Decía el famoso entomólogo y biólogo estadounidense Edward O. Wilson que si la población humana desapareciese súbitamente, la Tierra “se regeneraría hasta retornar al rico estado de equilibrio que existía 10.000 años atrás”, pero “si desapareciesen los insectos, el medio ambiente se sumergiría en el caos”. Lo que está ocurriendo en la actualidad se asemeja más al segundo supuesto, y eso es algo que alarma a la comunidad científica. Las poblaciones de insectos están decayendo en todo el mundo como consecuencia de la actividad humana, y la contaminación atmosférica parece tener gran parte de la culpa, según acaba de plasmar un equipo de investigadores en un nuevo estudio que analiza los ciclos reproductivos de estos invertebrados. 

Un equipo de investigadores de la Universidad de Melbourne, la Universidad Forestal de Beijing y la Universidad de California en Davis han llegado a la conclusión de que los efectos de la contaminación atmosférica en los insectos es mucho mayor de lo que se esperaba, según un nuevo estudio publicado recientemente en Nature Communications. 

Los científicos han descubierto que la capacidad de estos animales para encontrar alimento y pareja reproductora se reduce significativamente cuando sus antenas quedan rociadas con partículas contaminantes, ya sean procedes el transporte, los incendios forestales u otras fuentes de contaminación atmosférica, unas conclusiones, que, según Mark Elgar, investigador de la Universidad de Melbourne y coautor del estudio, alerta sobre el rápido declive que están experimentando las poblaciones en los últimos años.

Para llevar a cabo la investigación, el equipo de entomólogos llevó a cabo distintos experimentos con moscas domésticas en distintas partes del mundo. En uno de ellos usaron un microscopio electrónico de barrido para medir la acumulación de partículas contaminantes, desde partículas sólidas hasta pequeñas gotitas líquidas suspendidas en el aire que pueden incluir metales tóxicos y sustancias contaminantes procedentes de la quema de carbón, la gasolina o el fuego. Tras exponer las moscas domésticas recolectadas en las inmediaciones de Beijing  a distintos niveles de contaminación, las colocaron en un laberinto de tubos en forma de Y observaron su comportamiento. Descubrieron que los ejemplares no contaminados elegían el camino que les conducía hacia la comida o seguían el rastro de feromonas sexuales, mientras que las contaminadas seleccionaban un camino al azar. 

Menos capacidad para detectar olores

En paralelo, los resultados de pruebas neuronales confirmaron que la contaminación de las antenas reducía de manera significativa las señales eléctricas relacionadas con el olor, lo que dificultaba la capacidad de los insectos para seguir el rastro. Por último, recolectaron especímenes de una zona rural del estado de Victoria, en Australia, afectada por los incendios forestales que en 2021 asolaron Australia, y demostraron que las antenas de distintas clases de insectos, desde abejas hasta avispas, pasando por polillas y distintas especies de moscas, se contaminan con partículas de humo, incluso a distancias considerables. 

Las antenas de los insectos tienen receptores olfativos que detectan moléculas procedentes de una fuente de alimento, una posible pareja reproductora o un buen lugar para poner huevos. Si están cubiertas de partículas, se crea una barrera física que impide el contacto entre los receptores olfativos y las moléculas de olor transportadas por el aire. Según apunta el estudio, incluso los efectos no letales de la contaminación atmosférica pueden disminuir la viabilidad de la reproducción si los machos no detectan a las hembras, un perjuicio que puede ser especialmente significativo en las poblaciones más pequeñas.

«Cuando sus antenas se obstruyen con partículas contaminantes, los insectos tienen dificultades para oler la comida, una pareja o un lugar donde poner sus huevos, por lo que sus poblaciones disminuirán», abunda el profesor Elgar, quien se muestra pesimista, teniendo en cuenta, según apunta, que cerca del 40% de la superficie terrestre está expuesta a concentraciones de partículas contaminantes en el aire superiores a la media anual recomendada por la Organización Mundial de la Salud, entre ellos hábitats remotos y aparentemente prístinos. Además, los insectos son capaces de recorrer miles de kilómetros, con lo que ninguno estará absolutamente a salvo.

Declive de insectos en todo el mundo

Los resultados de esta investigación vienen a corroborar lo que la comunidad científica viene comprobando desde hace años: las poblaciones de insectos se están reduciendo a un ritmo acelerado en la era del antropoceno. Estos invertebrados se cuentan entre las criaturas más diversas del planeta, hasta tal punto que no hay consenso sobre el número de especies que existen. Se cree que rondan el millón, aunque el consenso general es que hay muchas más. En otras palabras, de cada tres especies de animales, dos son insectos. Están presentes en todos los medios; aéreo, terrestre y acuático, y son capaces de conquistar latitudes imposibles para cualquier otra especie.

El problema es que la comunidad científica lleva corroborando desde hace años que no solo se está produciendo un declive en el número de insectos, sino también de su diversidad, algo muy peligroso, habida cuenta de que hasta 87% de las plantas con flor dependen de alguna manera de la polinización de los insectos. Factores como la intensificación del uso de la tierra, el cambio climático y la propagación de especies invasoras están diezmando las poblaciones insectívoras en todo el mundo, una tendencia que no parece revertirse, sino más bien todo lo contrario. 

Facebook Comments