El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico crónico de origen genético que se manifiesta en la infancia y frecuentemente persiste hasta la edad adulta. Afecta aproximadamente a un 5% de los niños y a un 2.5% de los adultos a nivel mundial. 

La primera descripción del TDAH fue realizada por el pediatra británico George Still en 1902, aunque el término TDAH no se adoptó hasta la década de 1980.

Además, cada vez hay más casos de TDAH. En un reciente estudio, publicado en JAMA Pediatrics, se utilizó datos de la Encuesta Nacional de Salud Entrevista, una encuesta federal anual de alrededor de 35.000 hogares, hallándose efectivamente un aumento constante en los diagnósticos entre los niños de aproximadamente el 6 por ciento de los niños entre 1997 y 1998 a más del 10 por ciento entre 2015 y 2016. 

En parte, sin embargo, puede que este aumento se deba sencillamente a los avances en la tecnología médica a la hora de detectar estos casos.

SÍNTOMAS

Los síntomas principales del TDAH se dividen en dos categorías: inatención e hiperactividad-impulsividad. Dentro de la inatención, encontramos dificultades para mantener la concentración en una tarea, olvidos frecuentes, distracción fácil y problemas para organizar tareas. Por otro lado, la hiperactividad-impulsividad se manifiesta en inquietud excesiva, habla constante, interrupciones frecuentes y toma de decisiones precipitadas.

Es importante tener en cuenta que los síntomas varían considerablemente de una persona a otra y pueden ser diferentes a lo largo del tiempo. Asimismo, el TDAH puede presentarse junto a otros trastornos como dislexia, trastorno del espectro autista, trastorno oposicionista desafiante, entre otros. Esta coexistencia puede complicar el diagnóstico y tratamiento.

El diagnóstico del TDAH es clínico, basándose en la evaluación detallada del comportamiento del individuo en diferentes contextos. Se realizan entrevistas con los padres o tutores, se revisan los informes escolares y se utiliza una variedad de escalas y cuestionarios específicos. El diagnóstico no puede basarse simplemente en una lista de chequeo de síntomas, debe ser un proceso complejo y multidimensional.

TRATAMIENTO

El tratamiento del TDAH es multifacético y está diseñado para abordar tanto los síntomas como los problemas prácticos que la persona puede enfrentar en su vida diaria. El objetivo es mejorar la calidad de vida y maximizar el potencial del individuo, tanto en el hogar, como en la escuela o en el lugar de trabajo.

El tratamiento farmacológico para el TDAH incluye principalmente estimulantes del sistema nervioso central, como el metilfenidato y las anfetaminas, que aumentan y equilibran los niveles de neurotransmisores en el cerebro. Aunque el uso de medicamentos puede ser un tema controvertido, especialmente cuando se trata de niños, se ha demostrado en múltiples estudios que, cuando se usan correctamente y bajo supervisión médica, pueden ser muy efectivos para controlar los síntomas del TDAH.

Además de la medicación, la terapia cognitivo-conductual (TCC) es una intervención psicoterapéutica eficaz para el TDAH. Este enfoque ayuda a las personas a desarrollar habilidades de manejo de la impulsividad, de la concentración y de la organización. También puede proporcionar estrategias para manejar las dificultades en las relaciones interpersonales que a menudo acompañan al TDAH.

Los tratamientos psicoeducativos también son una parte crucial del tratamiento del TDAH. Los individuos con TDAH, sus familias y maestros deben ser educados sobre el trastorno, sus efectos y las mejores estrategias para manejarlo. Esto puede incluir la implementación de acomodaciones en el aula, como tiempo extra para pruebas, una estructura y rutina consistentes, y estrategias de manejo del comportamiento.

El apoyo educativo puede ser beneficioso tanto para los niños como para los adultos con TDAH. En el caso de los niños, los planes de educación individualizada y las adaptaciones en el aula pueden ayudar a abordar los desafíos de la atención y la impulsividad. Para los adultos, las estrategias de manejo del tiempo, la organización y la planificación pueden ser útiles en el lugar de trabajo.

A pesar de la efectividad demostrada de estas intervenciones, es fundamental recordar que cada persona es única y que lo que funciona para una puede no funcionar para otra. El plan de tratamiento debe ser personalizado, adaptándose a las necesidades, los desafíos y los objetivos de cada individuo.

Por último, pero no menos importante, el apoyo social es esencial en el tratamiento del TDAH. Tener el apoyo de familiares, amigos, maestros y compañeros de trabajo puede hacer una gran diferencia en el manejo del trastorno. Fomentar la empatía, la comprensión y la aceptación no sólo ayuda a las personas con TDAH a enfrentar sus desafíos, sino que también contribuye a la eliminación del estigma asociado con el trastorno.

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