El poeta Servio Tulio Flores, en la entrega del reconocimiento al primer lugar en el certamen de poesía Equinoccio Patepluma 2021 (Santa Bárbara).

Recientemente Servio Tulio Flores, un poeta que desde hace un tiempo se ha dado a conocer, resultó ser el granador del concurso de poesía de los Juegos Florales Equinoccio Patepluma de Santa Bárbara 2021; después de leer su obra titulada Pájaros, decidí entrevistarlo vía WhatsApp, lo cual permite al lector un acercamiento hacia este poeta hondureño.

Federico Trejo: Bueno Servio, primero que todo, felicitaciones por su premiación con el primer ligar en el Certamen Literario Juegos Florales Equinoccio Patepluma de Santa Bárbara. Al saber que es un doctor, cabe preguntarse cómo surgió su interés en la poesía.

Servio Flores: ¡Gracias Federico! El interés en las letras viene por algo familiar: mi padre, de oficio telegrafista, siempre ha escrito; nunca publicó, pero yo lo veía escribir y leer mucho. Además, leía lo que él escribía. También hubo contacto con los libros y las historias desde una edad muy temprana. En casa siempre hubo cuentos para niños y mi madre me los contaba a la hora de dormir.

Además, yo hojeaba los libros y revistas de mi papá: Dickens, Henry Charriere y su Papillón, Kafka, Fábulas, Conan Doyle, Agatha Christie, Amaya Amador… revistas de aquellos años como Hombre de Mundo, Geomundo… Enfermos Famosos, que era una publicacion con biografías de personajes como Dostoyevski, Van Gogh… tambien literatura de bolsillo, especialmente libros del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, Silver Kane… Esto que recuerdo sucedió cuando yo era muy niño. Mi papá fue un gran lector, siempre andaba con sus libros.

Recien aprendiendo a leer y a escribir, me propuse hacer un cuento. Así que podría decir que aprendiendo a escribir, ya quise escribir.

Durante la niñez, me encantaba ir a la biblioteca, en mi primera escuela el profesor Lupe nos ofrecía premios por leer y participar en la clase de biblioteca. En mi segunda escuela, la profesora Rosana hacía lo mismo; tambien allí había incentivos.

Llegada la adolescencia, en mi colegio, La Independencia, me incliné a leer otras cosas: Borges, Neruda, Lorca, Miguel Hernández, autores hondureños…. lo que pudiera encontrar en la biblioteca.

En la familia algo genético debe haber para tener inclinación por la escritura. Hay algunos primos que también lo hacen.

Áreas que me atrajeron para estudiar fueron la literatura, el cine y la medicina.

FT: Respecto a su obra titulada ‘Pájaros’, ¿a qué se debe la elección de utilizar la figura del pájaro para desarrollar su discurso poético? Quisiera que me hablara sobre su poema.

SF: Siempre he creído que un escrito debe presentarse y defenderse a sí mismo; que explicar una obra, por parte del autor, no es del todo correcto, especialmente si el que la hizo encontró ese lenguaje para expresarse. Pero intentaré decir algo extra al respecto:

El pájaro o los pájaros son un elemento simbólico muy usado en la literatura, la pintura, el cine, en todas las artes. La representación por medio de esa figura resulta prolífica cuando se piensa en todas las posibilidades que tiene.

En resumen, diría que el poema narra un día, desde el amanecer hasta la medianoche, intentando hacer -por así decirlo- una serie de metáforas, dentro de una frase final aclaratoria que le da un giro total a lo escrito.

En los primeros años de universidad conocí lecturas de Huidobro, Vallejo, los simbolistas franceses… y por ese mismo tiempo recibí talleres de escritura con Efraín López Nieto, Edilberto Borjas, Félix Cesáreo. Además, desde la Editorial Universitaria, Don Segisfredo Infante nos brindó la oportunidad de publicar algun trabajo.

FT: Magnífico. En ese día transcurrido se puede apreciar cómo el yo lírico va observando su entorno y reflexiona sobre lo diferentes y contradictorios que son los seres humanos, como otro pájaro que observara desde las alturas.

SF: Así mismo. De hecho, el seudónimo que usé fue Eric Draven, que es el personaje de El Cuervo.

