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El exceso en la celebración de sus dos goles a Francia define a la perfección el carácter de Haris Seferovic (Sursee, 1992), la gran referencia ofensiva de Suiza en el duelo de cuartos ante España. Una amenaza tan mortífera como inestable.

Nacido en Suiza, aunque de origen bosnio, apuntaba a estrella mundial siendo un adolescente, cuando llevó a la selección sub-17 de su país a conquistar el Mundial de la categoría. Pero su carrera ha transcurrido por otros derroteros bien distintos. Solo ahora en Portugal, ya cerca de la treintena, parece haber encontrado el poso necesario para brillar. Con 21 años pasó una temporada en la Real Sociedad. Allí le recuerdan por un zurdazo desde treinta metros en una previa de Champions ante el Lyon, pero también por su salidas de tono. Pasó una noche en una comisaría de San Sebastián por empujar a su pareja a la salida de un bar, posó sonriente en las redes sociales con una botella de whisky y mandó callar a la afición cuando hizo su cuarto y último gol con la camiseta blanquiazul.

Si tiene un día inspirado será un gran peligro para España. Si no, puede pasar desapercibido todo el partido.

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