Anoche mi hermano me pidió que le contara un cuento. Entre todos los que me sabía, hice un esfuerzo por recordar uno que le sirviera de algo, y acabé contándole el de La tienda de la verdad, de Jorge Bucay. Narra la anécdota de un señor que se topó con una tienda que prometía todo tipo de verdades: verdades a medias, estadísticas, completas… Quiso comprar la verdad completa, pero cuando vio el precio, “no volver a estar en paz jamás”, supo inmediatamente que no estaba preparado para pagarlo, y se fue tal y como vino. Mi hermano me preguntó cuál era esa verdad plena, no dudé en contestarle: “La verdad plena que tanto nos aterra es que los adultos también deben cambiar”.

“¡LOS JÓVENES SOIS EL FUTURO!” Esta es el arma propagandística más peligrosa del mundo, pues incita a llegar tarde. “¡Vais a cambiar el mañana! Pero no el hoy, que me pilláis en medio…” Mis abuelos se lo decían a mis padres, ellos me lo dicen a mí. Cediendo el relevo, hemos cruzado un punto de no retorno donde la temperatura global incrementará 1,5 ºC en comparación a la Revolución Industrial. Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), si las emisiones no se reducen en un 43% para 2030, sobrepasaremos este umbral y las consecuencias serán aún más catastróficas. Conseguirlo requeriría de un cambio sociocultural precipitado. Consecuentemente, no podemos esperar a ser adultos. Debemos abordar la emergencia climática TODOS, AHORA. Hacer realidad esta premisa es la tarea más importante de mi generación, pero… ¿cómo?

La solución consiste en hacer de lo sostenible una moda rentable, ya que sin lucro las empresas y los gobiernos no cambiarán lo suficientemente rápido. Además de ser el grupo demográfico más grande del mundo, Las Generaciones Z y Millenial somos las más responsables medioambientalmente, expone el Índice del Futuro Consumidor (Erns&Young, 2022). Es por ello, y porque es lo que mejor se nos da, crear tendencias, por lo que toda esperanza descansa en la juventud. Un ejemplo sería centrar el consumo en prendas a base de tejidos reciclados y popularizarlas en las redes. Si el resto de los consumidores siguen esta moda, el sector textil la adoptaría para subsistir.

¿Qué modelo de producción adoptarían las empresas, sin comprometer su rentabilidad? La economía circular. Consiste en alargar la vida útil del producto, habilitarlo para devolverlo a la fábrica y reutilizarlo. A tenor del Informe de la Circularidad 2022, si la economía mundial fuese un 17,2% circular, las tasas de emisiones se reducirían un 39% para 2032. El trato de los materiales, además de precursor de la extinción de la biodiversidad y el agotamiento abiótico, es responsable del 70% de las emisiones. Resumidamente, si no extraemos y SÍ reutilizamos, ahorramos considerablemente en gastos, emisiones y residuos.

Empoderémonos, cambiemos de mentalidad, sintámonos jóvenes y compremos la verdad completa, porque el precio dolerá menos pagándolo juntos, que aunque el futuro no es de nadie, el presente es de todos.

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