El día 24 de noviembre de 2021 se encendieron los motores del Falcon 9 en la Base de la Fuerza Espacial de Vandenberg, en California. Con los ojos puestos en el monitor, cientos de astrónomos, científicos e ingenieros de varios países miraban, nerviosos, la cuenta atrás. Aunque hace años que la humanidad envía material al espacio de forma rutinaria, este día era especial, ya que el cohete cargaba con uno de los experimentos más ambiciosos de la historia de la humanidad y que había costado unos 330 millones de dólares: los componentes de la misión DART.

DART es el resultado de siglas de Double Asteroid Redirection Test y podría traducirse al español como “dardo”. Se trata de un nombre fantásticamente bien elegido para una misión cuyo objetivo era impactar en una diana muy pequeña y lejana: el asteroide Dimorphos. Este asteroide es parte de un conjunto binario, es decir, dos cuerpos en los que uno orbita alrededor del otro, como una versión en miniatura de La Tierra y La Luna. En este caso, el asteroide más grande es Didymos, una roca de unos 750 metros de diámetro, y el pequeño, el ya nombrado Dimorphos, de unos 150 metros. Antes de la misión, Dimorphos tardaba 11 horas y 53 minutos en dar una vuelta a Didymos, pero ese dato podía cambiar en unos meses gracias a DART.

El viaje de DART

De vuelta en La Tierra, tras los momentos iniciales de tensión por cualquier posible fallo, la maniobra de despegue finalizó con éxito. Una vez en el espacio, el personal de la NASA, la ESA y otros grupos de investigación involucrados pudieron observar cómo la nave espacial de 610 kilos desplegaba sus paneles solares. Tras esto, comenzaba un trayecto de 10 meses y 11 millones de kilómetros para lograr una hazaña por primera vez en la historia de la humanidad: Desviar un asteroide.

Llegados a este punto, nos puede rondar por la cabeza una pregunta: ¿Para qué querríamos desviar un asteroide? Y la respuesta tiene varios matices. Durante toda la misión se habló de defensa planetaria, es decir, al conseguir desviar un asteroide, la humanidad demostraría su capacidad para evitar un destino similar al de los dinosaurios. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que estos objetos están repletos de materiales valiosos, por lo que aprender a controlarlos y modificar sus órbitas a lugares más accesibles podría sentar las bases para la futura minería de asteroides. Estas prácticas serían un avance muy significativo en la exploración espacial, ya que ahorrarían el tener que enviar todo el material de construcción desde la Tierra.

Un final espectacular

Tras 10 meses, la pequeña nave se aproximaba a unos 24.000 km/h a Dimorphos. Cuando apenas quedaban unas horas para el choque, comenzamos a recibir fotografías más y más cercanas de la superficie del asteroide. La zona de impacto estaba formada por un aglomerado de rocas de diferentes tamaños que aguardaban, inmóviles, a que un objeto fabricado por la humanidad acabase con su tranquilidad. Y así fue. A las 21:14 del 26 de septiembre de 2022 hora peninsular española, DART se estrelló contra la superficie liberando una energía equivalente a una explosión de 3 toneladas de TNT.

La misión fue todo un éxito, no sólo habían conseguido acertar en el pequeño asteroide, si no que las mediciones posteriores demostraron que su órbita se había modificado mucho más de lo esperado. Las predicciones apuntaban a que el tiempo en el que Dimorphos tardaba en orbitar Didymos se reduciría en un minuto y medio tras el impacto, algo razonable por el tamaño y el peso del objeto. Sin embargo, estos cálculos quedaron muy lejos de la realidad. Las observaciones posteriores han demostrado que el tiempo orbital se redujo en media hora, es decir, 25 veces más de lo esperado, por lo que hubo algún escenario que no se tuvo en cuenta. Surgieron varias hipótesis al respecto, pero no ha sido hasta recientemente que se ha podido confirmar una de ellas gracias al telescopio Hubble.

Rocas a la fuga

Al apuntar el Hubble hacia Dimorphos, los astrónomos han podido observar al menos 37 rocas que se alejan lentamente del asteroide. Estas rocas tienen tamaños muy diversos, desde apenas 1 metro hasta unos 10 metros de longitud, el tamaño de un autobús. Los objetos probablemente hayan sido eyectados de la superficie de Dimorphos, donde se habrían posado hace varios millones de años, sin llegar a fusionarse del todo con él. Esto concuerda con las últimas fotografías enviadas por DART, donde se observa una superficie rocosa poco compacta.

Los astrónomos todavía esperan obtener más información sobre estos objetos gracias al Hubble, como su procedencia exacta y su trayectoria. Sin embargo, la misión HERA será la que nos proporcione toda la información sobre el resultado de DART. HERA visitará el objeto binario a finales del año 2026 y tomará medidas tanto de la órbita y la masa de Dimorphos, como del cráter que creó el impacto.

Las buenas noticias

Estos datos nos ayudan a comprender mejor la morfología y la composición de los miles de asteroides que orbitan nuestro Sistema Solar y que están considerados NEOs, es decir, objetos cuya órbita es cercana a la de La Tierra. De este modo se podrían preparar las defensas planetarias teniendo en cuenta más posibles comportamientos de los asteroides.

Respecto a las rocas desprendidas de Dimorphos, los astrónomos aseguran es que no existe ningún peligro para nuestro planeta. En el extraordinariamente poco probable caso de que uno de los pedazos más grandes se dirigiese directamente contra La Tierra, gracias a DART se ha probado la tecnología que permitiría su desvío. Además, en el caso de impacto, los daños no pondrían en peligro a nuestra especie.

El evento más reciente de similares características sería el Bólido de Cheliábinsk que ocurrió en Rusia en el año 2013. Durante este evento, un meteorito de unos 15 x 17 metros (más grande que las rocas de Dimorphos) explotó a unos 20 km de altura con una fuerza 30 veces superior a la de la bomba de Hiroshima. La onda expansiva provocó al menos 1491 heridos, y pudo escucharse hasta a 15000 kilómetros de distancia. Afortunadamente, esto no sucederá con los pedazos de Dimorphos y, además, ahora la humanidad ha probado que podría defenderse.

Facebook Comments