PESTAÑA j4-sevilla-barcelona-liga22/23 Crónica 4 COMPONENTE Ficha Crónica 2301620 Un Barça crecido y un Sevilla en horas bajas necesitaban ganar para confirmarse los primeros y reaccionar los segundos, pero pese al incansable ánimo de la afición parecía poco probable el milagro local. Los andaluces empezaron fuerte y presionando arriba, pero ya se veía que sin demasiada idea de cómo hacer las cosas. El Barça intentaba adaptarse sin demasiado orden, ni demasiado éxito, al dibujo táctico del Sevilla, en rombo, y a punto estuvo de marcar Rakitic. Examen de madurez para los de Xavi, algo precipitados al principio. Dembélé se enfadó, aspavientos incluidos, con Busquets, por no pasarle un balón, y los nervios llevaron al francés a ver la primera amarilla del partido por una falta innecesaria y absurda. Dembélé ha mejorado su rendimiento respecto de temporadas anteriores, con actuaciones de bastante mérito, pero de vez en cuando da síntomas como los de anoche de no tener aún la cabeza en su sitio. Koundé fue recibido con una bella ovación por parte de su antigua afición. El Sevilla dominaba el escenario táctico y el Barça no tenía el partido controlado. Parecía como que Xavi tenía que tocar alguna tecla, porque su equipo estaba embozado, fuera de ritmo. Los locales generaban y generaban pero siempre en fuera de juego, y con un Ter Stegen muy seguro que paraba lo poco legal que le llegaba, con especial mención a un disparo de En-Nesyri, que chutó solo desde la frontal del área. El Barça necesitaba el balón y no lo tenía. Necesitaba calmar el partido y el Sevilla lo revolucionaba en cada ataque, aunque fuera infructuoso. Pero sin referencias, sin ritmo y sin prácticamente nada más que el talento individual volviéndose de repente colectivo, Gavi robó un balón, Busquets y Dembélé lo desatascaron todo para entregarle el balón a Lewandowski , que de una leve vaselina batió al portero, pero fue tan leve que necesitó la ayuda de Raphinha para que se hiciera efectivo el primer gol de la noche. El gol cambió el partido, deprimió al Sevilla y despertó al Barça, aunque no con la precisión que su técnico quería, a juzgar por las tremendas broncas que soltaba a sus jugadores. Un gol lo es todo en la vida de los futbolistas, y de la mayoría de los hombres, y por cosas como ésta nos llaman primarios y probablemente lo seamos. Este Barça de las transiciones a campo abierto tenía algo de Real Madrid, que cuando más dominado parece se impone con un par de latigazos. Pero una cosa es jugar contra un Sevilla en horas bajas y la otra resolver los partidos realmente determinantes. Quiero decir que para jugar como el Madrid hay que tener el carácter del Madrid, y por lo menos de momento, no parece el caso de este equipo aún joven, inocente, aunque desde luego parece estar construyendo algo bastante mejor de lo que hizo las últimas temporadas. Dembélé, por ejemplo, corría mucho, pero no sabía hacer nada más que correr y hartarse de balón. Raphinha se le empezaba a quejar. Koundé fue más generoso y asistió a Lewandowski con un balón exacto y tenso que el polaco convirtió en el segundo con un gran gesto técnico. Hermoso gol, muy plástico. Lo de señor mayor y delantero gafe que tantas veces le había escrito es justo decir que me lo tengo que comer con patatas. Un Barça más de vértigo que de control ganaba 0 a 2 como si nada y Koundé falló el tercero con un deficiente cabezazo a bocajarro. Dembélé fue otra vez egoísta y clamorosamente falló lo que fácilmente habría podido marcar Lewandowski . MÁS INFORMACIÓN noticia No Los brasileños ganan partidos noticia No El once de Gil Marín y una mano De entre las bastantes cosas que hay que empezar a reconocerle a Xavi es que el Barça es capaz de competir físicamente en el vértigo, en campos calientes de ida y vuelta. Esto sirve en la Liga, pero servirá sobre todo, si se mantiene, en Europa. Gavi, por cierto, fantástico durante todo el partido. Por si quedaba alguna duda, Eric García inauguró la segunda parte marcando el tercero. Buen centro de Raphinha, buen cabezazo de Koundé, mejor que el de la primera parte, y remate oportuno del central, que recibió la felicitación de sus compañeros, algunos como riéndose de que hubiera marcado precisamente él. Ter Stegen continuaba parándolo todo. El Barça vuelve a tener portero. Con el marcador asegurado llegaron los momentos de más locura, como si a los jugadores del Barcelona les divirtiera el caos y el Sevilla no acabara de tirar la toalla y tuviera todavía la esperanza de que un gol le metiera en el partido. Lewandowski no metió el cuarto por una buena mano de Bono, pero si lo llega a meter habría sido mágico. Xavi le dio media hora a Jordi Alba cuando ya todo el pescado estaba vendido, y lo poco que hizo, lo hizo mal. Entró Ferran Torres -que falló todo como de costumbre- y no Ansu. El Sevilla se rindió, y el Barça acreditó su nueva euforia con una meritoria y brillante victoria en Sevilla.

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