1448948819-koH--620x349@abc.JPGSi hubiera que ponerle un apodo a Miguel Ángel Sánchez Muñoz, Míchel I de Vallecas (es el tercer jugador que más partidos ha jugado con el Rayo con un total de 363, por detrás solamente de Felines -364- y Cota -401-. Además es el máximo goleador de la historia franjirroja con 58 goles oficiales), el de ‘Mister ascensos’ le vendría como anillo al dedo. Tras una discreta trayectoria como futbolista decidió formarse como entrenador y se sentó por vez primera en un banquillo en 2016, dirigierndo al Rayo juvenil en División de Honor pero la destitución de Rubén Baraja le catapultó al primer equipo en febrero de 2017 haciéndose cargo de una plantilla que estaba a solo un punto del descenso a Segunda B. No solo logró la permanencia sino que en la temporada siguiente dio la sorpresa y consiguió ascender al Rayo Vallecano a Primera División. Su carrera prosiguió en el Huesca. Fichó el 1 de junio de 2019 y al año siguiente el club maño ya estaba en Primera. Una mala racha acabó con el técnico en la cola del paro. Algo que aprovechó el Girona para oficializar su fichaje el 9 de julio de 2021, tras dos fallidos playoff de ascenso a Primera. La entidad catalana siguió confiando en Míchel a pesar de un inicio negativo («en la jornada 12 estábamos en descenso y mira ahora», soltó el preparador madrileño) y, de hecho, le renovó en mayo dos años más. Este pasado domingo certificó el segundo ascenso del club catalán a Primera división tras derrotar al Tenerife en la final del playoff. Tres ascensos como técnico a los que hay que sumar otros tres como jugador del Rayo. El primer ascenso lo logró en la temporada 1994-95, en una temporada en la que solo jugó cuatro partidos. El segundo, en la 1998-99, tuvo más participación (jugó 28 partidos). Su último ascenso a Primera, ya con 35 años, llegó en la 2010-2011. Tras una última temporada, con 36 años, jugando en la máxima categoría se retiró como jugador. Míchel se ha metido a la afición del Girona en el bolsillo. Pero no solo por su capacidad para gestionar la plantilla sino por su actitud nada más llegar a Montilivi y empatizar con un club y una masa social con una sentimiento de identidad propio y complicado para una persona que no haya vivido nunca en Cataluña. El técnico se manifestó enamorado del club, de la ciudad, de la tierra, de la cultura y de la lengua en cuanto piso Girona por primera vez. Y lejos de aislarse no quiso mantenerse al margen de las inquietudes políticas de la ciudadanía quiso dejar claro que la mejor manera de integrarse y trabajar incluía aprender la lengua propia del lugar. En la rueda de prensa previa a un partido contra el Fuenlabrada, sólo dos meses después de vivir en Cataluña, fue contundente en su mensaje. «Quiero conocer toda la cultura y tradición de aquí. Me he sentido súper bien tratado y querido. Joder, a mí me han enseñado esto: que tengo que ser una persona que sepa adaptarse y empatizar con la cultura y el sitio que, encima, me están dando trabajo. O sea que soy un agradecido y quiero estar aquí mucho tiempo para poder ‘parlar català’ contigo. Va a llevar su tiempo. Ayer estuve en la Feria empapándome de la cultura de aquí. Me gusta estar con mi ciudad», apuntó Míchel en un mensaje muy aplaudido en las redes sociales. Unos meses después ya entiende perfectamente cuando los periodistas le preguntan en catalán y muchas veces responde con la misma lengua. «Si fuésemos a Inglaterra intentaríamos aprender inglés lo más rápido posible para poder comunicarme en un sitio que a mí me hace feliz. Y para ser más feliz, cuanto más esté con la gente, mejor. Y para estar con la gente tengo que tener un diálogo con ellos. Si no, es jodido», apuntaba en una entrevista, cuestionado por la cuestión idiomática. Una empatía por los gerundenses que ha vuelto a mostrar este domingo durante la celebración por el ascenso cuando le preguntaban a quién dedicaba la exitosa temporada después de dos finales de playoff fallidas. Pudo decir «a la tercera va la vencida», pero prefirió echar mano del refranero y a la historia catalana y respondió: «Girona, tres vegades immortal (Girona, tres veces inmortal) y vuelve a levantarse, se lo merecía desde hace tiempo», haciendo referencia a la leyenda de que Girona sobrevivió a tres asedios feroces entre 1808 y 1809, durante los cuales los gerundenses nunca se rindieron.

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