Este verano, hay una mayor concentración de medusas y organismos similares en las costa españolas debido, fundamentalmente, a tres factores: la contaminación orgánica, el incremento en la temperatura del agua y la reducción en el número de sus depredadores.

A pesar de las molestias que causan con sus tentáculos tóxicos, las medusas son esenciales en la cadena alimentaria, siendo presas de especies superiores como tortugas marinas, crustáceos, corales y ciertos peces, que ayudan a regular su número.

Paralelamente, la reciente aparición de dos ejemplares de carabelas portuguesas en el arenal de Rodiles, una playa en la región de Asturias, también ha disparado las alertas de los equipos de salvamento en los últimos días. Pero no son los únicos avistamientos en la península: han sido también detectadas en Cantabria y, a comienzos del mes, en las playas de Guipúzcoa.

Esta situación preocupa a los bañistas y a las autoridades locales, ya que las picaduras de estos organismos marinos, a menudo confundidos con medusas, son cada vez más comunes debido a la subida progresiva de la temperatura del mar.

Las carabelas portuguesas se distribuyen en todas las aguas cálidas del planeta, especialmente en áreas tropicales y subtropicales de los océanos Pacífico e Índico. También habitan en la corriente del Golfo Atlántico y ocasionalmente se aventuran en el Mediterráneo. Los expertos atribuyen su llegada a las costas españolas a las dinámicas de los vientos marinos.

Identificando a la Carabela Portuguesa

Aunque la apariencia de la carabela portuguesa es similar a la de una medusa, técnicamente no lo es. Es, de hecho, un conglomerado de organismos que cooperan como una colonia para sobrevivir.

Juntos, forman un hidrozoo de plancton gelatinoso, incapaz de subsistir de manera independiente. Su nombre científico es Physalia physalis, pero también se le conoce como carabela portuguesa, fragata portuguesa o falsa medusa.

Posee una forma distintiva de globo o vejiga llena de gas que puede medir hasta 30 centímetros de diámetro. Además, presenta largos tentáculos, de hasta 50 metros de longitud, que se reconocen fácilmente por su color azul o púrpura.

Este ser viscoso recorre grandes distancias impulsado por el viento gracias a su neumatóforo, una especie de flotador de unos quince centímetros que le sirve de vela y del que cuelgan largos tentáculos urticantes.

En la práctica, la carabela portuguesa puede parecer un tipo de embarcación o submarino sobresaliendo del agua. A diferencia de las medusas, sus «vejigas» flotan en la superficie del agua, mientras que los tentáculos permanecen por debajo. Esto facilita la identificación de su presencia en el agua.

El mecanismo de defensa de la carabela se activa automáticamente cuando se siente amenazada, liberando un veneno paralizante a través de sus tentáculos. Cada centímetro cuadrado de estos tentáculos contiene más de un millón de elementos urticantes que pueden causar reacciones alérgicas en los bañistas.

Cómo combatir su picadura

No solo son peligrosas para los habitantes del mar; también lo son para los humanos. La picadura de una carabela portuguesa puede resultar mortal para un niño o incluso para un adulto con salud comprometida. Para una persona de peso y salud normal, la picadura no debería ser extremadamente dañina, y sus efectos normalmente desaparecerán en unas pocas horas.

Los síntomas más comunes de una picadura incluyen escozor y picor en la zona afectada. Sin embargo, la picadura también puede provocar dolores intensos, náuseas, fiebre, vómitos e incluso la muerte. Su veneno permanece activo incluso después de que el ejemplar ha sido retirado de la arena, por lo que es crucial no tocarlo.

Frente a una picadura, es fundamental actuar rápidamente para neutralizar el veneno y retirar todos los restos de tentáculos de la piel. Se puede intentar lavar la zona con alcohol o con agua salada. No se recomienda usar agua dulce, ya que intensifica los efectos. Tampoco es conveniente usar vinagre, a diferencia de lo que se hace con la medusa común. Además, se aconseja aplicar agua caliente y una crema con cortisona después de la limpieza.

Ante todo, es vital estar informados y ser conscientes de la presencia de estos organismos en nuestras costas. La mejor defensa es siempre la prevención. Así, podemos disfrutar de las playas y el mar, respetando la biodiversidad que nos rodea.

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