FT: Anteriormente, ha ganado otros reconocimientos. Sin duda, su creatividad reluce en el lenguaje poético de su obra. Lastimosamente, en estos concursos poco se habla de la obra en sí como elaboración estilística desde un enfoque crítico propio de la ciencia literaria. Resultaría interesante saber cómo realiza este proceso creativo de su poesía, cuál es su método, su punto de partida frente a la hoja en blanco.

SF: Soy poco para participar en concursos. De hecho, casi no comparto lo que escribo. Todo termina metido en cajas. Mucho se ha perdido en ese proceso de tirar las cosas al olvido. Incluso, perdí algunas cosas que escribí y guardé en dispositivos digitales. No solo una vez…

Lo poco publicado ha sido un poema en el boletín 18 Conejo en 1996, algunos cuentos en libros recopilatorios de un taller literario que dirigía una escritora española. Anteriormente, gané el segundo lugar en la rama de poesía en el certamen Equinoccio Patepluma del año antepasado y he quedado finalista en dos ocasiones en el festival de los Confines.

Respecto al proceso creativo, generalmente, parte de una chispa, una frase, una imagen que llega; a veces anda días en la cabeza, a veces se pierde. Pero, en ocasiones, llega al papel y normalmente escribo de tirón casi toda la pieza. Luego, la dejo reposar algún tiempo indefinido y posteriormente la voy puliendo en la medida de lo posible.

FT: Como sabemos, la literatura en Honduras es parte vital de su devenir histórico; sin embargo, ha sido desvalorizada, al igual que los escritores. Pese a ello, hay un pequeño sector de la sociedad que reconoce su valor. ¿Cuál es su opinión acerca de esta situación?

SF: La literatura siempre tendrá su puesto, su espacio en un sector que trata de cultivarse. Lastimosamente los procesos educativos formales e informales, han dejado de lado ciertos aspectos o han sido sustituidos. Han desaparecido clases como biblioteca, música, dibujo artístico… en su lugar, se han puesto clases más técnicas; pero con menos capacidad para gestionar el proceso lúdico que los estudiantes y especialmente los niños deben despertar.

Por fortuna veo un movimiento importante, gente haciendo esfuerzos y aprovechando las facilidades de la tecnología para publicar. Hay varios esfuerzos en el país, editoriales como Mimalapalabra, Efímera, Malpaso… por mencionar algunas que están abriendo espacio para nuevos escritores y para rescatar obras de escritores de otras generaciones.

FT: Sin duda. Ahora, ¿qué palabras podría dirigir a las nuevas generaciones que aspiran a convertirse en escritores y publicar sus libros?

ST: Yo aún estoy en proceso, soy todavía un aprendiz de malabarista de las palabras; no sé si soy el más indicado para dar consejos, no tengo una formación académica en Letras; pero sí tengo pasión por la lectura y entusiasmo por escribir.

Si algo puedo decirles, es que disfruten leer, que lean todo cuanto llegue a sus manos. Si tienen la intención de escribir, que se nutran, investiguen, aprendan; así, la inspiración llegará. Y entre más preparados estén, mejor resultado tendrán.

Gracias por su interés en mi poema. Para mí es un honor que alguien con preparación en Letras, como es su caso, encuentre en cierta medida interesante este escrito.

FT: Muchas gracias a usted, Servio, por compartir sus experiencias y su poesía. Espero disfrutar más de su obra literaria.

ST: Gracias Federico. Veré si en lo que resta del año, o a inicios del otro, logro publicar mi libro Cinema Galaxia.

Fotografía del certamen de los Juegos Florales Equinoccio Patepluma del año pasado. En la fotografía aparecen algunas figuras de las letras hondureñas, como el poeta Servio Tulio Flores, Perla Rivera, Armando Maldonado y Felipe Rodrìguez.

Pájaros

Por: Servio Flores


“Canta un pájaro no sé dónde”
—Guillaume Apollinaire

Amanece. La aurora es un ave de traslucidas alas que despereza lejanías.

El fuego enciende al Este de cualquier parte. Prometeo afana en este pueblo.

El sonido de algún pájaro. ¿El picoteo de algún águila comiendo un hígado quizá?
La luz hiere los ojos. Entonces veo. Los sueños vuelan a su jaula de espera y sombras.

