Barcelona Actualizado: Guardar

El cierre de mercado ha evidenciado la auténtica situación de un Barcelona en plena involución a causa de la grave crisis financiera en la que se encuentra, sin músculo económico que le permita reforzarse con futbolistas contrastados. Ha tenido que ir el club azulgrana a buscar fichajes ‘low cost’ y que no entran en los panes de equipos con menos pretensiones que el culé para parchear sus carencias deportivas mientras Laporta trata de reflotar la nave. Solo así se explica la salida de futbolistas como Griezmann o Emerson para maquillar algo la cuenta de resultados a pesar de las peticiones de Koeman mientras los aficionados del Barcelona asistían como convidados de piedra al festival de clubes como el City, el United, el PSG o el Real Madrid, todos ellos intercambiando ofertas para lucir a las estrellas rutilantes del momento.

La nostalgia invade al barcelonismo cada vez que rememora aquel 2015 repleto de éxitos, maravillando al mundo y dominando en Europa. Con una de las mejores delanteras de la historia del club catalán y quién sabe si del fútbol: Messi, Neymar y Luis Suárez. Desde entonces la pésima gestión de la directiva liderada por Bartomeu y su incapacidad para imponerse a un vestuario caprichoso y exigente ha instalado al club en una progresiva decadencia que le ha llevado a perder a todas sus estrellas y perder el respeto de los clubes y organismos que hace solo un lustro les admiraba e incluso les temía. Koeman peleará esta temporada con una delantera formada por Braithwaite, Memphis y Luuk de Jong. El danés, fichado como remedio de urgencia durante el mercado invernal para suplir la baja de Dembélé, era hasta hace bien poco transferibe porque no daba el corte para jugar en el Camp Nou. Y De Jong es uno de los descartes del Sevilla. Llega cedido una temporada porque Lopetegui no cuenta con él y para contentar a Koeman, que ya asume lo que hay. Espera el técnico holandés que se le recuperen cuanto antes Dembélé, Agüero y Ansu Fati, y cruza los dedos para que Coutinho se asemeje al que triunfó en el Liverpool. Por si acaso, ha sido inscrito Yusuf Demir, un joven austriaco que llegó para reforzar al filial pero que viendo el nivel del primer equipo no se descarta que pueda pelear por un puesto.

Pero la única realidad es que el Barcelona ha perdido gol y glamour en muy poco tiempo. Si el año pasado sorprendió la salida de Luis Suárez al Atlético de Madrid (un regalo con el que el club colchonero se reforzó y acabó ganando la Liga), este verano la marcha de Messi ha sumido en depresión al socio azulgrana. «Hemos perdido gol porque Messi nos aseguraba una gran cantidad de tantos pero otros jugadores deberán asumir esa responsabilidad», lamentaba Koeman. Ahora, durante el último día de mercado ha visto cómo se ha quedado también sin Griezmann. Entre el argentino y el francés sumaron el año pasado 58 goles y 25 asistencias. Números que parecen muy lejos de las capacidades de Braithwaite y Luuk de Jong. Es la realidad de un Barcelona con unos gastos sobredimensionados que ha necesitado que los capitanes se rebajaran el sueldo para poder inscribir a los nuevos fichajes.

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