutaciones en el genoma que permiten distinguirlos al analizar su ADN. En la actualidad, se pueden encontrar diferentes porcentajes de estas mutaciones en los europeos, lo que permite conocer el pasado migratorio de ciertas poblaciones durante los últimos miles de años.

El estudio genético original llevado a cabo en 2012 sugería que Ötzi provenía de los pastores esteparios de Europa del Este. Pero desde entonces se han analizado muchos más restos genéticos de sus contemporáneos y se descubierto que tiene muchos más ancestros en común con los primeros agricultores de Anatolia que el resto de sus homólogos europeos. De hecho, una de las mayores sorpresas de este análisis es que apenas existen trazas genéticas de los pastores esteparios y la poca prevalencia de marcadores de los cazadores-recolectores occidentales.

De su genoma también se pueden extraer cierta información sobre sus rasgos. Gracias a algunas variaciones presentes en el ADN de Ötzi, se puede inferir que era de piel oscura y con predisposición la calvicie, a la obesidad por síndrome metabólico y a diabetes tipo 2. Esto choca frontalmente con las imágenes que se reconstruyeron en su momento, que lo recreaban como un hombre blanco y con larga cabellera. Lo cierto es que la momia del Hombre de hielo ya mostraba poco pelo y una piel bastante oscura, pero los investigadores achacaron estas características al proceso de momificación natural, no a sus rasgos en vida.

Estos artículos muestran perfectamente cómo la ciencia se encuentra en una revisión constante, y el poder obtener más datos permite aportar robustez a unas teorías u otras. En este caso, cuanto mejores sean las técnicas de análisis, y según se vayan descubriendo más restos genéticos de la época, más información podremos obtener de Ötzi, lo que finalmente nos acercará a la historia de las migraciones europeas.

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