Puede que cueste hacerse a la idea, aunque algunos científicos llevan años insistiendo en ella: cada vez que observamos a una golondrina surcando el cielo, una paloma aposentada en una cornisa o una gallina seleccionando granos en un corral, lo que estamos viendo en realidad es un dinosaurio. Si, un dinosaurio venido a menos quizá, pero en definitiva, un dinosaurio. En concreto dinosaurios avianos, los cuales evolucionaron a partir los llamados terópodos. Lo que tienen en común estas y los demás tipos de aves, es que todas tienen plumas. Y si bien no todos los dinosaurios exhibieron un plumaje exuberante, al igual que no todos los mamíferos tienen una tupida mata pelo (nosotros somos un buen ejemplo de ello), un factor común en muchos de ellos fueron las plumas.
Concebidos popularmente como una especie de «lagartos» recubiertos de escamas, el origen de las plumas de los dinosaurios sigue siendo un misterio de la evolución. Las primeras pistas de las plumas de los dinosaurios surgieron en el año 1861, cuando en una cantera de Alemania unos trabajadores se toparon con un extraño fósil de lo que parecía un ave del tamaño de un cuervo. El espécimen presentaba plumas y otros rasgos de las aves actuales, sin embargo también mostraba los vestigios de un pasado reptiliano, como garras en las alas, dientes en la boca y una larga cola ósea. Tenía 150 millones años de edad, y fue bautizado como Archaeopteryx. El hallazgo le valió al propio Charles Darwin como una prueba a favor de su Teoría de la Evolución de las especies, publicada tan solo dos años antes, parecía capturar un momento importantísimo en la metamorfosis evolutiva de los animales y abría la puerta a una nueva visión de los dinosaurios que ha evolucionado con el tiempo: la de los dinosaurios emplumados.
Así archaeopteryx no es el único dinosaurio con plumas del que se conoce, ni tampoco los terópodos el único clado. Se sabe por ejemplo que algunos dinosaurios muy diferentes, los ornitisquios, un clado de dinosaurios herbívoros que vivían en manadas generalmente, que habitó en la Tierra entre hace 228 y 65 millones de años, y tuvieron una distribución mundial, también exhibieron plumas. Un ejemplo de ello es Psittacosaurus, también conocido como «el lagarto con pico de loro», un género de dinosaurios que comparten orden con los famosos triceratops que vivieron entre hace aproximadamente unos 100 y 130 millones de años.
Tal y cómo pensó Darwin, hoy los dinosaurios con plumas se consideran formas de transición entre dinosaurios clásicos y aves. A finales de la década de 1990, los descubrimientos de varios dinosaurios con plumas en China proporcionaron la prueba concluyente de la conexión, aunque los detalles que llevan a los dinosaurios directamente hasta las aves, es decir, el estudio de su genealogía, todavía se encuentra en una fase muy temprana. Sea como fuere, entre el año 1996 y la actualidad se han descrito más de 30 géneros de dinosaurios no aviares con plumas o protoplumas (consideradas el precursor evolutivo de las plumas) preservadas en sus fósiles. Algunas de estos presentan incluso plumas que no son exactamente como las de las aves actuales, sino que son unas estructuras intermedias entre una especie de plumón y de pelo del que probablemente se sirvieron para protegerse del frío.
Como decíamos unas líneas atrás, la mayoría de los fósiles de dinosaurios emplumados conocidos en la actualidad han sido hallados en China, sin embargo es muy probable que los dinosaurio de otras partes del mundo también hayan estado cubiertos por plumas. Esta falta de evidencia puede achacarse a la fragilidad de las plumas a la hora de conservarse a lo largo de millones de años. Sin embargo, a medida que se realizan nuevos hallazgos conocemos cada vez más nuevos detalles sobre los dinosaurios con plumas y de las posibles funciones que estas pudieron tener. Quizá muy pronto consigamos desarraigar esa visión de lagartos escamados que hoy tenemos de los dinosaurios. Quizá la próxima de entrega de Parque Jurásico, nos muestre una nueva visión de los dinosaurios que todavía muy pocos tienen presente.
