Si los envases de los retorcíos, colines, picos, consentías, panes tostados y galletas de Artesanos San Ramón me habían parecido insólitos, los sabores de estos panecillos secos terminaron por sorprenderme. Crujientes, frágiles, con intenso gusto a cereales y un final largo en boca. La panadería artesana que Diego Pagán y su mujer Mari Cruz Zamora poseen en Fuente Álamo, en la comarca murciana del Campo de Cartagena, es una extraña conjunción de artesanía y diseño. Se asemeja a un minúsculo bazar donde los panecillos secos alternan con hogazas y piezas de bollería cuidadosamente ordenadas. El diálogo con Pagán y su claridad de ideas lograron entusiasmarme.

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