La eliminación ante Italia en las semifinales de la Eurocopa dejó un poso amargo por cómo se produjo, siendo mejor que el rival, pero viéndolo con perspectiva, la superioridad española no solo ilusionó a la afición, huérfana de alegrías con la selección en los últimos nueve años, sino que también dejó claro que el futuro es más que prometedor, con un proyecto interesante con Luis Enrique al frente, varios veteranos que todavía aportan mucho valor y, sobre todo, un grupo de jóvenes que apuntan muy, muy alto.

El objetivo es claro: el Mundial. El año que viene, en el mes de noviembre para evitar el calor catarí, la selección española llegará como una de las grandes favoritas tras lo demostrado en esta Eurocopa, con unas semifinales que son un buen resultado pero que saben a poco tras la cruel eliminación ante la Azzurra en la tanda de penaltis.

Las palabras de los aficionados españoles a la salida de Wembley dejaban claro que esta selección había conseguido, por fin, enganchar. Palabras como «orgullo», «injusticia» o «el Mundial será nuestro» se repitieron entre aquellos que tuvieron la suerte de poder vivir en vivo el partido disputado en Londres.

España comenzó con muchas dudas la Euro. Una lista de lo más polémica, con sonadas ausencias de jugadores de mucho peso (con Sergio Ramos como nombre principal), una preparación marcada por el positivo en Covid de Sergio Busquets y un inicio titubeante con los empates ante Suecia y Polonia hicieron saltar las alarmas. El desapego de la afición también era evidente, agravado con aquella escena en el hotel de Sevilla cuando los jugadores no saludaron a los aficionados que habían ido a animarles.

Los anteriores fracasos de la Roja estaban en la mente de todos. Desde el triunfo en la Eurocopa de 2012, con una exhibición ante Italia en la final, España iba de batacazo en batacazo. La goleada sufrida ante Brasil (3-0) en la Confederaciones de 2013, el fracaso absoluto en el Mundial de Brasil en 2014 (fuera en la primera fase con solo dos partidos jugados), la derrota ante Italia en los octavos de la Euro 2016 y la eliminación en la tanda de penaltis enel Mundial de Rusia 2018 ante la anfitriona (tras un convulso torneo y un nefasto partido final) habían sido las siguientes participaciones españolas, todas ellas con enormes decepciones.

El relevo generacional de los jugadores que lograron la triple corona (Euro-Mundial-Euro) ha sido un lentísimo proceso. Muchos de ellos continuaron en la Roja, pero ya con un rendimiento menor al de sus mejores años, hasta que la retirada de la selección de algunos que siguen en activo (como Piqué) y que muchos de ellos ya hayan colgado las botas, aceleró el proceso. La lista de Luis Enrique para la Eurocopa, dejando fuera a Sergio Ramos, hacía que solo un jugador hubiera levantado la Copa del Mundo en Sudáfrica: Sergio Busquets.

Los veteranos son ya muy pocos. Solo tres jugadores superan la treintena: el mencionado Busi, Jordi Alba, y César Azpilicueta. El rendimiento de todos ellos ha sido excepcional. Junto a otro grupo de jugadores en torno a los 28-30 años (Koke, De Gea, Sarabia, Morata Gerard), aportan experiencia a un grupo bisoño plagado de jugadores jóvenes.

Y esa juventud es la que representa la ilusión en esta selección. Sin duda, el gran nombre propio es el de Pedri. A sus solamente 18 años, ha desatado una oleada de halagos hacia su actuación en la Eurocopa. Y las comparaciones con Iniesta son inevitables por su estilo de juego. «¿Alguien se ha fijado lo que ha hecho un niño de 18 años? Eso no se lo he visto nunca a nadie. Ni a Don Andrés Iniesta. Con 18 años jugar así. Es increíble. Es una cosa única», dijo de él Luis Enrique. No fue el único: Lineker, Diego Latorre y, en general toda la prensa internacional se deshicieron en elogios con el jugador del Barça.

Dani Olmo fue la gran sensación ante Italia, un jugador diferente y necesario para esta España, de los que no dudan en disparar a puerta cuando tienen la más mínima ocasión. Falló en la tanda, pero su error palidece ante su extraordinaria actuación entre líneas.

Los nombres jóvenes e ilusionantes son varios. Ferran Torres aporta gol y desborde, y Unai Simón, pese a sus errores puntuales, se ha consolidado en la meta española a sus 24 años.

Quedan todavía, eso sí, varias piezas por encajar. Para empezar el relevo de Busquets, cuya jerarquía se echó en falta en su ausencia. Y además hay jugadores que todavía no han encontrado su hueco o no han dado su mejor nivel con la selección: Marcos Llorente es el más llamativo, aunque también jugadores como Pau Torres o Eric García, que necesitan coger más kilómetros. Luis Enrique tiene algo más de un año para retocar las piezas que faltan y montar un equipazo para el Mundial.

Un equipo de autor

Esta es, sin duda, la España de Luis Enrique. Y no solo por los jugadores en los que confía, que también, sino por el estilo de juego: fútbol ultraofensivo, la posesión como una prioridad y presión alta para robar arriba tomando los riesgos que sean necesarios. El plan de Lucho es claro… y atrevido.

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