Un cúmulo de mantas se desplazan hipnóticamente. Se podría decir que bailan en el agua, más que nadar, por el movimiento de sus poderosas aletas pectorales de forma triangular. Y aunque su medio es el acuático, también vuelan, literalmente, ya que realizan saltos impulsándose hacia el cielo para posteriormente volver al océano. Es el mágico baile del océano.

Esta grácil danza, dentro y fuera del agua, se ejecuta en temporadas concretas, en grupo. Son las llamadas ‘agregaciones de mobulas’, como se les conoce en México y pueden estar formadas por distintas especies de mantas. Las más pequeñas, la especie mobula munkiana, miden en torno a un metro; las más grandes, mobula birostris, (también llamadas mantarrayas, mantas oceánicas o gigantes) pueden llegar a alcanzar los siete u ocho metros de ancho y la tonelada y media de peso. Sin embargo, no todas pueden encontrarse en los mismos lugares. «Las agregaciones de mobula munkiana suelen encontrarse cerca de la costa, sobre todo dentro del mar de Cortés, en Baja California, México», nos explica la oceanógrafa Gádor Muntaner, storyteller de National Geographic España. En la imagen que ilustra este reportaje, Gádor Muntaner nada bajo la coreografía grupal que estas mobulas realizan. «Representan otra de las muchas lecciones de vida que nos recuerda el océano: la unión hace la fuerza. Debemos aprender de ellas, y unirnos con la naturaleza para salvaguardar este maravilloso planeta», nos cuenta. Identificar tanto las áreas de apareamiento como las áreas de cría, zonas críticas para el desarrollo de estos animales, es básico para su protección.

Las agregaciones se han convertido en atracción para submarinistas, viajeros y científicos. Pero más allá del beneficio económico que pueden aportar a las comunidades cercanas que se aprovechan del tirón turístico de las mobulas, cuya importancia no es solo turística, sino que también mantienen el equilibrio del ecosistema al tratarse de grandes filtradores. Y es que, según un estudio publicado en la revista Science, el sistema de filtración de las mantas es uno de los más sofisticados no todos los organismos vivos.

Los peligros que acechan

Sin embargo, a día de hoy, varios peligros afectan a las mobulas. Su lentitud en los biorritmos reproductivos y sociales (tanto su reproducción como su crecimiento son pausados y las camadas suelen ser de un solo miembro), las hace muy frágiles ante actividades como la sobrepesca y las capturas accidentales. Además, el calentamiento del planeta ha modificado la temperatura de los los océanos, acidificándolos y afectando a todos los organismos marinos. En el caso de las rayas, su principal alimento, el zooplancton, se ha visto reducido por esta razón, lo que se ha unido al blanqueamiento de los arrecifes de coral, su hábitat natural.

Otro de los peligros que le acechan las colisiones con embarcaciones en lugares de alto tráfico marítimo: el turismo que tanto aporta a nivel económico y que puede proporcionar fondos para su investigación y conservación también se puede convertir en mortal si no se realiza de manera controlada y responsable, pues puede alterar sus relaciones ecológicas.

Así, una investigación reciente de la revista Behavioral Ecology and Sociobiology, que analizó el comportamiento social de estos magníficos habitantes de los océanos, puso de manifiesto que las mobulas “son curiosas, a menudo se acercan a los humanos y cada una tiene una personalidad diferente (…) Comprender las relaciones sociales puede ayudar a predecir sus movimientos, los patrones de apareamiento y las respuestas a los impactos humanos. Eso es esencial para los esfuerzos de conservación y turismo”, apuntan los investigadores.

Varias organizaciones sin ánimo de lucro se dedican al estudio, en exclusiva, de estos magníficos animales. Tal es el caso de la ONG ‘Planeta Océano’, de la bióloga peruana Kerstin Forsberg: “Desde ‘Planeta Océano’ buscamos empoderar a las personas para que participen en la conservación del mar a través de tres ejes: la investigación, la educación y el desarrollo sostenible”, explicaba en un reportaje que publicamos en National Geographic España recientemente.

Estos animales inteligentes, calmados, lentos y cartilaginosos solo podrán sobrevivir a su extinción si se consigue el equilibrio perfecto entre estudio y exploración con concienciación y turismo responsable: trabajar con los pescadores y en la capacitación de las comunidades locales para la protección de las rayas así como en los códigos éticos y de respeto en buceadores y ecoturistas. Solo así se puede evitar que la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza engorde año tras año.

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