Hay pájaros que inventan madrugadas.
He visto pájaros cuyo único vuelo ha sido su caída, y pájaros que aún bajo la tormenta siempre vuelan.
Otros presagian a la muerte con rojos ojos y graznar que intimida a poetas.
He visto pájaros que repiten palabras, aunque nada entiendan.
Mientras otros cantan entre los barrotes de un destino impuesto.
Hay aves que son celdas, con cerrojos en sus alas.

Hay pájaros que vuelan hasta el alba, donde desaparecen porque el niño que los sueña
se despierta en el vacío de una fría banca, sola, sola, sola.
Hay pájaros que vuelan soledades.
Que alzan vuelo entre grafías de listas negras, que puños sin estrellas escriben en congojas.
Y cuervos que se quedan sin ojos mientras crían otros cuervos.
Hay pájaros que comen y que vuelan.

He visto bosques que se queman. Aves convirtiéndose en cenizas.
Árboles que hospedan pájaros. Quimeras que no llegan.
Risas-cantos de otros tiempos. Vuelos que renacen. Tiempos que vuelan.

He visto la lluvia acariciando a aves que se enamoran de lo efímero.

Hay aves que saben que vale lo mismo cien volando que uno en mano.
Porque los espejos son los otros y creen en libertades y emigran sin fronteras.

Hay pájaros Espíritu Santo. Pájaros que le apuntan a las escopetas,
que se posan en los arcabuces, y los arcabuces florecen.

Pájaros que no contienen pájaros. Dos pájaros pueden caer de un tiro,
pero siempre alguno vuela. Corazones peregrinos que van sangrando, Aves de paso.
Pajarillos que trinan: “el amor es un pájaro rebelde”. El amor es el vuelo.

Pero hay aves de mal agüero, pájaros nucleares. Atómicos nidos en islas desahuciadas. Huevos de protones. Aves de presa. Buitres que acechan niños tiernos.

Palomas mensajeras, promesas que nunca llegan:
el horizonte debe ser un pájaro que vuela y vuela sin escapar de la mirada.

Sobrevuelan pájaros de acero cruzando pechos,
rompiendo en sangre la quietud de los silencios. Vidas que hunden otras vidas.
Pájaros de plomo, bandadas oscuras que vuelan sobre suelos de otros seres,
esperando a destrozarlo todo.

La vida es un pequeño vuelo, que el colibrí en su afán detiene
y sin saberlo retrocede en la infinita magia de su inocente vuelo.

Hay pájaros fugaces que se convierten en estrellas cuando conocen otras tierras.

Hay pájaros que apestan, que comen su carroña mientras se transforman en despojos.

Pájaros cómo árboles. Estáticos, a quienes el viento a penas mueve sus plumajes. Extrañas hojas de un ocaso intenso.

Pájaros que se equivocan mientras anuncian los veranos.
Estaciones que alzan vuelos. Silencios.
Despedidas de trenes que se alejan. Humos estorninos.
Pájaros que caminan, porque desconocen el poder de sus alones.

Cuando la tarde llega, hay pájaros que caen como hojas en otoño.
Otros se paralizan de hielo y soledad en los inviernos de las ciudades.
La sangre quieta es una postal de óxidos y dudas. Misiva sin destinos ni motivos. Sombras que se petrifican en la memoria de los días.

Hay aves que hacen oquedades donde guardan sus nostalgias.
Otras surcan cielos llorando la soledad de sus derrotas.
¿Algunas atraviesan la memoria de un corazón que amó en silencio y sin retornos?

Hay pájaros que caen desbocados,
mientras visiones de otros tiempos les nublan la mirada.
Hay aves que deciden reinventarse cuando la nostalgia las arropa, entonces vuelan, danzan, cantan, buscan horizontes. Sí, el horizonte es otro pájaro.

Hay vuelos que llevan a uno mismo, algunos así lo saben. Sin embargo,
hay vuelos de aves sin maletas, sin rutas, ni puertos donde esperan.
Hay vuelos hacia uno mismo. Algunos no lo saben.

En su silencioso tiempo de corcheas, los pájaros se agrupan
en los pentagramas del tendido eléctrico, intentando melodías para sordos.
Los humanos nunca ven el cielo.

Pájaros que laten en otros corazones. Corazones que no contienen pájaros.
Canciones que nunca alcanzan vuelos. Sangre que nunca canta.

Voy a la cama,
no quiero soñar con pájaros.
La noche extiende sus alas negras, sublimes, profundas.
Hoy he visto demasiados seres, que más que sapiens parecen aves.

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