Para algunos animales, comolos gorriones o los mapaches, las ciudades no son ecosistemas ajenos,sino que han pasado a formar parte de su hábitat habitual. Su capacidad de adaptación a los entornos urbanos es tal que llegan a establecer vínculos muy estrechos, incluso de dependencia. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los gorriones o las palomas. Otras especies, como los coyotes, se adaptan sin problema a los entornos urbano, unos ecosistemas nuevos para ellos en los que poco a poco aprenden a desenvolverse cada vez mejor. Es el caso de los coyotes o los jabalíes, capaces de adaptar sus comportamientos- y hasta sus dietas- a los entornos urbanos. Un tercer grupo, en el que se encuentran los lobos, son especies muy sensibles a los estragos causados por el hombre, con lo que suelen evitar a toda costa el contacto con grandes ciudades.

Sin embargo, hasta la fecha los investigadores no tenían demasiada información sobre cómo reacciona la fauna marina ante el imparable auge de la urbanización costera. Ahora, un nuevo estudio dirigido por científicos de la Escuela Rosentiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami, ha arrojado nueva luz sobre este hecho a partir del análisis del comportamiento de tres especies de tiburones. Su conclusión no es nada esperanzadora: parece que los escualos se están acostumbrando cada vez más a nuestra presencia. Y eso es una mala noticia, tanto para nosotros como para ellos.

Gran tiburón blanco frente a la costa en Mossel Bay. Sudáfrica.

Para realizar el experimento los investigadores siguieron los movimientos de tres especies de escualos (toro, la nodriza y el tiburón martillo), en aguas costeras cercanas a la ciudad de Miami. Esperaban que estas especies evitarán las zonas cercanas a la ciudad, pero los datos que recabaron les decían justamente lo contrario.

Los investigadores comprobaron que los tiburones no se inmutaban ante los sonidos y las luces urbanas.

«Nos sorprendió descubrir que los tiburones que rastreamos parecían no inmutarse ante los sonidos y las luces urbanas, a menudo cerca de la orilla, sin importar la hora del día», afirma Neil Hammerschlag, director del Programa de Investigación y Conservación de la Universidad de Miami y autor principal del estudio. En este sentido, los investigadores concluyeron que los comportamientos de los tiburones rastreados eran similares a los de las especies terrestres que pueden adaptarse a los entornos urbanos. Parecía que los tiburones no le hacían ascos a la actividad de las zonas costeras. Al revés, parecían interesados en las actividades humanas. Por ejemplo, se cree que acudían a las costas, atraídos, entre otras cuestiones, por el olor de las capturas descartadas por los pescadores cercanos al puerto.

La presencia de tiburones cerca de las costas podría tener consecuencias tanto para los escualos como para los humanos

El estudio, titulado “Urban Sharks, Residency patterns of marine top predators in relation to a coastal metropolis, concluyó que la presencia de tiburones cerca de las costas podría tener consecuencias tanto para los escualos como para los humanos. «Al pasar tanto tiempo cerca de la costa, los tiburones corren el riesgo de exponerse a contaminantes tóxicos y a la pesca, lo que podría afectar a su salud y a sus tasas de supervivencia», dice Hammerschlag, quien alega asimismo que la presencia de escualos cerca de las urbes podrían traducirse en más encuentros con los humanos, y por consiguiente, en más accidentes o ataques. Futuras investigaciones ayudarán a arrojar nueva luz sobre el comportamiento de estos “tiburones urbanos”.

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