El ozono es un compuesto formado por tres átomos de oxígeno. Una molécula extraña, pues lo habitual es encontrarla en su forma de dos átomos, pero que es esencial para la vida en el planeta. La conocida como capa de ozono es un fino escudo protector de nuestro planeta que se encuentra en la parte superior de la atmósfera, aproximadamente entre 10 y 40 kilómetros por encima de la superficie terrestre. Allí se condensa prácticamente el 90% de todo el ozono atmosférico y gracias a esta concentración, la radiación solar se atenúa y llega en unas condiciones que permiten la vida en la Tierra tal y como la conocemos en la actualidad.

En palabras de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), «La capa de ozono actúa como un filtro solar natural, que absorbe la luz ultravioleta (UV) y protege a personas, animales y plantas contra la mayoría de los rayos nocivos del sol. Sin la capa de ozono, los seres humanos estarían expuestos a la radiación ultravioleta 70 veces más que la exposición actual, y más personas padecerían quemaduras de sol, cáncer de piel y problemas oculares».

Por suerte, el ozono se concentra principalmente lejos de la superficie, pues es altamente nocivo a nivel troposférico, tanto para los animales como para las plantas.

Sin embargo, debido a la acción humana, este escudo protector se degradó hasta niveles preocupantes durante el siglo XX. En 1985, se descubrió que existía una anomalía en la atmósfera, un agujero masivo en la capa de ozono sobre la Antártida, lo cual dejó perplejos a los científicos, quienes investigaron la causa de dicho problema ambiental, pues al formarse un agujero de ozono, aumenta la cantidad de rayos ultravioleta (UV) que llega a la superficie terrestre, animales y plantas incluidas.

¿Cómo se forma el agujero de la capa de ozono?

El agujero de ozono es un fenómeno que ocurre una vez al año, aproximadamente entre agosto y octubre. En el punto más grave del agujero (desde fines de septiembre hasta principios de octubre) prácticamente todo el ozono entre 12 y 20 kilómetros en la estratosfera se destruye. Y los culpables son los gases de origen antropogénico, los cuales contienen compuestos químicos que agotan la capa de ozono.

El proceso es cíclico y cada año, cuando empieza la primavera en el hemisferio sur, se empieza a destruir la capa de ozono justo en la Antártida, debido a que empiezan a llegar los primeros rayos del sol tras un periodo de penumbra de seis meses y tras haber alcanzado temperaturas de hasta -70ºC. Es entonces cuando se empiezan a formar unas nubes muy específicas, las nubes estratosféricas polares donde los compuestos halogenados empiezan a degradar las moléculas de ozono (O3).

Como apuntan desde la Agencia Estatal de Meteorología, «al llegar la primavera antártica (hacia el mes de septiembre), la radiación solar vuelve a incidir sobre la zona polar austral y produce en la superficie de las partículas que forman estas nubes estratosféricas polares la activación de los compuestos halogenados inocuos para el ozono (HCl, HBr,…) que se transforman en compuestos químicamente activos (ClO, BrO,…) capaces de destruir moléculas de ozono (O3). De hecho, estos compuestos activos (ClO, BrO,…) actúan como catalizadores, lo que quiere decir que una sola molécula de ClO puede llegar a destruir miles de moléculas de ozono hasta que resulta neutralizada por una molécula de NO2″.

Protocolo de Montreal

Un momento clave en la preservación de la capa de ozono fue la firma del famoso Protocolo de Montreal. Este documento, relativo a las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono ha sido uno de los acuerdos internacionales sobre el medioambiente más importantes alcanzados a nivel global. El acuerdo se negoció en 1987, pero no entró en vigor hasta el el 1 de enero de 1989. En él se regulaba la producción y el consumo de decenas de productos que agotaban la capa de ozono. Desde la prohibición de los halocarbonos y los clorofluorocarbonos (CFC), la capa de ozono se ha ido recuperando paulatinamente, tal y como muestran los datos recogidos por los científicos.

Sin embargo, estos gases nocivos, aunque ya no se emitan, permanecen mucho tiempo en la atmósfera, reduciéndose a un ritmo de un 1% por año. Según los meteorólogos, mientras permanezcan estos gases en la atmósfera, se producirán enormes agujeros de ozono año tras año. De hecho, según la última evaluación científica de la OMM y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente sobre el agotamiento del ozono, publicada en 2018, los valores del ozono sobre la Antártida podrían volver a los niveles anteriores al decenio de 1980 para el año 2060.

Habrá que esperar a la completa recuperación de la capa de ozono, pero este problema ambiental mundial demostró que, si los países se ponen de acuerdo, se pueden cuidar el medio ambiente. Parece que en ocasiones simplemente falta un poco de voluntad y cooperación.

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