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Corría el minuto 70 del derbi madrileño entre el Rayo Vallecano y el Getafe cuando se produjo uno de los momentos esperados en esta Liga: el retorno de Radamel Falcao a la competición que le convirtió en leyenda. Pero antes de que saltara al césped, el conjunto de la franja ya mandaba 1-0 en el marcador tras un dudoso penalti de Djene a Nteka que el VAR ratificó y que Trejo no desaprovechó. Pese al resultado, el Rayo sufría ante un rival herido por un resultado cruel. Iraola, tratando de modificar la inercia del partido, decidió usar la bala que tenía en la recámara para intentar recuperar el dominio: introducir al ‘tigre’ Falcao. Entró Radamel con el tres en la espalda en honor a su difunto padre y, respondiendo a las siempre incómodas expectativas, cambió el encuentro. Así, en su segundo encontronazo con el balón, forzó el córner culpable del 2-0, en el que Pathé Ciss empujó con la testa y a placer una cesión de Alejandro Catena para prácticamente cerrar el encuentro.

Sin embargo, como en los guiones más halagüeños de Hollywood, el choque reservaba la escena que el respetable esperaba. En el minuto 81, un gran balón entre líneas de Ciss dejó a Falcao a solas ante David Soria y, como solía suceder en sus tiempos en el Atlético, el ariete no perdonó. El veterano colombiano cruzó un bello disparo cercano al palo derecho de la meta azulona para firmar su primer gol en el Estadio de Vallecas y comenzar así su idilio con el barrio madrileño. La afición rugió su nombre y vivió una de las tardes más placenteras de su historia reciente, en la que, ciertamente, vibró con los caños de Óscar Trejo, las excentricidades de Bebé y las paradas del ya titularísimo Dimitrievski. Finalmente, este plácido 3-0 ante un rival directo deja a los de Iraola invictos en casa y asentados en la zona media de la clasificación.

Instalados en la desgracia

El Getafe llegaba a Vallecas tras un inicio de temporada trágico: era colista tras cuatro jornadas donde mereció al menos llevarse un puñado de puntos; pero en este tramo estival de Liga, la fortuna había jugado en su contra. Así, con el mal sabor de boca derivado de la injusticia, los de Michel afrontaban el derbi con la ilusión de cambiar la triste dinámica y el temor de continuar instalados en la desgracia, en la derrota.

Pero pronto volvieron los fantasmas. En los instantes iniciales, Unal estrelló un violento disparo de falta en el poste bajo la fría mirada de del meta macedonio. Ante tal ocasión, volvieron los lamentos habituales al banquillo visitante, que vivió con agonía la pena máxima responsable del 1-0. Poco después, el checo Jankto, una de las pocas buenas noticias de la temporada para los del sur de Madrid, pisó mal el verde, se dobló la rodilla y abandonó el estadio entre llantos de dolor.

El club azulón completó su calvario mediante un penalti errado por Unal, al que el fútbol no le sonríe pese a su calidad y empeño. El Getafe suma cinco derrotas consecutivas y es colista. Se avecinan problemas.

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