Era la primera gran opción a medalla de oro en estos Juegos Olímpicos, pero se topó por el camino con el único que no quería enfrentarse: el ruso Mikhail Igolnikov. La expectación por volver a verse con su gran bestia negra se notaba en la hercúlea cara de Niko Sherazadishvili, cuyo camino recto hacia la final se torció en cuartos.

El inicio del camino de Niko Shera en en el Nippon Budokan de Tokio 2020 ya auguró que, de llegar a la soñada final, no iba a ser sencillo. Hubo que sufrir, pese a que el mongol Altanbagana Gantulga le aguantó a la perfección los cuatro minutos reglamentarios para forzar la técnica de oro. Llegó a recibir una penalización, pero en esta muerte súbita resolvió con un buen Waza-Ari marca de la casa.

En suerte le tocó en octavos el sueco Markus Nyman, bronce mundialista en la misma cita en la que Sherazadishvili logró su segundo título. Esta vez fue un combate aún más igualado, con dos penalizaciones a cada uno al final del tiempo y una técnica de oro en la que hasta en tres ocasiones estuvo a punto de perder. El español, no obstante, mantuvo la mente fría de nuevo y justo después de un intento de ushiro-ukemi del sueco, le hizo un uchi-mata de manual para el ippon definitivo que le dio el pase a cuartos.

Por el otro lado del cuadro avanzaba sin problemas Igolnikov, que aún así estuvo varias veces a punto de claudicar. A este combate llegaba con un balance letal: 6 victorias de 8 enfrentamientos, incluidos los tres últimos. Este factor fue clave para que se resquebrajase lo justo y necesario el muro mental de un Sherazadishvili que se despistó en los segundos finales y vio cómo le hacían un inesperado ippon. Vencido por séptima vez por el ruso, se vio obligado a irse a la repesca, donde le esperaba el uzbeko Davlat Bobokov.

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