Mercedes Martín sintió brotar su peculiar curiosidad en la ciudad sevillana de Écija, su pueblo natal. Recuerda cómo miraba al cielo cuando su abuelo, que regentaba una almazara, hacía balance de las cosechas y hablaba de las sequías, las lluvias, los vientos… de los caprichos del cielo. Un cielo que mandaba implacable sobre los frutos y la economía familiar, y que ella percibía como un gran interrogante. Supo que quería dedicarse a la ciencia precisamente para hallar respuestas, y saber, calcular, detectar, predecir. Esta meteoróloga de Antena 3 estudió Ciencias Ambientales y Oceanografía. «Pero lo que me fascinaba no era la vida marina, sino la dinámica de fluidos, la geofísica, la batimetría de los fondos marinos… y cómo todo ello afectaba a algunas especies», dice. Siguiendo esta vocación, cursó estudios de teledetección satelital en la Technical University de Múnich. «Aprendí a modelizar, a conectar matemáticamente las variables fisicoquímicas del agua y el aire, a hacer proyecciones climáticas, y pensé: esto es lo mío».

Ama la Meteo. Le apasiona explicar los entresijos de su estudio. Como, por ejemplo, la necesidad de recurrir a documentos recónditos para estudiar el cambio climático. «Las rogativas eclesiásticas en parroquias rurales nos cuentan cómo fue una vendimia hace 200 o 300 años, o si se sacó un santo para pedir que lloviese en una zona concreta. También los troncos de los árboles, los fósiles o los corales tienen información valiosísima sobre el clima del pasado». Así pueden ampliarse temporalmente las gráficas de temperaturas y precipitaciones, «porque el estudio de la meteo no es tan antiguo, pero el clima, sí».

Narra diariamente fenómenos que le preocupan. «Hay una radicalización de lo extremo», asegura. A nivel global suenan las alarmas: «Nuestro mar se tropicaliza y esto tiene consecuencias en la pesca, la biodiversidad, la migración de los cetáceos o en que nazcan tortugas macho o hembra, ya que eso depende de la temperatura a la que se incuban los huevos». Un efecto dominó global que le inquieta pero no le sorprende: «El planeta está perfectamente engranado».

Este artículo pertenece al número de Octubre de 2022 de la revista National Geographic.

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