Los primeros planetas que los humanos divisaron y señalaron hace cientos de años fueron bautizados con nombres que venían de la mitología clásica: Venus, Júpiter, Mercurio… Con el paso del tiempo, la manera de nombrar los astros fue cambiando, adaptándose a los avances de la ciencia. En 1919, esta tarea pasó a estar en manos de la Unión Astronómica Internacional, la actual encargada de determinar cómo llamamos a los planetas, lunas, asteroides y galaxias que se descubren cada año.

En 2014, la Unión Astronómica Internacional lanzó una nueva iniciativa planteada para conseguir que las personas se interesaran más por la astronomía: una encuesta pública en la que se podía votar los nombres de los planetas descubiertos durante los últimos meses. Desde entonces, cada año la UAI da la oportunidad a grupos y colectivos científicos de presentar sus propuestas y elige, mediante una votación interna, los nombres definitivos.

Recientemente, la entidad encargada de la denominación oficial de los cuerpos celestes comunicó que dos nuevas propuestas de nombres en euskera y en balear presentadas en la convocatoria de 2022 han sido aprobadas y, por lo tanto, en 2023, el euskera y el balear pasarán a estar en el firmamento por primera vez en la historia. El certamen, llamado Name ExoWorld 2022, proponía bautizar a veinte planetas y estrellas identificados con el telescopio espacial James Webb, dando prioridad a nombres en lenguas de uso minoritario, tales como el euskera o el balear. 

La inclusión del euskera en el diccionario del universo ha tenido una importancia especial, ya que considerando que ya existen astros con nombres en castellano (la estrella Cervantes y sus planetas Quijote, Dulcinea, Rocinante y Sancho), en gallego (la estrella Rosaliadecastro y su planeta Riosar) y en catalán (el asteroide 322390 Planes de Son, identificado por el astrónomo Josep Maria Bosch, entre otros), la suma del euskera completa la lista de los cuatro idiomas oficiales de España que a partir de ahora estarán en el espacio. 

‘Su’ y ‘Gar’, la propuesta vasca

La propuesta vasca, presentada por el Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco, liderado por Itziar Garate Lopez, ha optado por bautizar al exoplaneta Gliese 486b y a la estrella Gliese 486 con las palabras “Su” y “Gar”, que en euskera quieren decir “fuego” y “llama” respectivamente. La elección de estos nombres responde a las altísimas temperaturas que se alcanzan en los dos astros y coinciden con la expresión en euskera “su eta gar”, que significa “con ahínco” y es, según ha afirmado el Grupo de Ciencias Planetarias, la manera en la que se trabaja en el campo de la astronomía.

La estrella Gar y el planeta Su se encuentran en la constelación de Virgo, a 26.4 años luz del Sistema Solar. Gar es una enana roja de un tercio del tamaño del Sol, más fría que nuestro astro. Su es una ‘supertierra’ rocosa que rota a gran velocidad alrededor de Gar, tardando apenas un día y medio en completar una vuelta (un año). La temperatura de la superficie de Gar es de 430 ºC y la temperatura de Su alcanza los 3.000 ºC, por lo tanto la vida en estos astros es imposible. 

‘Filetdor’ y ‘Catalineta’, la propuesta balear

La propuesta balear, presentada por el equipo Es Nostro Cel, liderado por Sebastià Barceló, con el apoyo institucional de la Universidad de las Islas Baleares, ha querido llamar “Filetdor” y “Catalineta” a la estrella WASP-166 y su exoplaneta, WASP-166b, haciendo homenaje a la tradición oral mallorquina. Los dos nombres provienen de la rondalla Na Filet d’Or, una fábula en la que una serpiente marina dorada llamada Filet d’Or se encuentra con la niña Catalineta y juntos viven un sinfín de aventuras. 

Estos astros se hallan en la constelación de Hidra, a 370 años luz del Sol. Catalineta es un gigante gaseoso con una masa menor a la de Júpiter, es decir, un Neptuno caliente, y orbita a una distancia muy próxima de su estrella Filetdor. Ambos brillan ya con sus nuevos nombres dentro de los márgenes de la Vía Láctea

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